Hace semanas que el consumidor puso el grito en el cielo al ir a comprar unas berenjenas o un calabacín al supermercado y tener que pagarlos a más de 4 euros el kilo. Los medios de comunicación enseguida se hicieron eco de la denuncia, al fin y al cabo, los precios de frutas y hortalizas "estaban por las nubes", pero ahora, que el tema se ha templado, nada parece importar.
La información hoy en día es así, como una rambla, desértica hasta que llueve tanto que provoca un torrente que copa portadas durante días -a veces horas- para retornar después al secarral que suele ser. De lluvias va el tema, del clima, o esa fue la justificación directa que se aceptó para dar por válida la subida del precio de las hortalizas. El frío invierno calentó los precios de las verduras, los llevó a ebullición y la tapa de la olla explotó.
Las reacciones se sucedieron y el problema llegó hasta el propio Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. La ministra, Isabel García Tejerina, señaló que la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) podría intervenir en el caso de la subida de precio de las verduras y hortalizas. Se buscó a los culpables.
Agricultores, mediadores, distribuidores, grandes superficies... ¿Quién puso tan caro el calabacín? Quizás esta vez la ley de la oferta y la demanda se cumplió, y la escasez de hortalizas provocó un aumento directo de los precios. Nadie quiso perder dinero. El problema es cuando la teoría no se cumple, cuando el punto de equilibrio se distorsiona, y eso es lo que ahora -cuando los focos están apagados- denuncian los agricultores.
El pasado jueves, la organización agraria ASAJA-Almería pidió que se investigara el desplome de los precios de los últimos días. Un segundo, no corra al supermercado a comprar nada; los precios en origen, no los de venta al público.
El viernes, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) aseveró que "alguien se está forrando" con las hortalizas, ya que su precio en los supermercados "sigue siendo carísimo", mientras que el margen que reciben los agricultores se ha desplomado.
Hoy, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) ha hecho público su índice de precios en origen y destino de los alimentos (IPOD) de enero. ¿Adivina la conclusión? Seguramente no del todo. COAG reconoce que este enero se ha dado uno de los diferenciales entre el campo y la mesa más bajos de los últimos años, pero también pone de manifiesto que durante la última del semana el desplome de los precios en el campo de las principales hortalizas no se está repercutiendo a los precios pagados por el consumidor.
El precio del calabacín y berenjena, los claros protagonistas de esta historia, en origen se ha hundido. En el caso del calabacín, los precios en destino se han elevado un 14% a pesar de la caída de un 62% de las cotizaciones en el campo.
Evolución de los precios en enero. Fuente: COAG
En la berenjena la evolución ha seguido la misma tónica, y mientras los precios al consumidor se han elevado un 17%, al productor han bajado un 35%. Ahora, que parece haberse 'puesto el ojo' en productos como la lechuga o la alcachofa.

Evolución de los precios en enero. Fuente: COAG
"De nuevo, agricultores y consumidores estamos siendo víctimas de las prácticas especulativas de las cadenas de distribución que quieren recuperar a marchas forzadas sus abusivos márgenes habituales sin importarles los fundamentos objetivos del mercado: oferta y demanda. La situación productiva en el campo no ha variado tanto de una semana a otra como para propiciar un derrumbe de los precios tan significativo. La presión de las centrales de compra de los grandes distribuidores está pasando factura a los productores, que una vez más nos vemos indefensos para controlar una perniciosa volatilidad", explica Andrés Góngora, responsable del sector de frutas y hortalizas de COAG.
"Acostumbrados a precios ridículos"
Desde ASAJA manifiestan que han sido "meros espectadores de una intensa presión para reducir los precios en origen, desincentivando el consumo de productos como el calabacín y la berenjena". "No sería de extrañar que de aquí a un mes estos productos los viéramos como un reclamo de otra oferta como suele suceder cada campaña", señala Francisco Vargas, presidente provincial de la organización.

"Queremos advertir de los peligros que provoca la utilización de campañas de reclamo agresivas, que banalizan la producción de frutas y verduras y provocan en los consumidores el desconocimiento del verdadero valor que tienen estos productos indispensables en nuestra cesta de la compra, y que son de los más valorados por nuestros vecinos europeos debido a su calidad y seguridad alimentaria", añade ASAJA.
¿Está el consumidor final acostumbrado a pagar poco por el producto del campo? Francisco Rodríguez, un agricultor de Almería, explica en una entrevista a 'elEconomista.es' que en España el consumidor está "acostumbrado a recibir las hortalizas baratas, y todo tiene un precio y un trabajo que se debe pagar".
"Ojalá el agricultor recibiera siempre un precio más justo, -sé de casos en los que se venden pepinos, calabacines o berenjenas a 3 céntimos el kilo, y en el supermercado están a 60 céntimos- y el consumidor pagara también un precio más justo", dice Francisco.
Este agricultor explica que el precio se establece por subasta, las grandes distribuidoras nacionales e internacionales mandan a sus compradores a esas subastas y ellos deciden el precio dependiendo de los pedidos que tengan. "No puede ser que a los agricultores les paguen a veces 20 céntimos por kilo de calabacines y en los supermercados se vendan un euro; el agricultor pierde dinero, el consumidor paga demasiado y todo el negocio se lo lleva el intermediario", lamenta.
"Aquí, en invierno, se gana el dinero que compensa todo el año porque luego en primavera el kilo de calabacines está a 50 céntimos con suerte y algunas veces se venden a menos de 10 céntimos, estaría bien que también os acordárais del precio de las hortalizas entonces, cuando el agricultor no es capaz ni de cubrir los costes de producción", concluye, no sin antes preguntarse: "¿Por qué la ministra de agricultura amenaza con sancionar no sé a quién por los precios de las hortalizas? Y por el de la electricidad, gas, alquiler, agua u otros alimentos..."