Economía

El bloqueo del acuerdo chino debilitará a la UE

  • El pacto facilitaba la implantación de empresas europeas en el país asiático
  • Pekín saldrá de la crisis con un peso 1,5% mayor sobre el PIB mundial
El presidente chino, Xi Jinping

La paralización de la ejecución del acuerdo de inversiones UE-China firmado en las últimas horas de 2020 por parte del Parlamento Europeo, coloca a la Unión en una posición internacional de mayor debilidad en la reconfiguración de la geopolítica global frente a los bloques americano y chino. Denota ante los socios internacionales falta de criterio a la hora de establecer una postura clara y contundente sobre cómo llegar a acuerdos con China, la cual saldrá de la crisis del coronavirus con un peso 1,5 puntos porcentuales mayor sobre el PIB mundial, llegando a alcanzar el 20% para 2026 según las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). En el tiempo de descuento para alcanzar un acuerdo para la nueva Agenda Estratégica, la Unión Europea y China alcanzaron un importante acuerdo de inversiones especialmente favorable para la UE, ya que se conseguían dos avances de enorme importancia: por un lado, más facilidades para localizar empresas europeas en China con más margen de maniobra en su gestión y operaciones en el territorio con otros socios locales o extranjeros y, por otro lado, una mayor reciprocidad y mejor juego (menor dopaje) por parte de las empresas estatales chinas a la hora de acometer operaciones corporativas o el acceso a contratos públicos en territorio europeo.

Sin embargo, el Parlamento Europeo por una amplia mayoría de los grupos políticos ha dejado en suspenso la ejecución, anteponiendo un conflicto diplomático de menor rango como es la imposición cruzada de sanciones entre ambas partes a uno de los ejes más importantes de crecimiento, generación de valor y diversificación de la economía europea hacia el gigante asiático. Evidentemente, cualquier país civilizado del mundo tiene que denunciar y hacer todo lo posible por evitar violaciones de los derechos humanos, pero debe hacerlo buscando la coordinación de otros países y las fórmulas diplomáticas más sofisticadas posibles para ejercer una presión que fuerce en este caso a China a corregir su política no sólo sobre Xinjiang sino también sobre Hong Kong.

La dinámica de sanciones casi nunca lleva a ninguna parte, sentando un precedente económicamente peligroso la Unión Europea al ser el primero en establecer sanciones sobre cuatro oficiales chinos y una entidad, acusadas de masacrar a la minoría uigur. Como era de esperar, la reacción en sentido contrario fue más virulenta: sanciones sobre diez personas, de las cuales cinco son eurodiputados y otras cuatro entidades por encabezar las acusaciones sobre violación de derechos humanos en Xinjiang. La atención se ha desviado de lo importante que es el respeto por ambas partes de los derechos fundamentales sin que se produzcan injerencias extranjeras en las políticas internas de cada país y la articulación de una presión efectiva para cambiar el rumbo de determinadas políticas que sean abiertamente peligrosas como es el caso de Hong Kong.

Como muchas veces suele pasar en Economía, las buenas intenciones si no se llevan a cabo con las herramientas adecuadas, terminan generando resultados pésimos, donde el remedio termina siendo peor que la enfermedad. Una evidencia empírica sobre la mala elección de herramientas de política internacional que causa graves problemas económicos se encuentra en Estados Unidos.

Tampoco hay que ir muy lejos para ver un caso de fracaso e incoherencia de la política europea utilizando como instrumento prioritario el de las sanciones. Desde 2014, la Unión Europea ha impuesto en varias ocasiones sanciones contra activos e intereses de Rusia (tras los sucesos de Crimea y de Ucrania), mientras al mismo tiempo se negocia una mayor dependencia energética de Moscú. A la política de sanciones le ocurre algo parecido a la escalada de aranceles cuando hay una 'guerra comercial' entre países: es necesaria una retirada simultánea de las medidas antes de sentarse a negociar.

El bloqueo no puede esconder el avance que el acuerdo de inversiones UE-China supone para países como España. En la última década, España ha reducido su stock de capital en China. En 2012 marcó el máximo de 5.147 millones de euros. En poco más de dos años se redujo a la mitad, para posteriormente crecer hasta los 3.288 millones de euros. Mientras que una parte de las posiciones inversoras españolas se han disipado en escasamente una década, las empresas que han quedado han multiplicado por 6 su cifra de negocios hasta prácticamente superar los 6.500 millones de euros en 2018 (de 1.112 millones de euros en 2007 a 6.474 millones en 2018), según los últimos datos ofrecidos por el ICEX.

La relación debe estar basada en un acercamiento progresivo hacia la reciprocidad

En plena tendencia de endurecimiento de China frente al exterior, el acuerdo abre una ventana para una mayor internacionalización de las empresas que necesitan capturar innovación y crecer en mercado en China bajo unas reglas que van convergiendo a las que existen en las relaciones entre países occidentales.

Es necesario entender que la relación con China debe estar basada en un proceso de acercamiento progresivo hacia la reciprocidad, siendo este acuerdo el paso más ambicioso dado hasta la fecha por China con terceros Estados. Esto es especialmente importante para la nueva ola política que llega a Europa a través de Alemania, ya que el jefe de la delegación europea de los europarlamentarios es de los Verdes, más que probables ganadores de la Cancillería.

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