
El Colegio Nuestra Señora de Schoenstatt y el Instituto de investigación Sondea han elaborado el Barómetro Schoenstatt Educación, humanización y futuro 2020 para conocer la opinión de los padres y madres españoles sobre la educación en los colegios. Pablo Siegrist Ridruejo, Director del Colegio Nuestra Señora de Schoenstatt de Madrid, explica en qué consiste este estudio.
¿Cuál es el objetivo de este barómetro?
Queremos promover activamente en nuestra sociedad una educación que permita a las generaciones futuras construir un entorno de convivencia más humano, donde cada uno pueda desarrollarse según lo que es y en libertad. Desde la experiencia de nuestro colegio, sabemos que puede hacerse, y para eso, hemos creado el Observatorio de la Educación para un Futuro Más Humano. Pero no queremos que el debate esté sesgado por nuestra forma de hacer o nuestros propios pensamientos: necesitábamos saber qué es lo que esperan de los colegios las familias españolas y qué pueden percibir como algo que esté fallando. Para eso necesitábamos este barómetro.
El 60% de las familias consideran que los colegios se están deshumanizando, ¿por qué cree que el porcentaje es tan alto?
Pienso que, quizá, en los colegios se ha cedido algo a la presión social sobre el resultado en perjuicio del proyecto educativo: es decir, nos hemos centrado más en la instrucción y la transmisión de contenidos (en "cumplir toda la programación"), que en formar personas estables y seguras de sí mismas, trasladando cierta presión a los alumnos y no parándonos a mirar a cada uno de ellos de forma personal y exclusiva. Esto último requiere tiempo y compromiso personal, y en el ritmo de vida que nos imponemos faltan a menudo. Un colegio verdaderamente humano es el que trata a cada alumno como un ser único y original y permite su desarrollo personal a partir de esta originalidad.
Los valores también han tenido su sitio en el barómetro. ¿Qué opinión tienen los padres respecto a ellos?
Los padres quieren que sus hijos reciban formación en valores, porque saben que sobre ellos se sustenta el bienestar emocional y afectivo de la persona. Uno es más grande cuando sabe respetar, compartir, amar: valorar al otro y a sí mismo. De hecho, en el Barómetro Schoenstatt se ha puesto de manifiesto una reclamación grande de las familias españolas en este sentido: más del 65% opina que la falta de valores en la educación provocará la aparición de generaciones inmaduras e incapaces de gestionar su propia responsabilidad en la edad adulta, además de generar frustración, depresiones y otros problemas de salud mental a nuestros menores. Esto debe alarmarnos como sociedad y parece que ya esté sucediendo: basta ver el papel que el suicidio tiene como la principal causa de mortalidad no natural en España según los datos del INE, para darse cuenta de que esta cuestión no es un tema menor.
¿Cuál es la conclusión que más les ha llamado la atención y por qué?
El análisis de lo que sucede cuando los padres se encuentran ante la decisión de elegir colegio. Los padres consideran que lo más importante para favorecer la educación de sus hijos es el modelo educativo (81%), dado que reconocen que la educación es un proyecto compartido entre la familia y la escuela, que deben guiar juntos al alumno en su crecimiento personal. Sin embargo, a la hora de elegir el colegio, sólo el 30% lo hace en consideración al modelo educativo, y muchos se quedan en aspectos muy externos, eligiendo más bien por cercanía al domicilio, las instalaciones del centro o los servicios complementarios. Desgraciadamente, podríamos pensar que los padres españoles somos un poco comodones o frívolos a la hora de elegir colegio, al contrario de lo que expresamos, ¿no le parece?
¿Cómo se podría conseguir una educación más centrada en las necesidades de cada niño?
La clave del proceso educativo está en la relación entre educador y educando. Educamos como por ósmosis, los educadores somos modelos de vida para nuestros alumnos. Un profesor motivado y vocacional, se compromete personalmente con sus alumnos y, a partir de ese compromiso personal, provoca la reacción de ellos: el cambio educativo. Mientras no valoremos, como sociedad, a nuestros maestros y educadores, no habrá forma de conseguir que esto suceda de forma generalizada. Al final, queda a la libre decisión del profesor, pero si se siente valorado y reconocido en su misión, se favorece este compromiso. Si no, puede acabar limitándose a transmitir los contenidos previstos en la programación y poco más. La actual revisión de la legislación sobre educación podría ser una ocasión perfecta para promover un reconocimiento mayor al papel del profesor, por ejemplo.
¿Qué papel esperan los padres de los profesores?
Según el Barómetro, para los padres la característica más relevante en los profesores es su capacidad para provocar el aprendizaje en los alumnos (lo plantea el 77%). Esto nos lleva a lo que hablábamos antes: puedo provocar el aprendizaje cuando me importa mi alumno, cuando lo quiero. De esa manera, le puedo ofrecer una mirada comprensiva de lo que es como persona, sin juicios, que le ayude a entenderse y a aceptarse; y puedo motivarlo. Ésa es la posición mejor para predisponer el aprendizaje. Las respuestas de los padres en la encuesta vienen a reconocerlo.
¿De qué forma se puede potenciar la formación humana en los colegios, como piden las familias?
Ante todo, debe potenciarse la existencia de modelos educativos propios en los colegios, diferenciados unos de otros, que permitan que se dé esta formación en valores. La traducción que los padres hacen sobre cuál es la mejor educación en valores para sus hijos difiere de unos a otros, en sintonía con su propia forma de entender el mundo, sus creencias, por lo que se debe respetar ese margen de elección para que puedan ejercer su derecho a educar en libertad. Esto corresponde a los gobernantes, tanto a nivel nacional como autonómico. Después, los colegios tenemos la grave responsabilidad de ser coherentes en toda la vida escolar y entregar cada día la formación que ofrecimos a los padres en el momento en que tomaron la decisión de matricular a su hijo en el centro.
¿Cuáles son los principales cambios que las familias exigen en la educación?
Exigen que se reconozca su papel como primeros responsables de la educación de sus hijos y que los colegios puedan ir junto a ellos en el ejercicio de ese deber. Piden colegios con modelos educativos propios en los que el papel protagonista lo tenga la formación en valores y la libertad para poder elegirlos según el modo en que quieren educar a sus hijos. También exigen leyes educativas estables y no ideológicas, sino basadas en el consenso social. Nos están reclamando a todos los agentes del sector un gran pacto educativo que dé solidez y permanencia al sistema educativo.
¿Cuál es la opinión general que tienen las familias sobre la tecnología?
Las familias consideran que la tecnología debe ser, ante todo, un facilitador para el aprendizaje, algo que ha resultado patente a partir del confinamiento de primavera. Reconocen que tiene un papel importante para la formación de sus hijos de cara a lo que tendrán que enfrentar en su vida profesional futura. Esto es evidente, pero, en este sentido, personalmente me ha sorprendido que las familias no sean conscientes de los riesgos que entraña el abuso o mal uso de la tecnología en el desarrollo de la personalidad de los alumnos. Para los colegios, es una gran responsabilidad, pero necesitamos de los padres para poder ejercerla adecuadamente.
En definitiva, ¿cómo sería el colegio perfecto?
El colegio ideal para las familias españolas es uno que ofrezca un modelo educativo basado en valores claros, donde todos los profesores busquen la motivación de cada alumno de forma muy personalizada y empleen una metodología innovadora que proponga formas nuevas y efectivas de abordar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Sorprendentemente, las familias españolas prefieren un colegio pequeño, de una o dos aulas por curso (líneas), para que ofrezca un clima más familiar.
¿Y el profesorado perfecto?
Los padres quieren profesores capaces de provocar el aprendizaje en sus alumnos, comprometidos en la motivación y con capacidad para identificar las necesidades de cada uno. Es decir, reclaman profesores no sólo capaces y profesionales, sino muy motivados y entregados, lo que hace urgente que como sociedad reflexionemos sobre el reconocimiento que hacemos a nuestro profesorado.