Una de las mayores ventajas de los coches eléctricos, la ausencia de ruido, se ha convertido en un problema para la seguridad de los peatones. Acostumbrados al zumbido de los motores de explosión, los peatones suelen fiar su seguridad a su oído en sitios como los aparcamientos, muchos de los cuales no tiene espacios destinados a ellos lo que les obliga a ir sorteando coches.
Pero los coches eléctricos, a velocidades muy bajas, generalmente por debajo de 20 km/h (a la velocidad permitida dentro de los parkings) son indetectables al oído pues el ruido de la rodadura es inapreciable. Lo que puede suponer que como el conductor ande un poco despistado embista a algún peatón o, en el mejor de los casos, se vea obligado a tirar de claxon, lo cual tampoco es muy recomendable para la salud de los peatones.
Ante esta evidencia y tras una gran controversia, la Unión Europea empezó el pasado año a debatir la necesidad de que los vehículos eléctricos se dotasen de un detector acústico cuando circulan a velocidades bajas. Para lo cual, creó una comisión de expertos con cerca de 60 personas para determinar el mejor modelo. Y esta semana ha entado en vigor la medida. Desde este lunes, es necesario actualizar los requisitos del sistema de alerta acústica de vehículos (AVAS, por sus siglas en inglés) de todos los vehículos silenciosos de transporte por carretera en Europa, como los eléctricos híbridos y eléctricos puros.
No obstante, la medida no se empezará a notar hasta dentro de un año, pues a partir de este 1 de julio, los fabricantes están obligados a dotar a los coches de nueva homologación, pero tienen un año de moratoria para ir incluyendo el nuevo sistema a los coches eléctricos que ya han sido homologados y se siguen construyendo. Esta modificación afectará, según la propia institución, a los vehículos de las categorías N y M, es decir, a los vehículos de motor para el transporte de personas y a los de mercancías.
Aunque cada fabricante tiene la potestad de elegir el tipo de sonido con el que quieren dotar a sus unidades electrificadas, la legislación de la UE establece que deberá imitar a un motor de combustión y tener una intensidad entre los 56 y los 75 decibelios. También quedará prohibida la desactivación manual del ruido, una opción que era posible antes en este tipo de transportes.