
Decía William Gibson "El futuro ya está aquí, solo que está desigualmente repartido"…si en algún ámbito puede aplicarse esta frase es en la educación. No hay nada más importante en la vida de las personas, en la generación de prosperidad y en la transformación de las sociedades que la educación. Es la base de la igualdad de oportunidades ante la vida y por ello demasiado importante y urgente para pensar en ella en términos de futuro…sobre todo cuando dicho futuro se basa en cosas más esenciales y sencillas de lo que se piensa.
Las últimas décadas hemos vivido una revolución educativa en términos de cantidad, de acceso a la educación. Hace 200 años, solo el 12% de la población mundial podía leer y escribir, hoy en día el analfabetismo solo afecta al 15% de los adultos y a menos del 10% de los jóvenes entre 15 y 24 años. Este avance en el acceso a la educación se está extendiendo a todos los niveles educativos, incluida la Educación Superior. El progreso en el conocimiento es imparable, y cumpliendo las predicciones de la curva de Fuller, hoy se estima que se está duplicando cada uno o dos años, y pronto será cada doce horas. Un conocimiento que además está al alcance de todos, en nuestros móviles.
En ese sentido deberíamos sentirnos satisfechos, pero el reto pendiente es la calidad de la educación. Los métodos de enseñanza a nivel general han cambiado muy poco sobre todo si lo comparamos con los cambios en la sociedad y en las necesidades que debe cubrir la educación. La robotización está cambiando radicalmente nuestra sociedad y, en un futuro no muy lejano, muchas de las profesiones actuales no existirán y otras irán cambiando vertiginosamente. El 90% de los científicos de toda la historia de la humanidad están actualmente vivos, la capacidad de innovación ha superado por primera vez a la capacidad de adaptación del ser humano. El paradigma con el que crecieron nuestros padres de que los conocimientos y estudios servían para toda la vida ha desaparecido.
Por lo tanto, en el futuro no bastará educar en lo que se llama la inteligencia fluida, es decir la capacidad de resolver problemas y encontrar nuevas soluciones independientemente del conocimiento del pasado y la experiencia. Deberemos educar individuos con capacidad de aprender constantemente a lo largo de toda su vida y en un mundo robotizado las competencias emocionales serán más esenciales que nunca, y las profesiones que se basan en ellas las más solicitadas. Necesitaremos un sistema educativo más orientado a potenciar que las personas desarrollen sus talentos y capacidades diferenciales en vez de una visión uniforme de la inteligencia. Será imprescindible educar individuos con capacidad de pensamiento crítico en un mundo con exceso de información dominado por las modas y las tendencias y la super-simplificacion.
Hay una excelente noticia. Los métodos educativos necesarios para todos esos retos ya existen, incluso desde hace muchos años en particular en la educación infantil de la mano de revolucionarios como Montessori, Steiner, Decroly…. Las tecnologías y la inteligencia artificial abren la posibilidad una educación más experiencial y eficaz mediante el uso de la realidad virtual, simulaciones y modelos de aprendizaje adaptativo respondiendo a las necesidades de cada individuo. El aprendizaje basado en proyectos permite desarrollar la capacidad de solucionar problemas interaccionado con otros. Los modelos de educación diferenciada, la presencia mayor de la música y otras competencias artísticas permiten no solo desarrollar otros tipos de talentos sino también las capacidades emocionales y creativas que marcarán la diferencia en un mundo automatizado. La internacionalización de la educación promueve individuos preparados para un mundo global y con una perspectiva más amplia y libre de sus vidas.
Pero son todavía pocos los que acceden a dichos métodos educativos, y más aun, aunque muy importantes no son por sí mismos la única respuesta. Si analizamos los mejore sistemas educativos del mundo la base de su éxito está en algo más simple y a la vez mucho más profundo y esencial, el rol del profesor. Dichos sistemas, como son los de Finlandia o Singapur, comparten una base muy sencilla: ser profesor es una ocupación prestigiosa, admirada y reconocida socialmente, porque a ella acceden solo los mejores con un proceso de preparación más exigente que el de la mayoría de otras profesiones y que de forma natural selecciona a aquellos que disponen de auténtica vocación. Sus metodologías van cambiando y adaptándose en función de los resultados pero el secreto de su éxito es simple: el profesor y su rol en la sociedad. No hay nada más revolucionario educativamente que un excelente profesor y sin él cualquier metodología por innovadora que sea será ineficaz.
El ser educador es una de las profesiones con mayor responsabilidad e impacto en la vida de las personas y muchos de nosotros somos los que somos porque un profesor se cruzó en nuestras vidas, vio en nosotros lo que no veían otros, nos iluminó con una nueva forma de entender las cosas, nos apasionó con su asignatura. Y también muchos no han sido lo que habrían podido ser porque no tuvieron esa suerte. Esos profesores inspiradores y que cambian las vidas de sus estudiantes son los que yo denomino profesores vocacionales, para distinguirlos de los educadores ocupacionales, aquellos para los cuales enseñar es una forma segura de ganarse la vida en la que los estudiantes son a veces/incluso, un mal necesario, aquellos que se empeñan en enseñar lo que ellos saben y como ellos saben, no lo que su estudiante necesita y de la forma que lo necesita.
Isaac Asimov, en su relato corto "Como se divertían!" parodiaba y alertaba de un mundo futuro en el que la educación estaría robotizada, sería aburrida y deshumanizada. Pero un estudio de Mckinsey del 2016 indica que de entre todos los sectores el menos susceptible a la automatización es la Educación, precisamente porque una parte esencial de la misma requiere interacciones humanas complejas como son las del profesor con el alumno, además de las de los alumnos con otros estudiantes. Ello quiere decir que ser profesor será una de las profesiones esenciales, de las menos robotizables en la sociedad, de las más exigentes y prestigiosas, a las que solo podrán aspirar los mejores y que exigirá fuerte vocación.
Sorprendentemente el futuro será una vuelta al pasado, en la que el maestro era una de las figuras más importantes en los pueblos, y en contra de lo que muchos piensan, será la tecnología la que nos obligará redescubrir la figura del profesor poniendo en valor su rol esencial: ser un generador de sentido en la vida para sus estudiantes ayudándoles a hacer útiles los conocimientos a su alcance, acompañándoles en su crecimiento personal, el descubrimiento de sus talentos, la definición de sus sueños y facilitándoles el adquirir las competencias emocionales para hacerlos realidad.
Esos profesores ya existen, están aquí y ahora, son el futuro, solo necesitamos un sistema que promueva que haya más y con mayor reconocimiento para ellos.
Guillermo Cisneros Garrido, Fundador de Unnivers y Profesor de ESADE.