
Las distintas políticas monetarias en Estados Unidos y la Unión Europea han encarecido el cambio un 56%, lo que borra la posibilidad de un euro débil en un horizonte de medio plazo.
El euro debutó en la calle el primero de enero de 2002. Entonces, para comprar un dólar los inversores tenían que pagar 1,16 euros -comisiones al margen- o lo que es lo mismo, les daban 0,8895 dólares por cada euro. Doce años después, una expansión enloquecida y la peor crisis desde la Gran Recesión de por medio, el equilibrio del mercado está en una situación bien diferente. Las políticas monetarias adoptadas y la estructura macroeconómica de las dos regiones han llevado al euro a apreciarse un 56 por ciento en este periodo, hasta la zona de 1,38 dólares, una situación que cada vez parece más estructural y menos coyuntural. Un euro débil por debajo de 1,30 frente al billete verde parece cosa del pasado o del futuro lejano, pero no del presente. Las políticas divergentes de sus respectivos bancos centrales, que todavía siguen siéndolo, seguirán apreciando al par hacia el entorno de los 1,40 dólares, estiman los analistas.
Europa seguirá sufriendo un euro fuerte y caro en el medio plazo, por encima incluso del nivel de paridad de poder adquisitivo (PPA). Esto significa que, transformadas todas las divisas a dólares, el poder adquisitivo de la moneda común es menor que el del billete verde. De este modo, a menos que el BCE intente rebajar el tipo de cambio, algo que los expertos dudan que esté dispuesto a hacer, las fuerzas macroeconómicas y del mercado seguirán empujando a la divisa común.
Después de fuertes altibajos, parece que el tipo de cambio se consolida en el entorno de los 1,38 dólares, pero las fuerzas de mercado podrían llevar el cruce hacia los 1,40 por dos factores. En primer lugar, las divergencias en la política monetaria que han seguido sus bancos centrales en estos años y que todavía se prolongan. La Reserva Federal (Fed) ha aumentado su balance en un 527 por ciento desde el inicio del euro, mientras que el BCE lo ha hecho en un 167 por ciento, una brecha que todavía se sigue ampliando. Sólo en 2014 la Fed ha elevado su hoja de balance en un 3,16 por ciento, mientras que la entidad europea la ha reducido un 4,6 por ciento. La consecuencia inmediata es la caída de la oferta de moneda europea y el aumento de la estadounidense, lo que presiona proporcionalmente el tipo de cambio al alza. En segundo lugar, el superávit de la eurozona contrasta con el déficit por cuenta corriente de EEUU: mientras que una región es acreedora con el resto del mundo, la otra es deudora. Esto significa mayor demanda de euros y mayor oferta de dólares, lo que también empuja el equilibrio del tipo de cambio al alza. Por último, la inflación también tiene un componente de correlación inversa sobre el tipo de cambio: a medida que los precios se contienen, la divisa tiende a apreciarse más y viceversa. Todos estos factores se han visto en los últimos años con claridad y los analistas intuyen que seguirán así al menos durante 2014, lo que puede emplearse para anticipar la evolución del cruce euro/dólar. El mercado podría encontrarse en equilibrio en 2014 en los 1,40 dólares por euro, sin embargo, en términos de paridad de poder adquisitivo la situación es diferente. A igualdad en términos de capacidad de compra, el tipo de cambio debería situarse en 1,32 dólares por euro, explica Estefanía Ponte, directora de Análisis de Cortal Consors. Por este motivo, un euro apreciado entre un 4,5 y 6 por ciento es "el precio que hay que pagar por que no haya dudas de la solidez de la divisa", explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi. "Hay una corriente de información -la que apunta al euro en la zona de 1,30 dólares o por debajo- que no se corresponde a la realidad, veo al cruce en 1,40 a medio plazo y 1,45 a largo", advierte Javier Flores, analista de Asinver. Los analistas creen que el equilibrio del euro frente al dólar se mantendrá en estos niveles a medio plazo, lo que significa situarse en la banda alta de fluctuación de los últimos años.