Motor

¿Cómo afecta al automóvil la llegada de Trump al poder?

El presidente de los Estados Unidos se ha propuesto que todos los vehículos que se vayan a vender en el país sean fabricados en su propio territorio, o si no es así, pagar un arancel lo suficientemente alto como para desmotivar la compra de dicho modelo. Y cuando hablamos de aranceles altos hablamos de amenazas de tener que pagar hasta un 35% adicional, lo que en el ya de por si ajustado precio que tienen los coches hará que algunos sean inviables en el mercado. Unas amenazas al sector de la automoción que ya son rentables: 15.800 millones de inversión y 10.000 nuevos empleos.

Pero, ¿por qué esta intimidación? Actualmente muchas marcas están proyectando abrir fábricas en México, donde la mano de obra es más barata, y desde donde pueden fabricar modelos para el mercado estadounidense -esto no quiere decir que limiten la fabricación solo a ese mercado, aunque se construyeron con el objetivo principal de exportar a Estados Unidos-.

El mercado del automóvil es un gran pastel que deja mucho dinero en forma de impuestos, puestos de trabajo, investigación, pruebas, fabricación, etc. y todo el mundo quiere formar parte de él.

En España, tenemos la suerte de contar con muchas fábricas de coches de distintas marcas, lo que da empleo a miles de personas. Sin embargo, no tenemos casi lugares donde desarrollar los componentes de los automóviles, algo que no solo genera beneficios en cuanto a puestos de trabajo, sino que es algo que se puede exportar y vender en todo el mundo.

No obstante, es más fácil la fabricación y emplea a más operarios, por lo que a corto plazo es más efectivo. Con esto en mente, Donald Trump ha amenazado en numerosas entrevistas a marcas como BMW, Toyota, al Grupo Fiat Chrysler, Ford o General Motors, logrando posteriormente en todos los casos una nueva inversión por parte de las firmas en cuestión.

A BMW lo amenazó con el ya mencionado arancel del 35% por su plan de abrir una fábrica en México en 2019, al tiempo que reconocía la importancia de los fabricantes alemanes mencionando que había muchos coches alemanes en Nueva York, y quejándose por no ver en Alemania igual cantidad de vehículos Chevrolet.

En este punto debemos mencionar que Chevrolet se retiró del mercado europeo a finales de 2015 tras las pocas ventas que realizaba. Huelga decir que la calidad y la competitividad de modelos parecidos tienen un papel importante en el resultado, y que la culpa no es de que los europeos seamos 'malos' y no queramos coches americanos, sino más bien que lo que ofrecen no atrae al consumidor de este mercado.

Estos cambios en periodos de tiempo tan cortos pueden trastocar las balanzas de algunas marcas, tanto a corto como a largo plazo, porque pueden suponer mayores costos de fabricación.

Además, grupos de mexicanos están intentando hacer boicot a las marcas que se echen para atrás, algo que, según evolucionen otras políticas que puedan afectar a otros países latinoamericanos, puede hacer que se extienda por todo el continente. De momento estas amenazas se dirigen a la fabricación del automóvil en sí, pero ¿quién sabe si en el futuro podría ocurrir lo mismo con las partes individuales que conforman el automóvil?

Otra losa sobre el coche eléctrico

Además estos cambios del lugar de ubicación de las plantas de fabricación podría tener implicaciones en terceros.

En algunos casos es posible que fabricantes de ciertas piezas tuvieran pensado abrir plantas en las cercanías y, en otros casos, es posible que los proveedores tengan que ser distintos a los inicialmente previstos.

Adicionalmente a estas amenazas en la fabricación tenemos el problema añadido de que tanto Trump como parte de su gobierno niegan el cambio climático, entre ellos, un consejero de la petrolera ExxonMobil.

Están decididos a borrar del mapa a la EPA -la Agencia de Protección del Medioambiente-, y ya han retirado de todas las webs gubernamentales todo lo referido al cambio climático. Sus políticas irán encaminadas a potenciar el uso del petróleo y a hacer más laxas las regulaciones en cuanto a contaminación, algo que irá en perjuicio de todos, pero que creo tendrá algún impacto en las emisiones de los vehículos del futuro, así como cierta ralentización en la instauración global del coche eléctrico.

Aun así, queda el resto del mundo, donde los fabricantes tienen que certificar según sus normativas los vehículos a vender, y esas normativas no se van a hacer más laxas. Lo que sí es posible es que las nuevas normativas, más restrictivas, tarden más tiempo en aplicarse.

Algunos incluso se preguntan si con el Gobierno de Trump se hubiera destapado el 'dieselgate', al ser tan defensores del petróleo y no querer perjudicar a sus intereses.

Personalmente creo que hubiera salido igual. Los coches van a seguir necesitando petróleo generen más o menos emisiones y, además, se trata principalmente de una compañía extranjera -Volkswagen, aunque hay más marcas implicadas- con lo que podría haberla amenazado o sancionado más duramente en beneficio de su administración bajo la excusa del proteccionismo.

Vienen tiempos revueltos para el mundo del automóvil. Por un lado tenemos la expansión de los coches eléctricos e híbridos junto a los coches autónomos, y por otro lado, el hombre más poderoso del mundo dando lo que podría ser el último puñetazo en la mesa en favor de la industria del petróleo.

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