Las estrecheces económicas a las que el consumidor se ha visto sometido por la crisis han dado alas a una infinidad de conceptos low cost en la restauración que, contra todo pronóstico, comparten su éxito con otros más exquisitos y, algunos, hasta excéntricos, y en consecuencia, mucho más caros que los primeros.
Aunque el precio sigue siendo uno de los factores más determinantes a la hora de elegir dónde comer y beber fuera de casa, también hay un público que prefiere rasgarse los bolsillos a cambio de alimentarse al tiempo que vive una experiencia sensorial, cuanto más exclusiva mejor.
Un buen ejemplo de esta tendencia es el concepto gastronómico Dinner in the Sky. Un proyecto que ya ha tenido por techo el cielo de ciudades como Toronto, Río de Janeiro, Sidney, París, Londres o Bruselas y que consiste en elevar con una grúa a 50 metros de altura una plataforma en la que instalar, con arneses incluidos, una veintena de comensales y un equipo de cocineros, capitaneados por chefs de prestigio, incluidos estrellas Michelin.
Joël Robuchon, Pierre Gagnaire o Alain Passard ya han formado parte de esta apuesta que, en el caso de la capital europea, comparte protagonismo con otro concepto que, en esta ocasión, tiene los pies en la tierra. Mejor dicho, las ruedas.
Tram Experience es otra de las apuestas gastronómicas de Bruselas, con la que la ciudad también pretende mejorar su atractivo turístico.
Su oferta consiste en servir a sus comensales una cena, también elaborada por grandes maestros de la cocina belga, en el interior de un tranvía durante las dos horas que dura el trayecto que efectúa el convoy por la capital comunitaria y que ha contado con el apoyo de la compañía pública de transportes (STIB) para convertir uno de sus tranvías en un restaurante móvil.
Esta iniciativa, que también conocen Roma y Milán, llegó a Bruselas el año pasado de la mano de Brusselicious, una de las patas de Visit Brussels, que en 2012 celebró el año de la gastronomía.
A estas iniciativas se sumará en breve la que, según ha podido saber elEconomista Alimentación, hará de la iglesia de Sainte Catherine un mercado gourmet que podría tener mucho que ver con los de San Miguel o San Antón de Madrid.
No será la única iglesia transformada. En los últimos años, Bélgica ha desacralizado unos 40 lugares de culto que podrían reconvertirse en restaurantes, mercados gastronómicos o, siguiendo el patrón de los holandeses, hasta en discotecas o bares de copas. Una tendencia que, de momento, no ha llegado a España.
Lo que sí ha venido para quedarse en nuestro país es la restauración temática. La inspirada en los años 50 americanos ha sido la última en desembarcar y, de momento, en arrasar.