Deporte y Negocio

El Eibar, el equipo al que se le quedó pequeña su ciudad y tuvo que saltar a todo el País Vasco

  • Aprueba su ciudad deportiva, la primera de su historia, en Vizcaya
  • Su filial, borrado en 2012, está en Álava a raíz de un convenio de 2013
  • Su gestión, ejemplar: de 4 a 52 millones de ingresos en el periodo 2014-2019
El estado de Ipurua, antes del inicio de un partido del Eibar. Foto: Getty.

La última Junta de Accionistas del Eibar no fue un encuentro cualquiera. En el encuentro de propietarios de 2018, celebrado este miércoles, la sociedad ha dado un paso adelante en su historia: crear su propia ciudad deportiva en una decisión marcada por la controversia y que ha finalizado un proceso de casi un lustro en el que la entidad eibarresa se ha ido a todos los niveles en el escalón más elevado del fútbol vasco.

La historia reciente del Eibar es peculiar. En poco más de cuatro temporadas ha crecido de manera exponencial y ha pasado de ser un habitual de la categoría de plata a asentarse, con un modelo económico sostenible (en la presentación de sus últimas cuentas ha declarado 14 millones de euros de superávit y tiene 30 en caja), en lo más alto del balompié español en la ciudad más pequeña de toda LaLiga Santander. Con 27.000 habitantes, a un club tan familiar como el armero se le ha quedado pequeña su localidad.

El carácter prudente y familiar de una escuadra con una masa social muy apegada a su propio territorio, que no permite alegrías para expansiones (Ipurua, por estar enclavado entre una autopista y edificios de viviendas, apenas puede ser ampliado y aún así ya tiene un aforo que representa el 25% de la población), se vio reflejado en la decisión de la entidad de someter a votación la construcción, por fin, de su primera ciudad deportiva en propiedad.

Hasta el momento, el Eibar estaba (y está) de alquiler en Atxabalpe, en Mondragón, y sus diferentes filiales repartidos en ocho ubicaciones. Sin espacio para el correcto desarrollo de su cantera y sin la posibilidad de sentir una pertenencia respecto a sus lugares de entrenamiento, el club presidido por Amaia Gorostiza dio el paso definitivo para crear unas instalaciones que unificasen a todas las categorías y creó, sin pretenderlo, un cisma en la afición.

El problema radicaba en las dos opciones para emplazar la ciudad deportiva: Areitio, en terreno eibarrés, y Azitain, en Vizcaya, pero a escasos ocho kilómetros del centro de Eibar y con un coste de cinco millones de euros menos (16 frente a 21). El dilema estaba claro: mantener el sentido de pertenencia o abrirse al futuro con una mayor rentabilidad. En la votación del miércoles, los socios se decantaron por la opción de Areitio, confirmando la expansión del Eibar por todo el País Vasco.

Vista aérea del estadio del Eibar, Ipurua, antes de un partido de LaLiga Santander.
Vista aérea del estadiod el Eibar, Ipurua, antes de un partido de LaLiga Santander. Foto: Getty.

Porque, aunque ahora es oro todo lo que reluce en el Eibar, hace tan solo seis años la situación era muy diferente. El club armero, con el agua al cuello por la falta de ingresos, decidió prescindir de su filial, el Eibar B, en 2012. Una decisión dolorosa que se quiso corregir tres años más tarde, consiguiendo un acuerdo de colaboración con el CD Vitoria, entidad alavesa con la que ha llegado a ascender a Segunda B y que, de momento, estará vinculada a su nueva matriz hasta 2020.

En los últimos años, el hecho de constituirse en filial del Eibar no ha impedido que el Vitoria siguiese entrenando y jugando sus partidos en territorio de Álava. Su estadio, La Vitoriana, se sitúa en Vitoria-Gasteiz y su segunda instalación en importancia, Ellakuri, está en Llodio, dentro de la misma provincia. 

Fue la primera 'conquista' del Eibar en el País Vasco, y ahora se la ha sumado la segunda definitiva. Con su ciudad deportiva en Vizcaya, el equipo estará en las tres provincias vascas. Un trabajo transversal para cumplir con el Plan Estratégico de la entidad, que cifra el término de las obras en 2021, lo que haría realidad la promesa armera de que "primer equipo y el fútbol base puedan trabajar en condiciones acordes a Primera División".

Donde el Eibar tiene números de Primera es en la economía. Los cinco cursos consecutivos de la entidad en la máxima categoría han multiplicado por 14 y, aunque este curso es el primero en el que éstos descienden, se estabilizan por encima de los 50 millones, con una cifra de 52,3 que se entiende porque, a diferencia de la temporada pasada (en la que se ingresaron hasta 10 millones de euros con ventas de jugadores), en el actual ejercicio se ha mantenido a una gran parte de los pilares de la plantilla de José Luis Mendilibar.

Esta cifra, la de ingresos por ventas, no es baladí, ya que ha contribuido a financiar una parte importante de la ciudad deportiva (de hecho, en tres años ha acumulado casi 19 millones de euros en ese concepto) de que empezará a construirse en los próximos meses que ha supuesto la expansión total del Eibar por todo el País Vasco...y que, a su vez, permitirá la formación de nuevos talentos que permitan a la entidad su autosuficiencia, ya sea por medio de las ventas o de la llegada al primer equipo. En definitiva, el cierre de un círculo que comenzó allá por 2014, cuando el conjunto de una ciudad de menos de 30.000 habitantes comenzó a asombrar al universo fútbol por una manera diferente de hacer las cosas.

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