
Las protestas y disturbios durante el fin de semana en Estados Unidos por la muerte del afroamericano George Floyd a manos de la policía en Minneapolis, en el estado de Minnesota, han ofrecido a Pekín una oportunidad para arremeter contra Washington por la imposición de una nueva ley de seguridad nacional en Hong Kong que ha recibido un aluvión de críticas a nivel internacional e instigado que la administración del republicano Donald Trump inicie el proceso para eliminar el estatus especial con el que cuenta la ciudad-estado.
Mientras ciudades como Minneapolis, Nueva York, Washington, Seattle, Filadelfia o Los Angeles experimentaron múltiples actos, algunos de ellos con carácter violento, China respondió haciendo referencia a estos disturbios a las preocupaciones de EEUU sobre la libertad de Hong Kong con diversos mensajes procedentes de portavoces y medios afines al gobierno de Xi Jinping.
Entre ellos estuvo el de Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, quien se limitó a publicar un "no puedo respirar", frase empleada tanto por Floyd como Eric Garner momentos antes de morir mientras enfrentaron lo que se considera como el abuso de la fuerza policial. Garner murió en 2014 en Staten Island, Nueva York, después de el oficial Daniel Pantaleo, lo asfixiara mientras procedió a su arresto. Floyd pereció el pasado 25 de mayo de forma similar mientras el oficial de policía, Derek Chauvin, se arrodilló sobre su cuello. Chauvin ha sido acusado de homicidio y fue arrestado el viernes.
Hua respondió así a un tuit de la portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Morgan Ortagus, quien en un tuit previo manifestó que "las personas amantes de la libertad en todo el mundo deben respetar el estado de derecho y rendir cuentas al Partido Comunista Chino, que ha incumplido flagrantemente sus promesas al pueblo de Hong Kong".
"I can't breathe." pic.twitter.com/UXHgXMT0lk
— Hua Chunying ??? (@SpokespersonCHN) May 30, 2020
Precisamente, el domingo, el secretario de Estado, Mike Pompeo, durante una entrevista en Fox News, justificó la decisión anunciada el viernes por Trump por la que se procederá a eliminar el tratamiento preferencial con el que cuenta la ciudad-estado a través de una ley aprobada en 1992. Según explicó el jefe de la diplomacia estadounidense, China ha roto su compromiso con la autonomía de Hong Kong a través del modelo "un país, dos sistemas" prometido hasta 2047.
"Revisaremos todo trato preferencial a Hong Kong y lo eliminaremos", aseguró. "También vamos a revisar a los estudiantes chinos con algún tipo de relación con el ejército chino y no les dejaremos venir a estudiar aquí", añadió, mientras dejó la puerta abierta a imponer sanciones a los individuos que pongan en peligro las libertades dentro de la ciudad-estado.
No obstante, las críticas procedentes de China también señalaron directamente a los demócratas. Hu Xijin, director del Global Times, escribió durante el fin de semana como "la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, calificó en su día las violentas protestas en Hong Kong como 'una vista hermosa para contemplar'. Los políticos estadounidenses ahora pueden disfrutar de esa vista desde sus propias ventanas".
Por su parte, el domingo, el China Daily, otro periódico afín al Partido Comunista, indicó como "los políticos estadounidenses deberían hacer su trabajo y ayudar a resolver problemas en EEUU en lugar de tratar de crear nuevos problemas y dificultades en otros países".
La semana pasada, además de las medidas anunciadas el viernes por Trump en una conferencia de prensa, que incluyeron la salida oficial de EEUU de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la revisión de las distintas prácticas de las compañías chinas que cotizan en las plazas bursátiles estadounidenses, el Congreso, controlado por los demócratas, aprobó un proyecto de ley ya avalado por la Cámara Alta que condena al Partido Comunista Chino por su trato a los uigures, la minoría étnica musulmana en la provincia occidental china de Xinjiang.
Mientras tanto, en EEUU, lo que comenzó como una reacción a la muerte de George Floyd en Minneapolis ahora se ha extendido a docenas de ciudades en todo el país y aterrizado directamente a las puertas de la Casa Blanca. La policía tuvo que emplear durante el fin de semana gases lacrimógenos y balas de goma contra los manifestantes. Las protestas pacíficas se han visto ensombrecidas por múltiples saqueos y disturbios que han provocado que varias ciudades hayan impuesto toques de queda.
Todo ello ocurre en un momento en que la pandemia del coronavirus se ha cobrado ya más de 100.000 víctimas mortales y la economía continúa con su reapertura progresiva en un momento en que casi 40 millones de estadounidenses han solicitado ayuda por desempleo.