
Profesor, maestro…docente: quizá sea la profesión más importante del mundo y la que en menos tiempo haya tenido que aprender más cosas en las últimas semanas. Hemos pasado de vivir con nuestra esencia, el trato directo y personal con nuestros compañeros, alumnos y familias, a coexistir con una pantalla de ordenador en la que la multitarea como palabra, se queda corta.
Es cierto que con la tecnología y los diferentes programas informáticos que estamos utilizando hacen que en la mayoría de las etapas de los colegios podemos continuar con nuestra labor docente en lo que al plano académico se refiere: docencia en cada uno de los cursos que teníamos, reuniones de coordinación con los departamentos pedagógicos y equipos directivos e incluso entrevistas con familias y con los propios alumnos. Como siempre pasa, habrá casos de éxito mayor en unas familias que en otras, no me preocupa. Siempre el docente quiere ayudar como un padre a sus hijos.
Ahora bien, la prioridad docente online de esta época no tiene que ir enfocada únicamente al plano académico, y aquí es donde creo que se marca la diferencia entre un colegio y otro. Hay muchas familias que lo están pasando verdaderamente mal; despidos, ERTES, reducción de trabajo o imposibilidad de desempeño en el caso de los autónomos, y también enfermedades, fallecimientos y todo ello, desde casa, sin consuelo, sin abrazos, con una angustia y una impotencia que hace que el clima en las casas no sea precisamente de alegría y optimismo. Y ahí en medio están sus hijos -nuestros alumnos- escuchando llamadas muchas veces desalentadoras, viendo a sus padres que lloran, que discuten, que no pueden controlarse como habitualmente hacen. Y en su cabeza… ¿entrega de trabajos? ¿realizar exámenes online? ¿EVAU? Está claro que la vida sigue, sí, pero hablemos claro, no sigue igual para todos…
Como docentes, aquí es donde debemos poner la prioridad y podemos ayudar mucho más de lo que creemos. Nuestros alumnos necesitan paz, tranquilidad, cariño. ¿No hemos avanzado todo lo esperado en los temarios? No pasa nada, ¿qué son dos o tres meses en una vida? Ahora bien, si no nos preocupamos de su corazón, de su alma, no habremos avanzado nada. Cuando como maestro logras que un alumno, que una familia, no solo avance en el plano académico, sino que ayudamos en la solución de un problema que les quita la paz, nuestra vocación docente coge fuerza y hace que el día a día de los profesores merezca la pena.
Solo quien se siente amado, puede ser educado. Enhorabuena a las familias, estáis haciendo una labor ejemplar con todo lo que tenéis encima. No os canséis de corregir, ayudar, en definitiva, de dar ejemplo. Permitíos tener errores y ser imperfectos y hasta dar un par de gritos en un momento determinado. Estamos en un momento en el que el salón de vuestras casas debe ser -es- el mejor colegio del mundo. Y en ese pequeño o gran salón, contad con los docentes que, estoy seguro, vamos a seguir dando el 200%.
Elaborado por Carlos Ortiz Sanchidrián, Director del Colegio CEU San Pablo Sanchinarro