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Cómo superar la sobredosis de enseñanza virtual

  • Según el estudio, 6 de cada 10 españoles reconocen que pasan más tiempo del que deberían mirando una pantalla
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Con la llegada del confinamiento y el teletrabajo, también llegaron las clases online. Y a la cantidad de horas que ya pasábamos frente a las pantallas, alarmantes según un estudio de Multiópticas por los estragos que causan en nuestra salud, se le sumaron muchas más.

La enseñanza online de segundas lenguas sigue en auge de cara al verano, pero la pandemia provocada por el Covid-19 hace que muchos se replanteen si, después de todo un curso pegados al ordenador, es buena idea pasar los meses estivales así.

Según el estudio, 6 de cada 10 españoles reconocen que pasan más tiempo del que deberían mirando una pantalla, y que esto les provoca problemas de concentración en muchos ámbitos de su vida. Además, un 70% ignora el descanso de unos minutos que se debe realizar cada media hora al utilizar pantallas para cuidar de nuestra salud.

Inés Ruiz, fundadora de ELEInternacional, pone el foco en los peligros menos tangibles que el abuso de las pantallas puede tener en las personas: aquellos que nos afectan a nivel mental.

«Tras tantas horas seguidas, día tras día, prestando atención a una pantalla con estímulos constantes, nuestro cerebro se vuelve vago. Y disminuye su capacidad de focalizarse en un tema particular» explica Ruiz, y puntualiza «además, centrar el estudio y el ocio en un mismo formato, el online, y hacerlo dentro de un mismo espacio, la casa, crea un bucle que, a nivel psicológico, desgasta mucho».

Por esto es importante aprender algunos trucos que nos permitan mantener el interés, la concentración y el ánimo de los alumnos. Y para los profesores de ELEInternacional la más útil es «sacar la clase de la pantalla, aunque el curso siga siendo virtual». Es necesario establecer una conexión entre lo que se está aprendiendo y las cosas que son significativas en la vida diaria del alumno. Según su fundadora, «el truco está en tener la mentalidad adecuada, y adaptarse a la edad y situación de cada alumno».

Cuando los alumnos son menores, este trabajo recae en gran medida en los profesores y, a menor escala, en el entorno familiar. Pero cuando los alumnos son adultos, deben tomar parte activa en la resolución del problema.

Consejos para mantener el interés, la concentración y el ánimo

Inés Ruiz propone algunos ejercicios enfocados al estudio de los idiomas que, siendo sencillos, tienen una eficacia demostrada tras más de diez años de experiencia:

«Algo tan simple como ver una película puede ser el complemento ideal a una clase si se ve en la lengua que se está aprendiendo y subtitulada» explica, «e incluso si no se está aprendiendo un idioma puede ser un recurso útil, pues si la temática del film va acorde con el curso, su contenido se grabará con mayor facilidad en la mente del alumno. Así, un niño pequeño que esté aprendiendo los nombres de los animales, puede disfrutar de forma activa la película de "El Rey León", y un adolescente estudiando historia, del musical "Hamilton". La clave está en buscar lo que funciona para cada uno».

Dejar a la vista notas con información relevante y fácil de asimilar, también da buenos resultados. «Un post-it con la palabra "mesa" encima de la mesa, y otro con la palabra "silla" en la silla, ayudarán a los más pequeños a familiarizarse con las palabras usadas en la clase de español» , ejemplifica Ruiz. Este consejo, extrapolable a cualquier edad, se puede ampliar con una lista de conjugaciones verbales junto al cepillo de dientes, para verlo todas las mañanas, o una tabla periódica.

Pero sobre todo, se trata de tener una buena estructura y ser flexibles. «Si el alumno tiene un mal día, probablemente no sea buena idea dar una lección de matemáticas. Las clases estructuradas ayudan a mantenerse enfocados, pero si no hay flexibilidad es muy fácil que acaben frustrados» reflexiona, por eso los alumnos deben probar lo que funciona mejor para cada uno. «Con los adultos es más sencillo, puede que lo que les ayude sea dar la clase en el jardín o escuchar la lección mientras hacen algo que les gusta, como cocinar o hacer ejercicio».

Y el consejo más repetido por los expertos: descansar y recompensarse. Tras una sesión de estudio el alumno debe tomarse un descanso, tanto de la temática como de las pantallas. Y si ha obtenido los resultados esperados, lo ideal es que se premie con algo que le guste y le motive a continuar. «No tienen porqué ser grandes recompensas, algo tan sencillo como merendar lo que nos apetezca, o salir a jugar con nuestra mascota, después de acabar el tema que estemos estudiando puede servir».

Ruiz reconoce que en ocasiones no queda otra opción que hincar los codos y estudiar a la vieja usanza, sobre todo ante pruebas muy estrictas como selectividad u oposiciones. Pero en situaciones más flexibles, apostar por estos recursos puede ser la diferencia entre acabar el curso con normalidad, o hacerlo frustrados y sin sacarle provecho.

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