
Tesla recibió unas cuantas críticas últimamente, en particular por su tendencia a invertir vastas sumas de dinero sin obtener si quiera ganancias. Pero al menos en un aspecto tiene más éxito de lo podría soñar su máximo responsable, Elon Musk: obligó a los que fueron gigantes intocables de la industria alemana del automóvil a despertar y acelerar sus planes para tener coches eléctricos propios.
Este año, los altos ejecutivos de BMW no asistirán al Salón del Automóvil de París porque están ocupados planeando cómo ampliar su gama de modelos eléctricos, tal y como informa Reuters. Mientras tanto, Mercedes está preparando cuatro modelos eléctricos nuevos y Volkswagen (dueña de Porsche y Audi) prometió que los vehículos eléctricos representarán el 25% de las ventas para 2025.
Antes, las automotrices alemanas andaban bastante desganadas respecto a este cambio. La veneración del motor a combustión estaba demasiado arraigada en la en la sociedad, pero esos días quedaron atrás. Tesla construyó una marca con seguidores apasionados e hizo que la industria alemana se pusiera en marcha gracias al shock.
Llevará tiempo que esos nuevos vehículos alemanes aterricen en el mercado, lo que le da a Tesla una ventaja relativamente clara, por lo menos durante un par de años más. Las casi 400.000 reservas del Model 3, a un precio de 35.000 dólares cada uno, son unas cifra impresionantes. Pero a medio plazo -digamos para 2020-, Tesla no debería tener todo el mercado premium para ella sola.
Después de todo, así suele funcionar la innovación. Apple creó el iPhone y pronto otros copiaron sus funciones. Tesla avanza mucho más rápido que una firma tradicional pero, a diferencia de Apple, sigue siendo una empresa con uso intensivo de capital. No será fácil seguir logrando grandes avances técnicos para mantener su ventaja competitiva.
Además, aunque sus baterías baratas son una ventaja importante, un gran aumento de la producción global pronto bajaría los precios de las baterías para sus rivales. Dado el poder financiero y de ingeniería de la industria alemana de coches de lujo, sería sorprendente que no lograse producir un vehículo para competir con el Model S o el Model X. De hecho, al menos en autonomía, General Motors ya le está superando.
BMW ya demostró lo que puede hacer. En muchos aspectos, el BMW i3, lanzado en 2013, era un gran vehículo eléctrico. Pero reinventar el coche de cero emisiones con fibra de carbono liviana lo encareció demasiado. La autonomía limitada tampoco ayudó a impulsar las ventas, que el año pasado representaron sólo el 1% del total de BMW.
A juzgar por los planes de las marcas alemanas, el triunfo de Musk ya está al alcance de la mano. Desafortunadamente, para Tesla, forzar un cambio no es lo mismo que sacar provecho del mismo. Marcar un punto de inflexión no supone traducirlo en beneficios.