
'La (nueva) era de la anomalía' es un libro que expone los retos y oportunidades a afrontar en la situación económica actual. "Una época de singularidad y complejidad, que trae un cambio de paradigma de espacial a relacional y donde las personas y sus relaciones son protagonistas, junto al aprendizaje continuo", explica su autor, José Luis Larrea. Doctor en competitividad empresarial y territorial, innovación y sostenibilidad por la Universidad de Deusto, Larrea afirma que la gestión de la pandemia "no ha sido la más adecuada" y le preocupa que se repita con los fondos europeos. Cree que la gestión del tiempo es importante, "no vaya a ser que se cierre el 'grifo' y estén sin ejecutar en su totalidad", comenta.
A grandes rasgos, ¿cuáles son los principales mensajes de su libro?
Nos encontramos en una nueva era, una época de transformación y cambios muy profundos que venían de hace tiempo y que la pandemia ha acelerado. Y en ese nuevo mundo necesitamos generar nuevos modelos, nuevas maneras de enfrentarnos a los viejos problemas. Una era de singularidad que nos presenta el desafío de la complejidad.
Entonces, ¿nunca se recuperará la normalidad?
Decir que vamos a volver a lo de antes, como si aquí no hubiera pasado nada, me parece realmente engañoso. No vamos a volver a lo de antes, porque eso ya estaba cambiando y con la pandemia se han puesto más de manifiesto esos cambios. El libro intenta transmitir que estamos en un nuevo escenario, que las cosas van a ser distintas pero no tienen porque ser peores. Y ante ese mundo en transformación tenemos que reposicionarnos. No hay que cortar con todo lo anterior, pero sí hay que 'revisitar' conceptos como la competitividad y la innovación.
Y esa nueva era, ¿cómo afecta al modelo de bienestar?
Llevamos décadas hablando de que el modelo de bienestar no es sostenible y el debate está abierto. La clave de la nueva era son las personas y sus relaciones con otras personas y en esa mirada tenemos que replantearnos el estado de bienestar.
Habla de un cambio de paradigma.
Sí y es quizás los más novedoso del libro. Tenemos que pasar de un paradigma mental muy espacial, territorial y muy especializado a un paradigma más relacional. Son importantes las partes. pero tan importantes son las relaciones que se establecen sobre las cosas. Con una crisis sanitaria como la actual, la manera de responder ha sido más espacial: cuarentena, confinamiento, distancia social, etc. Pero para resolver un problema no podemos estar unos por un lado y otros por otro, necesitamos juntar expertos de diferentes materias.
¿Habría que haber gestionado este escenario de otra manera?
La pandemia ha puesto de manifiesto que teniendo medios y capacidades tecnológicas, la gestión no ha sido la más adecuada. Los problemas con la vacunación, por ejemplo, más que de falta de tecnologías es de capacidad de gestión. Es deprimente que no seamos capaces de resolver problemas básicos de logística. Tenemos que acostumbrarnos a trabajar de otra manera, donde los protagonistas son las personas y sus relaciones.
¿Y qué opina sobre los fondos Next Generation y su organización?
El discurso de los fondos europeos que busca la transformación está muy bien, pero a ver si se asume de verdad un proceso de transformación y de cambio de paradigma. Hasta ahora, se está enfrentando esa oportunidad con los mecanismos de antes, de reparto de fondos por países, por cofradías, etc., pero no se ha suscrito hasta el momento un debate sobre el modelo de bienestar. Y ahí es donde me entran las dudas. Por otra parte, está el tema de gestión del tiempo. Se abre la ventana de oportunidad a un montón de fondos para todos. Pero economías como la francesa y alemana van a ir rápido y cuando hayan resuelto parte de sus problemas van a cerrar los fondos. Por esta razón, hay que ser muy buenos gestionando los tiempos e imprimir rapidez. No vaya a ser que entre 'ponte bien y estate quieto', cambien los vientos, vuelva la austeridad y se cierre el 'grifo' y digan: teníais 140.000 millones, pero solo habéis ejecutado 40.000 millones. Esto me preocupa mucho a nivel del Estado.
Está de moda también la resiliencia, ¿qué le parece el término?
La cultura resiliente es un discurso que me pone nervioso como volver a la normalidad, porque parece que todo consiste en aguantar el tipo y sí, pero también en prepararse para la próxima. Eres resiliente hoy porque te anticipaste y generaste las bases. Quiero una resiliencia como fruto de la anticipación.
¿Cómo ve la situación económica?
Creo que se está gestando un nuevo modelo económico, financiero y de todo tipo. Es una situación complicada y delicada y estamos sosteniendo el tipo como dopados con deuda y el problema puede ser acostumbrarnos a ese dopaje. Me da esperanza y tranquilidad que el proceso de cambio es generalizado, pero hay que estar atentos para jugar un papel lo más protagonista posible en esas nuevas reglas del juego.
¿Y qué fortalezas destacaría de Euskadi ante la crisis?
Estamos relativamente bien, con fortalezas industriales, acostumbrados a salir de las crisis, etc. y con grandes oportunidades que aprovechar. Pero veo que estamos flojeando en una fortaleza histórica: la capacidad de hacer cosas juntos, es decir, el equilibrio entre responsabilidad individual y colectiva.