Economía

La pandemia dispara la deuda pública hasta niveles no vistos desde la II Guerra Mundial

  • "Los gobiernos desempeñan un papel más importante en la economía"
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La pandemia del coronavirus, que ha sumido a la economía global en la peor recesión desde la Gran Depresión de los años 30, también ha obligado a los gobiernos de todo el mundo a inyectar estímulos fiscales sin precedentes para paliar los efectos de la crisis. Al mismo tiempo, también ha disparado la deuda pública hasta niveles no vistos desde la II Guerra Mundial.

De hecho, entre las economías avanzadas, la deuda de los gobiernos con respecto al Producto Interior Bruto (PIB) aumentó al 128% en julio, según datos del Fondo Monetario Internacional de los que se hace eco el Wall Street Journal. En 1946, este nivel alcanzó el 124%.

El Fondo ya proyectó en junio que dicho porcentaje aumentará aún más antes de que acabe el año, hasta el 131,2% del PIB desde el 105,2% del año pasado y alcance el 132,3% en 2021. En concreto, según las perspectivas de la institución, la deuda de EEUU alcanzaría así el 141,4% del PIB este año y el 146,1% en 2021, mientras que en la zona euro subiría al 105,1% en 2020, aunque se reduciría al 103% un año después.

Desde el pasado mes de abril, más de dos terceras partes de los gobiernos de todo el mundo han tomado más medidas fiscales para contener el impacto de la pandemia social y económico, elevando así el importe agregado de la respuesta fiscal a unos 11 billones de dólares desde los 8 billones de dólares estimados inicialmente.

De esta forma, si la respuesta de Washington y el resto de gobiernos a la Gran Recesión obligó a tomar medidas sin precedentes, la reacción a la pandemia del COVID-19 hace sombra a cualquier disposición llevada a cabo en aquel momento. Los legisladores republicanos y demócratas han orquestado ya estímulos fiscales por alrededor de 3 billones de dólares, más del 14% del PIB registrado en 2019 y todavía se espera otra remesa en algún momento durante los próximos meses que sume al menos otro billón más.

"Está bastante claro que el gobierno está desempeñando un papel más importante en la economía. La deuda pública será mayor y creo que la actitud del electorado hacia el gobierno también está cambiando", explica a elEconomista, Paul Donovan, economista jefe global de UBS.

Desde su punto de vista, esta es una tendencia que se extenderá a nivel mundial, donde el gasto público entre las economías avanzadas se situó en una media del 38% el año pasado. "Saldremos de esta crisis con la expectativa de que los gobiernos desempeñarán un papel más importante en la economía, ya sea a través de la regulación o del gasto público y asistencia social", añade.

Después de la II Guerra Mundial, las economías avanzadas redujeron la deuda rápidamente, gracias en gran parte al rápido crecimiento económico. La relación entre la deuda y el PIB se redujo en más de la mitad, a menos del 50%, en 1959. No obstante, actualmente, como señala el WSJ, es probable que esta vez el desapalancamiento sea mucho más difícil, por razones demográficas, tecnológicas y un crecimiento más lento.

A finales de la década de los 50, el crecimiento medio anual era de alrededor del 5% en Francia y Canadá, casi el 6% en Italia y más del 8% en Alemania y Japón. La economía de EEUU creció por aquel entonces casi un 4% anual. Sin embargo, en los últimos años, tanto EEUU, Reino Unido y Alemania han crecido alrededor de un 2% anual. En el caso de Japón y Francia, el avance se ha acercado más cerca al 1% y en casos cómo Italia, la economía apenas ha crecido.

Niveles persistentemente elevados

La trayectoria de la deuda y el déficit está sujeta a una alta incertidumbre y podría derivar en un escenario adverso si la actividad económica se viera frenada por un resurgimiento de infecciones, mientras que en el caso de hallarse una vacuna efectiva contra el virus el deterioro de las cuentas públicas sería menor ante la restauración de la confianza.

El fin del confinamiento ha conducido inevitablemente a una actividad económica más fuerte. Dicho esto, hasta ahora no hay pruebas fiables que indiquen que ningún país haya disfrutado de una vuelta a la "normalidad". Los niveles de actividad, tanto en términos reales como nominales, corren el peligro de ser persistentemente más bajos de lo que se preveía antes de la llegada del COVID-19.

"Por consiguiente, en relación con los ingresos, ahora más bajos, los niveles de deuda existentes amenazan ahora con ser persistentemente demasiado altos", señala Stephen King, asesor económico de HSBC. Otro aspecto a tener en cuenta está en los tipos de interés. Al igual que en Japón a mediados de los años noventa, los tipos de interés ya están en el límite superior al 0% o marginalmente por debajo.

Como ya ocurrió en la Gran Recesión, los bancos centrales continúan comprado enormes cantidades de deuda pública para reducir las tasas de interés a largo plazo y apuntalar el crecimiento en períodos de debilidad.

En estos momentos más de 4 billones de dólares de los 26 billones de dólares en deuda pública estadounidense están en manos de la Reserva Federal. El Banco de Japón posee más de 4 billones de dólares de los pasivos públicos, una proporción aún mayor de los aproximadamente 11 billones de deuda pública del país.

El ejemplo nipón ha demostrado que la deuda pública pueden aumentar durante mucho tiempo, muy por encima del 200% del PIB, sin provocar una crisis fiscal. Según el WSJ, al ser los bancos centrales los tenedores de un mayor nivel de deuda pública, algunos de los riesgos y desafíos de la gestión de ésta se trasladan del Tesoro o el Ministerio de Economía y Finanzas a estas instituciones. Ahora bien, los bancos centrales se enfrentan a un terreno desconocido después de haberse visto obligados a tomar medidas excepcionales, cuyos efectos podrían dejarse notar durante un amplio periodo de tiempo.

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