
El Anzhi Makhachkala vive sus días más oscuros en su corta existencia como club profesional. El conjunto ruso que nació en 1991 y 20 años después recibió una inmensa inyección de dinero, a través de uno de los grandes magnates de Rusia, está cerca de desaparecer. Atrás quedan los tiempos donde algunos de los jugadores con más renombre de Europa fueron atraídos por una pequeña población a 1.900 kilómetros de Moscú, que se atrevió a desafiar a la capital y amenazar con dar el salto a la primera plana del viejo continente.
Roberto Carlos, Samuel Eto'o, Willian, Lass Diarra o Yuri Zhirkov. Son algunos de los mejores futbolistas del mundo durante los últimos 15 años y todos ellos tienen en común que han pasado por el Anzhi, un club que en 2011 fue adquirido por el empresario ruso Suleimán Kerímov. Sin embargo, el fútbol moderno en algunas ocasiones logra escapar de las manos del dinero y el negocio y lo que iba para un megaproyecto (al estilo Manchester City o PSG) se quedó en pan de un día.
Cuando en 1991 la Unión Soviética se disolvió, en la recién creada República de Daguestán (uno de los 83 sujetos federales de la actual Rusia) nació el Anzhi Makhachkala, un equipo que pasó a integrarse en la tercera división del país. Al mismo tiempo, en la capital de la región, Majachkalá, el joven economista Suleimán Kerímov comenzó su carrera profesional en una planta eléctrica.
Pasaron los años y mientras el Anzhi consiguió el ansiado ascenso a la Premier League de Rusia (primera categoría nacional) y una final de Copa, aunque luego estuvo a caballo entre primera y segunda división, Kerímov fue labrando una fortuna que en 2006 le catalogó entre las 100 personas más ricas del mundo y la octava del país, según Forbes.
Con inversiones en Gazprom (5%) y Sberbank (6%), dos de las principales compañías orientales, el empresario fue convirtiéndose en magnate hasta que la crisis de 2008 le obligó a vender sus participaciones y centrarse en la potasa y el oro, principalmente con Polyus, otro de los gigantes rusos. Con estas y otras gestiones fue consolidando su fortuna hasta ser considerado el "Warren Buffet ruso", por su estilo de inversión astuto, mientras también adquiría un papel político entrando en el Consejo de la Federación de Rusia como representante de Daguestán.
Toda una serie de influencias que ya en enero de 2011 le llevaron a dar el salto al deporte y comprar el club de su localidad natal, el Anzhi, que había logrado consolidarse en Premier League tras ascender dos años antes. Así, prometiendo relanzar al equipo a primera plana rusa e internacional, Kerímov introdujo una inversión inicial de alrededor de 200 millones de euros para mejorar la plantilla, la infraestructura del equipo y construir un estadio apto a las condiciones de UEFA.

De esta forma y atraídos por la posibilidad de residir y entrenar en Moscú y viajar solo a Majachkalá para los partidos, los internacionales brasileños Jucilei y Diego Tardelli y el marroquí Moubarak Boussoufa llegaron en los primeros días del mandato del magnate, además de Roberto Carlos. El exlateral del Real Madrid y campeón del mundo fue la gran apuesta para promocionar el proyecto, seducido por la posibilidad de ser entrenador-jugador y unas clausulas en su contrato inigualables que le aseguraban cerca de 6 millones de euros a sus 37 años.
En total, 15 nuevos jugadores para comenzar la campaña que se completaron con otros ocho fichajes a mitad de temporada, estos ya mucho más galácticos. Un joven Mehdi Carcela-González, que estaba comenzando su carrera que luego le llevaría a Benfica o Granada, el delantero del PSV Balázs Dzsudzsák o el interior del Chelsea Yuri Zhirkov, estos dos incorporados por 14 millones cada uno, confirmaban que el Anzhi estaba dispuesto a luchar con los grandes del viejo continente a través del dinero de su dueño. Pero sin ninguna duda, la joya de la corona fue Samuel Eto'o, quien un año antes había sido clave en la Champions conseguida por el Inter de José Mourinho.
El exdelantero del Barcelona, entre otros muchos clubes, significó el pelotazo definitivo en el Anzhi (transferido por 27 'kilos') para que, gracias a sus goles, consiguiese colarse en competición europea en la primera campaña de la era Kerímov. 20 millones de euros por temporada que convirtieron al camerunés en el futbolista mejor pagado por entonces. A partir de aquí todo fue más fácil en el club ruso, ya conocido en todo el mundo por su proyecto y compitiendo en la Europa League con conjuntos históricos como el Liverpool.
Para esa aventura continental, el cuadro junto al mar Caspio dio las riendas de su vestuario a Guus Hiddink. Junto al experimentado técnico, Kerímov añadió a su lista de cracks a Lassana Diarra, procedente del Real Madrid, Lacina Traoré y Ewerton para reforzar el vestuario y con ellos, alcanzar los octavos de final en la segunda competición europea durante dos campañas seguidas.
En 2013 Kerímov anunció un recorte drástico en el presupuesto por los malos resultados y el 'Fair Play' financiero de la UEFA. Fue el principio del fin
Sin embargo, debido al endurecimiento del 'Fair Play' financiero de la UEFA y a la ausencia de títulos en Rusia (la mejor participación fue un tercer puesto que no dio acceso a la deseada Champions League), el magnate decidió reducir drásticamente el presupuesto del club y cambiar su proyecto hacia un equipo de jóvenes nacionales. Así, pese a haber fichado al brasileño Willian por 35 millones en febrero de 2013 (su última gran incorporación), el Anzhi vendió todos sus grandes activos en agosto llegando a ingresar casi 160 millones de euros.
Hasta 17 jugadores salieron del conjunto de Majachkalá (el propio Willian, Eto'o, Lass, Zhirkov...) que, sumados a la retirada de Roberto Carlos, pusieron fin al atractivo proyecto y dejaron un equipo desangelado que terminó último en liga. El descenso a segunda categoría fue el principio del desplome del Anzhi que, pese a subir al año siguiente y conseguir salvar la categoría, sufrió un nuevo revés con la venta de Kerímov en diciembre de 2016.
El descenso la campaña anterior, pero la salvación por los problemas financieros de otro conjunto, le han posibilitado jugar esta 18/19 en la Premier League. Aunque otra vez con un vestuario plagado de jugadores de segundo nivel ruso y con solo dos internacionales como grandes bazas (Andrés Ponce por Venezuela y Gael Ondoua por Camerún), las pretensiones del Anzhi no han mejorado. Penúltimo, a nueve puntos de la salvación matemática y con cinco partidos por jugar, la situación en Majachkalá roza la tragedia. Si el primer equipo desciende, las deudas económicas ahogarán al club llevándole incluso a la desaparición. El desplome del sueño de un magnate que se atrevió a desafiar al fútbol con jugadores galácticos, pero al que el negocio le salió del revés.