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¿Y si el cambio es a mejor?

  • El 40% de las empresas considera instaurada la práctica del coaching
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La OCDE en su Better Life Index de 2020, analiza diferentes indicadores relativos a la calidad de vida de las personas como pueden ser la educación, la salud, el trabajo, los ingresos, la seguridad o el medio ambiente. Según este estudio, en relación al trabajo en España, los trabajadores se enfrentan a una pérdida de ingresos del 23% en caso de perder su empleo cuando la media de la OCDE es del 7%. Además, el porcentaje de población activa en nuestro país que ha estado desempleada durante un año o más es actualmente del 7,7%, dato muy superior a la media dela OCDE del 1,8%.

Sin embargo, si hablamos en términos de felicidad y en una escala de 0 a 10, los españoles dieron en promedio un 6,3 siendo la media de la OCDE del 6,5, aunque algunos países como Islandia o Canadá promediaron 7,5 y 7,4 respectivamente. Es cierto que estamos muy cerca de la media de la OCDE pero bastante lejos del 10 al que todos, pienso, aspiramos.

Los ERE, los ERTE, el tipo de contrato, los salarios, la seguridad laboral, las perspectivas de la empresa, la conciliación laboral, el teletrabajo (en muchos casos compartiéndolo con la familia), los cambios de departamento, de responsable, de horarios, son algunas de las muchas circunstancias que todos estamos viviendo y, en otros muchos, sufriendo.

Gestionar la incertidumbre en cualquier ámbito es un reto desde siempre pero lo es aún mayor en estos momentos tan duros de pandemia que nos ha tocado vivir.

Muchas personas, entre las cuales me incluyo pese a que trabajo para cambiarlo desde hace tiempo, no sabemos gestionar bien esos periodos transitorios a ese cambio.

Asociamos el cambio a algo malo, algo desconocido que hará de nuestra actual situación algo peor. Da igual que el presente no sea el deseado, es el aceptado y hemos aprendido a vivir en él y nos cuesta pensar en algo distinto.

El pesimismo es uno de nuestros grandes adversarios, si echo el currículo en esa empresa NO me van a llamar, si le cuento a mi jefe mis ideas NO me va a escuchar, el nuevo director hará un nuevo equipo y NO contará conmigo, si me cambian de departamento, NO sé si podré adaptarme.

En la encuesta del CIS del pasado mes de octubre de 2020, el 53,9% de los encuestados admitieron sentirse poco o nada optimistas.

Adelantamos el futuro sin que haya pasado porque es lo que pensamos o creemos que va a pasar y la realidad es que en nuestra mente está pasando y es real. Pero como dice uno de los principales fundamentos de la PNL (Programación Neurolingüística) "el mapa no es el territorio" (Korzybsky – Science and Sanity, 1933), dicho de otra manera, nuestra realidad y la realidad verdadera son diferentes.

En algunas cosas es bueno y necesario mirar el pasado para explicar el presente o el futuro pero en el tema que nos ocupa, si primero aceptamos que tenemos la creencia de que el cambio es malo o de que el futuro puede no ser el que pensamos, el siguiente paso es trabajar en ser conscientes de que esa creencia se puede cambiar. Si verdaderamente creemos en esto, son muchas las técnicas que existen y que funcionan.

Muchos son los autores que han investigado sobre esto, el sistema de creencias de Robert Dilts, la terapia relacional emotiva de Albert Ellis, la terapia cognitiva de Aaron Beck, creencias y distorsiones cognitivas de Burns o "El Trabajo" de Byron Katie.

Son metodologías de pensamiento que sirven para cambiar aquellos pensamientos que tenemos dentro de lo cuales no somos conscientes que nos están limitando.

Son metodologías muy utilizadas en los procesos de coaching pero que a su vez podemos poner en práctica cada uno de nosotros, es decir, no es necesario ser un experto, basta con tener compromiso.

En mi opinión creo que es más efectivo trabajar en creer que es posible cambiar nuestro pensamiento que analizar los motivos por los cuáles pensamos así.

Se trata de dedicarnos tiempo, de cuestionarnos aquello que nunca nos hemos ni planteado que es posible cuestionarnos, de hacernos preguntas sencillas que no nos hacemos por la sencilla razón de que pueden cambiar nuestra forma de pensar.

¿Y por qué nos pasa esto? ¿Es normal? ¿Qué podemos hacer para pensar diferente? ¿Queremos pensar diferente? ¿Se trata de cambiar la manera en la que pensamos o creemos?

Todas las personas tienen creencias, algunas potenciadoras y otras limitantes. Las creencias existen a nivel individual pero también en grupos, ya sea en el ámbito familiar, social o laboral.

Las creencias son verdades absolutas que ni si quiera nos plantemos si son ciertas o no hasta que un día pasa algo que hace que cambien y surjan otras nuevas. Pero ese día podemos hacer que llegue mucho antes si queremos que pase.

Dicho de otra manera, estas técnicas funcionan si queremos que funcionen pero hay que QUERER CREER que es posible.

El cambio no tiene por qué ser a peor, es más, es probable que si analizásemos el porcentaje de veces que los cambios son buenos o malos igual nos llevábamos una sorpresa.

Sin embargo lo importante no es esto, ya que una vez llegue el cambio lo sabremos, la clave es si mientras llega ese cambio, la gestión emocional del mismo nos hace daño, nos quita el sueño o nos impide avanzar.

¿Nos aporta algo pensar así? ¿Cuál sería el pensamiento contrario? ¿Qué nos aporta el nuevo pensamiento? ¿Qué pruebas hay de que lo que pienso es verdad? ¿Qué ganaría si pensase lo contrario?

La práctica del coaching tanto a nivel personal como en empresas y las iniciativas cada vez más habituales en materia de inteligencia emocional en los colegios y centros de formación está en constante crecimiento y no es casualidad. Una de las claves es que son procesos no directivos en los que es la persona quien toma las decisiones de cambio desde la conciencia y la responsabilidad personal lo que genera un incremento del rendimiento muy superior al que puedan tener los procesos directivos y mucho más duradero.

Según Performance Consultants International, compañía fundada por el padre del coaching Sir John Whitmore, el retorno promedio de la inversión en procesos de coaching es del 800%. Clientes como Ikea, Volvo, Haier, Mastercard o Medtronic son algunos ejemplos de empresas que han aplicado y aplican esta cultura.

Más recientemente, en un informe realizado por Future for Work Institute y EY en septiembre de 2020 sobre 54 empresas españoles, entre otros datos, se obtuvo que el 40% de las empresas considera instaurada la práctica del coaching y el 76% cree que aumentará la demanda de esta práctica entre 2020 y 2022.

Para muchos el futuro será duro, hay que ser realistas ya que el presente ya lo es. Para otros lo será menos o será mejor, la cuestión es cómo queremos recorrer ese camino entre el presente y ese futuro que aún no ha llegado y que no tenemos la certeza de cómo será. De cada uno de nosotros depende.

Elaborado por Alberto Bendayán Gimeno, Director de Gestión de Balance y Márgenes en Liberbank y Experto en Inteligencia Emocional (UNIR)

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