Economía

El desplome del comercio exterior y consumo seca de liquidez a las empresas

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La tormenta perfecta arrecia sobre el tejido productivo español amenazando la supervivencia de cientos de miles de empresas a causa del impacto de la pandemia. Y uno de los problemas que ya se están detectando está en la fuga de la liquidez que precisan las compañías para mantener su actividad y sus negocios en plena crisis, y mantener el tamaño de las plantillas, a tenor del desplome observado en el tanto en el comercio exterior, donde se espera un desplome de las exportaciones para este año del 18%, como en el nacional , socavado en este caso por la caída del consumo prevista para este año del 13%.

En este sentido, todos los indicadores de tendencia macroeconómica que arroja nuestro país reflejan la pérdida de capital circulante que ya están advirtiendo algunas asociaciones como la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad (PMcM) que han reclamado al Ejecutivo medidas de urgencia para dotar de oxígeno financiero a los empresarios de nuestro país.

Es más, la caída de estas dos magnitudes de comercio exterior y de gasto de los hogares no es baladí teniendo en cuenta que son los dos soportes que han jalonado la recuperación de la economía tras la gran recesión de 2008. Tampoco los indicadores periféricos arrojan una visión más optimista sobre la evolución de la liquidez que puede llegar a las empresas ya sea por la vía del gasto de los particulares como a través de las inversiones.

Según los datos que arroja el informe correspondiente a la coyunutra económica española del tercer trimestre del año publicado por BBVA Research, la formación bruta de capital, es decir, las inversiones privadas, sufrirán en el conjunto del presente ejercicio una caída del 17% en comparación con el año pasado, mientras que otro indicador fundamental, el de la tasa de ahorro de los hogares repunta fuertemente este año un 17%. En suma, los indicadores reflejan un claro resguardo del dinero fluctuante previo a la pandemia y el repliegue de los planes de inversión, al menos durante el presente ejercicio.

Ya para 2021, todos estos indicadores aventuran una travesía más caudalosa para las compañías que la sequía ya irremediable de 2020. Así, el próximo ejercicio crecerá un 8% el consumo de los hogares y el comercio internacional volverá a recoger los frutos de un mayor intercambio de bienes y servicios: las exportaciones se repuntarán un 12% y las importaciones un 8,6%. Además, la inversión privada volverá a circular entre las compañías con un crecimiento del 5,3%. Mientras, en el plano del ahorro de las familias aún para el próximo se observa la incertidumbre de la evolución de la crisis sanitaria, y económica, con un aumento del 11% en comparación con el esfuerzo realizado en este año.

Impacto del confinamiento

En particular, las dudas sobre la salud y la situación laboral, junto con la mayor duración de las medidas de confinamiento y distanciamiento social, produjeron un ajuste que se estima del orden del 25% en el gasto en consumo de los hogares durante los primeros seis meses del año. Este se habría centrado, sobre todo, en los sectores relacionados con servicios y, entre estos, en aquellos donde el consumo se realiza en un contexto social. Tal es el caso de la restauración, el ocio y el turismo, apunta el informe del BBVA Research.

Por otro lado, la necesidad de consumir desde casa, junto con el redireccionamiento de recursos hacia bienes necesarios para enfrentar la epidemia, impulsaron la venta de bienes, particularmente de alimentación, o de aquellos relacionados con la protección de la salud, lo que ha redundado en una alteración notable de los precios relativos. Una de las consecuencias de lo anterior fue que el ajuste del gasto de los hogares se concentró más en bienes producidos internamente, y menos en las importaciones, lo que supuso una caída mayor del PIB.

Por otro lado, las normas para evitar desplazamientos alcanzaron dimensiones globales, lo que afectó negativamente a la llegada de turistas extranjeros y, por lo tanto, al consumo de no residentes en el territorio nacional, que se habría desplomado entre un 90% y un 100% respecto a lo observado a finales de 2019. De este modo, las caídas en la inversión y en las exportaciones habrían sido severas, pero algo inferiores a lo previsto al inicio de la crisis, mientras que el consumo público se habría acelerado, actuando como estabilizador. De particular importancia han sido las reducciones observadas en la compra de maquinaria y equipo o en la construcción residencial, donde el ajuste podría haber sobrepasado el 30% en el acumulado del primer semestre de año.

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