La recuperación económica mundial enfrenta baches. Algo más de tres meses han sido suficientes para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) identifique en su actualización de sus Perspectivas Económicas Mundiales (WEO, por sus siglas en inglés) el acceso a las vacunas, las nuevas variantes del coronavirus y las presiones en los precios como algunos de los escollos que fomentan una potencial fractura en dos bloques.
En el primero se incluyen casi todas las economías avanzadas, donde se espera una mayor normalización de la actividad a finales de este año. Por el contrario, en el segundo grupo, muchos emergentes se enfrentarán todavía a infecciones recurrentes y al aumento del número de muertes por covid-19.
En medio existen algunas excepciones entre países avanzados como España, que junto a Japón (con un recorte de medio punto porcentual), es la única gran economía europea (y desarrollada) que sufre una ligera rebaja de crecimiento por parte de la institución con respecto a las proyecciones del pasado mes de abril. En estos menesteres, una primera mitad de año más débil de lo previsto ha sido la responsable de una rebaja en la que todavía no se refleja el impacto de la quinta ola que sufre actualmente nuestro país.
De esta forma, al contrario de lo proyectado para otros países como Alemania o Francia, el Fondo opta por recortar en dos décimas las perspectivas para el PIB español, que este año avanzará un 6,2%. Eso sí, una cifra que congenia con la que baraja actualmente el Banco de España o Bruselas, que a comienzos de este mes mejoró sus previsiones y situó la expansión de la economía española en el mismo nivel que el FMI.
Sin embargo, es cierto, que dados tanto los factores externos de la propia pandemia como las particularidades de nuestro país, donde se incluyen entre otras, la gran afluencia de pequeños y medianos negocios así como la dualidad del mercado laboral, desde octubre del año pasado el FMI ha recortado ya en un punto porcentual su diagnóstico para el PIB de nuestro país en el año en curso.
Una tendencia que cambiará y debería equilibrarse con el desembarco de los fondos europeos y la continua aceleración en la pauta de vacunaciones. Así, el equipo abanderado por Gita Gopinath, economista jefa del Fondo "espera que a finales de este año se refuerce el impulso en Francia, Alemania, Italia y España, y que éste se prolongue hasta 2022", según rezó el documento presentado este martes.
De hecho, la institución liderada por Kristalina Georgieva mejora en 1,1 puntos porcentuales sus previsiones para el próximo año, cuando esperan que España crezca un 5,8%, liderando así el repunte entre las grandes economías europeas. Aún así y a la espera tanto de una gestión efectiva del dinero así como de la evolución de las reformas comprometidas o el impacto de la quinta ola de infecciones es importante recordar que ya en abril el FMI no esperaba que nuestro país recuperase los niveles previos a la pandemia por lo menos hasta finales del próximo año, mucho más tarde que el resto de las grandes economías europeas. De hecho, en lo que a desempleo respecta, éste no volverá a situarse en los niveles de 2019 hasta por lo menos 2025.
La brecha entre avanzados y emergentes crece
Pero la evolución de la economía española también dependerá del contexto internacional. Se prevé que la economía mundial crezca un 6% en 2021 y un 4,9% en 2022 (lo que supone una mejora de cinco décimas). La previsión mundial para el año en curso no varía con respecto a la de abril, pero las perspectivas para las economías de mercado emergentes y en desarrollo se han revisado a la baja para 2021, especialmente para las economías emergentes de Asia.
"Estas revisiones reflejan en gran medida las diferencias en la evolución de la pandemia a medida que la variante Delta se va imponiendo. Cerca del 40% de la población de las economías avanzadas se ha vacunado completamente, en comparación con el 11% de las economías de mercado emergentes, y una pequeña fracción en los países en desarrollo de bajos ingresos" avisa Gopinath.
En estos momentos, el FMI considera que la pandemia ha reducido los ingresos per cápita en las economías avanzadas en un 2,8%, en relación con las tendencias anteriores a la pandemia durante 2020-2022, en comparación con una pérdida anual per cápita del 6,3% en las economías de mercado emergentes y en desarrollo (excluida China).
Las divergencias en las políticas de apoyo son una segunda fuente de profundización de esta brecha. Desde el Fondo observan un apoyo fiscal considerable y continuado en las economías avanzadas, con 4,6 billones de dólares de medidas anunciadas relacionadas con la pandemia disponibles en 2021 y más allá. La revisión al alza del crecimiento mundial para 2022 refleja en gran medida el apoyo fiscal adicional previsto en Estados Unidos y en los fondos de la Unión Europea de nueva generación.
Por otra parte, en las economías de mercado emergentes y en desarrollo, la mayoría de las medidas expiraron en 2020 y están tratando de reconstruir sus reservas fiscales. Algunos países, como Brasil, Hungría, México, Rusia y Turquía, también han empezado a subir los tipos de interés para atajar las presiones al alza de los precios. Al mismo tiempo, los exportadores de materias primas se han beneficiado de unos precios más altos de lo previsto.
"Aunque un mayor acceso a las vacunas podría mejorar las perspectivas, los riesgos se inclinan a la baja", advierte la economista jefa del FMI, quien asegura que la aparición de variantes de virus altamente infecciosos podría hacer descarrilar la recuperación y eliminar 4,5 billones de dólares acumulados del PIB mundial para 2025.
Las condiciones financieras también podrían endurecerse bruscamente en medio de valoraciones de activos al límite, con mención específica a las criptodivisas dentro del WEO, si se produce una repentina revaluación de las perspectivas de la política monetaria, especialmente en EEUU. También es posible que el gasto de estímulo previsto por la Administración Biden sea más débil de lo esperado.
En estas circunstancias, el empeoramiento de la pandemia y el endurecimiento de las condiciones financieras infligirían un doble golpe a las economías de mercado emergentes y en desarrollo y retrasarían gravemente su recuperación. Además, en general, el malestar social, las tensiones geopolíticas, los ciberataques a infraestructuras críticas o las catástrofes naturales relacionadas con la meteorología se suman a las razones que podrían lastrar el crecimiento.
Preocupación por la inflación
Desde el FMI también apuntan como la demanda acumulada y los cuellos de botella en la cadena de suministro están presionando al alza los precios. No obstante, en la mayoría de las economías avanzadas se espera que la inflación se reduzca a rangos anteriores a la pandemia en 2022 por un trio de razones.
En primer lugar, una fracción significativa de las lecturas de inflación anormalmente altas es transitoria, resultante de los sectores afectados por la pandemia, como los viajes y la hostelería, y de la comparación con las lecturas anormalmente bajas del año pasado, como los precios de los productos básicos.
En segundo lugar, las tasas de empleo globales siguen estando muy por debajo de los niveles anteriores a la pandemia en la mayoría de los países y, aunque se ha producido un rápido crecimiento salarial en algunos sectores, el crecimiento salarial global se mantiene dentro de los rangos normales.
Por último, las expectativas de inflación a largo plazo siguen estando bien ancladas, y factores como la automatización, que han reducido la sensibilidad de los precios a los cambios en la holgura del mercado laboral, probablemente se han intensificado con la pandemia.
Pero como recalca Gopinath, esta evaluación "está sujeta a una importante incertidumbre, dado el carácter desconocido de esta recuperación". La persistencia de las interrupciones de la oferta y el fuerte aumento de los precios de la vivienda son algunos de los factores que podrían dar lugar a una inflación persistentemente elevada.
Además, se espera que la inflación siga siendo relativamente alta en 2022 en algunas economías de mercado emergentes y en desarrollo, en parte debido a las continuas presiones sobre los precios de los alimentos y a la depreciación de las divisas, lo que crearía otra brecha más.