
El año 2011 fue un hito clave en la historia del PSG. Después de ver el ciclo dorado del Olympique de Lyon y el intercambio de campeones que sucedieron a los del Ródano, la entidad parisina, sin títulos ligueros en el siglo XXI y relegada a un papel secundario en el fútbol galo, era adquirida por el fondo qatarí Qatar Investment Authority, con la cabeza visible de Nasser Al-Khelaïfi. Una inversión inicial de 50 millones de euros que daría a un flujo interminable de dinero con un doble objetivo: convertir al equipo en el nuevo jerarca galo y conseguir el trofeo por el que todos sueñan, la Champions League. Un deseo que, hasta el momento, parece vetado por una maldición deportiva que no entiende de músculo financiero.
En una aparatosa eliminación, el PSG se ha quedado fuera de la Champions tras ser remontado en su Parque de los Príncipes por un Manchester United en los huesos, plagado de bajas. La séptima claudicación de un proyecto que ya acumula 1.200 millones de euros en fichajes y que sigue encallando, edición tras edición, en Europa.
Si bien en los dos primeros años bajo el dominio del capital qatarí, el PSG no jugó Champions, ya empezó a invertir en jugadores de talla mundial. En el curso 11/12 llegaron Javier Pastore, Thiago Motta y Kevin Gameiro, así como Carlo Ancelotti en el banquillo. La temporada siguiente aterrizaron Thiago Silva, Zlatan Ibrahimovic, Ezequiel Lavezzi, Marco Verratti y Lucas Moura. En tan solo dos temporadas se invirtieron 258 millones de euros, de acuerdo con los datos de Transfermarkt.
En 2013 llegó el primer título liguero de la nueva época...y la primera decepción europea. Con un equipo con figuras, pero todavía con mucho por hacer, pasó con solvencia la fase de grupos y batió al Valencia en octavos, pero un Barcelona con un Leo Messi mermado (se lesionó en la ida y jugó media hora en la vuelta) le eliminó en cuartos.
En la 13/14, con Laurent Blanc en el banquillo, fueron Edinson Cavani y Marquinhos los fichajes más destacados de un desemolso total de 135 millones de euros, y a pesar de ganar la Liga y la Copa de la Liga con claridad, se llevó un doble golpe en clave UEFA: la eliminación en cuartos de Champions ante el Chelsea y la sanción del organismo europeo por incumplir con el Fair Play Financiero.
Bajo un crisol de restricciones económicas, el verano de 2014 fue el más tranquilo para el PSG con una sola compra de entidad, la de David Luiz. El resultado fue el ejemplo de la tendencia de rendimiento del equipo en la nueva era: un dominio total en Francia (con un triplete histórico de Liga, Copa y Copa de la Liga) y un nuevo K.O. en Champions, otra vez en cuartos y otra vez ante el Barcelona.
La maldición siguió en el curso 15/16: la llegada de Ángel di María y un gasto de 116 millones de euros en fichajes y un nuevo triplete en Francia que no pudo evitar el vértigo en Champions, con un nuevo K.O. en cuartos de final, esta vez ante el Manchester City. El naufragio europeo le costó el puesto a Laurent Blanc, que fue sustituido por Unai Emery.
La primera temporada del vasco significó el aumento en la crudeza de la maldición del club parisino: sorprendentemente segundo en Liga por detrás del Mónaco, y después de una inversión de 116 millones de euros (ese curso Julian Draxler fue la adquisición más destacada), fue otra vez eliminado por el Barcelona en Champions, esta vez en octavos y con una histórica remontada que escoció muchísimo en la entidad gala, consciente de que el salto definitivo a la élite no llegaba.
Con el recuerdo del fatídico 6-1 en el Camp Nou, el verano de 2017 fue de nuevo para recordar en el plano de fichajes: lanzado a una posición de jerarquía en el fútbol europeo, realizó el más caro de la historia del fútbol pagando la claúsula de Neymar, de 222 millones de euros, y consiguió la cesión con opción obligatoria de compra (135 millones más variables que se contabilizarían en el siguiente ejercicio) de Kylian Mbappé, su verdugo en Liga con el Mónaco el curso anterior. De golpe, el club se hacía con uno de los mejores jugadores del mundo y con el que sería uno de sus sucesores, o incluso su competidor. Con estas dos operaciones, provocó las suspicacias de la UEFA, que investigó las contrataciones por una posible infracción del Fair Play. El riesgo fue grande; la inversión, mayúscula. Poco importó.
Aunque el PSG recuperó la hegemonía en Francia con un nuevo triplete, la tragedia volvió a campar a sus anchas en Europa. Cruzado con el Real Madrid en octavos de Champions, enfocado el duelo como la verdadera prueba de fuego del proyecto, Neymar se lesionó antes del partido de vuelta y el club salió otra vez eliminado, en una nueva muestra de falta de competitividad en la gran competición continental.
Así se llegó a la temporada 18/19, donde Thomas Tuchel cogió las riendas del banquillo con la misión de, por fin, acometer el mandato que los millones invertidos y la trayectoria de los últimos años imponían. Nada más lejos de la realidad: con el añadido del K.O. en Copa de la Liga, el equipo se quedó de nuevo sin Neymar en octavos de Champions (y sin Cavani) por lesión, y aunque conquistó Old Trafford sujetándose a Mbappé, mostró su imagen más pobre en casa y se vio remontado por el United de Solsjkaer en otra hazaña, otra vez sufrida en contra, para recordar. De nuevo, con todo en contra. De nuevo, apenas influyeron los millones.
Con estos mimbres, la historia del PSG en esta época catarí sigue siendo la misma: tras ocho años de inversiones y decepciones en Champions, llevando el infortunio a la máxima potencia, la entidad parisina no ha pasado de cuartos en la 'Orejona'. Aún con un plantel renovado y diferentes fórmulas en el banquillo, el ecosistema del fútbol francés, en el que su superioridad es aplastante y limita las posibilidades de ver rendir a la escuadra ante rivales de gran calibre, apunta a una causa clave, al margen de las aleatoriedades del balompié, para explicar una maldición que se prolonga.
En un segundo lugar quedan las cinco Ligas, las cinco Copas, las cinco Copas de la Liga y las seis Supercopas de Francia obtenidas en este tiempo. Porque el plan de la conquista de Europa del PSG, la razón de ser del proyecto, hace de éste un fracaso.