
En marzo de 2020 se detuvo, con la declaración del estado de alarma, toda la educación presencial en territorio español. Una situación que dejó en sus casas a casi 10 millones de estudiantes que comenzaron a recibir sus clases a través de plataformas digitales con las que ni ellos ni sus docentes se encontraban familiarizados. A partir de ese momento se comenzaron a detectar las fallas de un sistema que no estaba preparado para trasladar las aulas a los hogares.
En muchos casos las familias no contaban con equipos para que sus hijos continuasen con las clases. Una realidad que, según reflejan los datos del INE, en el año 2020, el 93,2 % de los hogares cuyos ingresos netos mensuales eran superiores a los 1.600 euros disponían de algún tipo de ordenador; en cambio este porcentaje disminuía al 58,2 % cuando los ingresos no alcanzaban los 900 euros. Mientras, en el trascurso del confinamiento, la salud mental mermaba con el paso de las semanas a raíz de la falta de socialización rutinaria que acostumbraba a construirse entre los intercambios de clases y los juegos en el patio de recreo.
Aunque todavía tiene algo de profético asegurar cuáles son los verdaderos retos a los que se enfrenta la educación y que tendrá que afrontar la comunidad educativa, algunos de ellos sí son detectables.
Nuevo modelo educativo
La educación digital cobrará -pese a que ya lo tiene- un rol central en la formación y, para ello, es imprescindible que se facilite el acceso a la misma para los estudiantes. Los métodos de enseñanza-aprendizaje viran hacía una hibridación de la educación tradicional junto con la introducción de la tecnología. Aunque será necesario formar al profesorado dado que según los datos del estudio del informe 'Teaching and Learning International Survey 2018', elaborado por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), menos del 40% de los educadores de toda la UE se consideran preparados para utilizar tecnologías digitales en la enseñanza.
En el caso de España, con base en el mismo estudio, solo el 38% de docentes se ha sentido bien o muy bien preparado para utilizar las TIC en el desarrollo de su actividad profesional. Además, casi un 40% de los docentes señala que no ha recibido formación sobre el uso de las nuevas tecnologías aplicadas a la enseñanza-aprendizaje, frente al 56% de la media de los países de la OCDE.
En predisposición para adquirir competencias digitales también España se sitúa como uno de los países con los datos más bajos. Un reciente informe presentado por la Fundación COTEC para la Innovación 'COVID-19 y educación: problemas, respuestas y escenarios', apunta que en España el 50% de los docentes dispone de las capacidades y los recursos profesionales para aprender a integrar los dispositivos digitales en la enseñanza, en comparación con otros países como Corea del Sur, Canadá y Estados Unidos, que se sitúan en entre el 70 y el 80%. Mientras que, si se observa desde el punto de vista de los estudiantes, en países como Suecia, Dinamarca, Estonia o Finlandia, más del 75% de ellos estudian en centros a través de una plataforma en línea ''eficaz''.
El papel de las instituciones y organismos públicos
El sistema actual de educación ha de transformarse al compás de lo que ya se califica como la revolución 4.0. Unos ritmos acelerados que cada vez precipitan más a las administraciones públicas e instituciones a integrar la tecnología como un elemento indispensable para el desarrollo de sus competencias.
La UE pretende llevar a cabo un conjunto de iniciativas para una educación "inclusiva y accesible"
Desde el Ejecutivo y las administraciones públicas han tratado de abordar los problemas derivados de esta situación pandémica y ha puesto en marcha mecanismos para paliar los efectos derivados de la misma, pero todavía insuficiente. Aún sin saber lo que acontecería después, diez días antes de la declaración del estado de alarma el Consejo de Ministros aprobó el Proyecto de Ley Orgánica, por el que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, y que regula la enseñanza no universitaria y supondría la efectiva derogación de la LOMCE. La criticada LOMLOE junto con la próxima aprobación de la ''Ley de FP'' suponen un avance en materia de digitalización de las aulas y modernización de la enseñanza en España.
La Unión Europea ha lanzado su propio Plan de Acción de Educación Digital (2021-2027), mediante el cual pretende, por un lado, fomentar el desarrollo de un sistema educativo digital de alto rendimiento y, por otro, mejorar las competencias y capacidades digitales para la transformación digital. Una muestra de su creación es el Estudio Internacional de Alfabetización en Computación e Información (ICILS) en el que más de los jóvenes de 13 a 14 años que participaron en 2018 no poseían el nivel de competencia más básico en habilidades digitales. Mediante este plan la UE pretende llevar a cabo un conjunto de iniciativas para una educación "inclusiva y accesible" y que logre enfrentarse a los retos existentes en la educación.
Desmotivación y abandono escolar
Ahora bien, el sistema se enfrenta a retos mayores. El parón de las clases ha provocado que muchos jóvenes se hayan desmotivado -por la falta de rutina hábito y disciplina de estudio en línea-, pero también el distanciamiento físico ha hecho mella en su salud mental. Según el Informe España 2020, elaborado por la Universidad Pontificia de Comillas (UPC), el sentimiento de soledad se ha doblado entre los jóvenes. En la encuesta afirman que se han sentido solos el 14,7% de los mayores de 60 años, el 18% de quienes tienen entre 30 y 60 años, y el 31% de los jóvenes menores de 30.
Una desmotivación que en muchos casos lleva a que los estudiantes decidan no continuar con los estudios. El abandono escolar temprano en España, aunque varía de una autonomía a otra, alcanza el 16% frente al 9,9% de media en la Unión Europea. Además, en 2020 el porcentaje de abandono sigue siendo más elevado entre los hombres, 20,2 %, que entre las mujeres, 11,6 %. Si bien los datos han mejorado y no se han producido despuntes, sigue siendo una cuestión central que se debe abordar para los próximos cursos.
Para ello, la UNESCO destaca en su estudio 'Promoción del bienestar socioemocional de los niños y los jóvenes durante las crisis, 2020', que es clave para incentivar desde las escuelas, medios de comunicación e instituciones, el desarrollo de habilidades de aprendizaje emocional (ASE). Habilidades que ayuden a ''abordar y contrarrestar la ansiedad social, la convulsión emocional y la atemorizante inseguridad'' fruto del COVID-19, es por ello que, según aseguran en su investigación, ''desarrollar ASE puede dar cabida a conductas que permitan abordar las situaciones estresantes con calma y respuestas emocionalmente reguladas y fortalecer el pensamiento crítico para tomar decisiones y medidas mejor informadas''.
La brecha digital, la falta de educación digital, el cierre de escuelas rurales, la desmotivación o el abandono escolar, son solo algunos de los retos a los que se enfrenta la educación y que han de subsanarse para alcanzar una verdadera inclusión educativa. Pero, sin los recursos financieros suficientes para la educación, la desigualdad en el acceso a la educación se hará cada vez más pronunciada y continuará agravándose la crisis educativa actual, que ya venía arrastrando las consecuencias de la crisis financiera de 2008. Dos cuestiones que frenarán el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4, el acceso universal a una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos.