
"La deuda de la Comunitat Valenciana ha aumentado en 6.000 millones desde la entrada del Consell del Botànic en 2015, lo que supone un crecimiento de 1.500 millones al año". Así, con meridiana claridad, expone la Conselleria de Hacienda la situación de la abultada factura que debe la autonomía, que al cierre del tercer trimestre de 2019 ascendía a 47.877 millones de euros. Se trata, con diferencia, de la más elevada de entre todas las regiones españolas respecto a su PIB, con un 41,8% (la segunda es la de Castilla-La Macha con un 35,5%). Y encima se dirige sin frenos hacia los 50.000 millones. ¿La razón? Que Gobierno de Ximo Puig no tiene intención de atajarla mientras el Ejecutivo de Pedro Sánchez no repare la infrafinanciación que sufre el territorio.
Este pulso financiero al Estado se produce desde los presupuestos autonómicos de 2016, los primeros del socialista valenciano en su coalición de gobierno con Compromís. Aquellas fueron las primeras cuentas en incluir la llamada "partida reivindicativa" contra la infrafinanciación de la autonomía. Se trata de una previsión de ingresos ficticios cifrada en 1.325 millones de euros que hincha el presupuesto de la Comunitat hasta acercarlo a la media española en cuanto a gasto por habitante.
Tal vez entonces el Consell esperaba una solución a medio plazo que le permitiera abandonar esta postura de fuerza, pero Ximo Puig va ya por el quinto presupuesto consecutivo en el que contempla estos ingresos 'fantasma', que como tales después no llegan y se traducen en deuda. La Generalitat Valenciana explica a elEconomista que, al no haber cerrado todavía el ejercicio, no dispone del dato definitivo del déficit de 2019, con el que es probable que se rebasen ya los 48.000 millones de euros de deuda, quedando los 50.000 al alcance del presente 2020.
¿Asusta esta cifra redonda? ¿Llevará a la administración a levantar el pie del acelerador? No lo parece. "El Consell del Botànic no puede cejar en su empeño de prestar a los valencianos y valencianas unos servicios fundamentales equiparables a los de la media de las comunidades autónomas. Aún así, el aumento del gasto sigue siendo inferior al de la media autonómica, como certificó la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) en su último informe", subraya el ejecutivo, que lo fía todo a que esta sea, al fin, la legislatura en la que se repare el agravio. Y no solo eso: también reclama una 'quita' por haber recibido los últimos años menos de lo que corresponde.
El ritmo endiablado del PP
En su descargo, pese a la trampa financiera que incluye cada año en sus cuentas, el Gobierno valenciano también argumenta que su actual endeudamiento se limita prácticamente a corregir la infrafinanciación que sufre la Generalitat, lejos de la escalada que tuvo lugar en tiempos de Francisco Camps y Alberto Fabra -sobre todo durante la crisis económica-. En este sentido, la media de 1.500 millones anuales en los que ha crecido la deuda con Puig -explican- contrasta con "el aumento de 30.000 millones en las dos últimas legislaturas del PP, que supusieron un incremento de 3.750 millones al año".
"En la legislatura 2007-2011 la deuda aumentó de 11.906 a 21.860 millones, es decir, 10.000 millones, lo que supuso 2.500 millones por año. Y en la legislatura 2011-2015, también con el PP en el Consell, la deuda aumentó de 21.860 a 42.003, es decir, 20.143 millones, con un aumento de más de 5.000 millones al año", desglosa la Conselleria de Hacienda.