El ministro de Universidades, Joan Subirats, pretende incorporar en el proyecto de la Ley Orgánica para el Sistema Universitario (LOSU) un punto que obligue a los nuevos profesores a formarse como enseñantes, en vista de que en la actualidad imparten clase sin ninguna formación pedagógica, a diferencia de los profesores de colegio o instituto. Dicha formación se realizará en el primer año de la plaza de ayudante doctor, que es la figura de entrada a la carrera académica en la LOSU. El convenio laboral de estos nuevos doctores según la ley cambia las condiciones de figura contractual será por seis años e impartirán un máximo de 180 horas por curso académico, de forma que resulte compatible con el desarrollo de tareas de investigación para atender a los requerimientos para su futura acreditación como profesor titular.
En la actualidad, la docencia quita a estos recientes doctorados mucho tiempo ya que los funcionarios se centran en la investigación. Son estos méritos los que les permiten seguir progresando en su carrera y tienen que hacer un gran esfuerzo para sacar horas para hacer ciencia. En vista de que este criterio es imprescindible para pasar la criba de la agencia de evaluación ANECA y ser profesores permanentes (titulares o catedráticos). Además, después de tres años en el puesto, los contratados doctores tendrán que pasar una evaluación del desempeño de su actividad docente e investigadora.
La idea del ministro para los cambios propuestos parte de que ha recordado a la prensa como en 1974, a los pocos días de empezar a ser profesor, tuvo que hablar "sobre teoría política de San Agustín sin que nadie me hubiese explicado en qué consistía dar clase". Subirats pretende que se usen las unidades de innovación docente que ya tienen las universidades y confía en llegar a un acuerdo con los gobiernos autonómicos y la conferencia de rectores para la configuración de los cursos. "Sin pretender que sea una carga para ningún docente", ha recalcado el ministro, "en pleno siglo XXI con los cambios tecnológicos que ha habido creo que la formación inicial es necesaria".
El objetivo de esta iniciativa es principalmente reforzar la formación pedagógica y la capacitación docente del profesorado, "que actualmente dependen del voluntarismo de cada profesor o profesora individual", recuerda Subirats. El nivel universitario, insisten, es el único en el que no se exige una formación docente al profesorado para ejercer su profesión.
Además, la nueva Ley dará un impulso a la formación continua para que el profesorado pueda actualizarse en nuevas didácticas y metodologías más idóneas en cada disciplina. En definitiva, se trata de reforzar la capacitación docente, que hoy depende de una decisión individual.
En el día de ayer Subirats manifestó antes de intervenir en la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Congreso. "Queremos impulsar un cambio en la cultura docente en la universidad, de manera que el futuro profesorado universitario tenga una formación inicial pedagógica que le permita poner en práctica nuevas metodologías docentes que conllevan un aprendizaje de mayor calidad para los alumnos". Reconoció que la nueva reforma universitaria no parte de cero, gracias al trabajo realizado por el anterior equipo ministerial, pero sí desea dejar su propio sello en la LOSU, que se enviará a la Cámara Baja "antes de acabar este periodo de sesiones, osea, antes del verano".
Cambios tras la pandemia
La pandemia forzó a los profesores de un día para otro a cambiar completamente la forma de impartir clases y obligó a mudar la docencia a la Red. Muchas universidades tuvieron que improvisar con cursos de adaptación. La intención ahora de los campus es ofertar más títulos a distancia, por lo que previsiblemente algunos van a dedicar a esta modalidad parte del curso. "Que los nuevos profesores puedan trabajar en tecnologías y en el valor de la presencialidad", ha explicado Subirats.
Los maestros de infantil y primaria son graduados en Educación y Magisterio, mientras los profesores de secundaria y bachillerato son graduados y han tenido que aprobar el Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP) o, desde 2009, un máster en formación de profesorado. Además, aunque el sistema pueda ser mejorable, los nuevos funcionarios en los institutos trabajan en prácticas el primer año y son controlados por un inspector que está presente en algunas de las clases. El Ministerio de Educación afirma que actualmente hay muchas críticas a esta preparación y por eso uno de sus objetivos es sustituir este "mero requisito" por un verdadero proceso de tutorización que permita a los docentes aprender en la práctica.
En cambio en el tema de las universidades, muchos profesores mayores dan clase y apenas han hecho ciencia, porque no les están obligando. Sin embargo, las nuevas hornadas de PDI (Personal Docente Investigador) sí que se ven forzadas a investigar para pasar las distintas cribas de la ANECA y así ir subiendo en el escalafón y poder dirigir una tesis o dar clase en determinados másteres.
La universidad se ha centrado tanto en la ciencia que muchos creen que se ha descuidado la docencia. Subirats sostiene que una universidad no puede ser solo una academia que imparte clase o un laboratorio en el que se investiga, sino que hay que llegar a un equilibrio. Por eso, la ANECA trabaja en un sexenio complemento salarial, cada uno de unos 100 euros mensuales que reconozca la labor docente. Esta formación docente previa perfila hacia donde van los pasos del ministerio, que insiste totalmente en mejorar la docencia. Si esta ley llega a aprobarse beneficiaría a muchos nuevos docentes, pues el 53,5% del profesorado permanente actual habrá alcanzado ya la edad de jubilación para el curso 2030-2031.