Estados Unidos construirá una mina que podría ayudar a abordar la dependencia casi total de fuentes extranjeras de litio, un elemento esencial para la fabricación de baterías recargables. El gran interés de la industria viene dado por el uso de estas baterías en automóviles eléctricos y sistemas de almacenamiento energético.
La mina estará construida en la cima de un volcán inactivo en el norte de Nevada y desde EEUU ven este proyecto, que recibió la aprobación final en los últimos días de la administración Trump, como una oportunidad para convertirse en un líder en la producción de algunas de estas materias primas. De hecho, la compañía encargada de este proyecto está llevando a cabo una construcción similar en Argentina.
Esta iniciativa deriva de la necesidad de Estados Unidos de encontrar rápidamente nuevos suministros de litio a medida que los fabricantes de automóviles aumentan la producción de vehículos eléctricos. Y es que la demanda de litio se multiplicará por diez antes de que finalice esta década, según datos de The New York Times, ya que empresas como Tesla, Volkswagen o General Motors, entre otras compañías, pretenden introducir en el mercado docenas de modelos eléctricos.
No obstante, el autoabastecimiento de litio no soluciona la dependencia extranjera que tendrá el país norteamericano de otros elementos esenciales en la fabricación de estas baterías, como el cobalto.
En este sentido, a pesar de que Estados Unidos cuenta con algunas de las reservas de litio más grandes del planeta, solo produce 5.000 toneladas al año, que supone menos del 2% del suministro anual mundial. Los principales productores de este material están en Centroamérica y Sudamérica, y en Australia, aunque casi toda la producción se convierte en baterías en China, dejando en un segundo plano a la industria estadounidense.
La mina cuenta con las discrepancias de algunos lobbys
Este proyecto, al que han bautizado como Lithium Americas, ha provocado las protestas de miembros de una tribu nativa americana, de ganaderos y de grupos ambientalistas. Estas movilizaciones se deben a que se espera que usen miles de millones de litros de agua subterránea, lo que podría derivar en la contaminación de parte de ella durante 300 años y la producción de grandes cantidades de deshechos.
Según expertos estadounidenses, este coste ambiental se viene pasando por alto debido a la carrera industrial entre EEUU, China, Europa y otras potencias importantes. Las leyes contra el carbono que están implementado tanto la Unión Europea, como Asia, como el propio país norteamericano, están posicionando al coche eléctrico como una de las industrias más fuertes en un futuro cercano. Por este motivo, ser el país que controle la mayor parte de la producción de los minerales necesarios para su fabricación, podría ayudar a lograr el dominio económico y tecnológico en las próximas décadas.