El baloncesto español alcanza un año más su cita más importante del calendario. La Copa del Rey, que esta vez regresa a Málaga, acoge durante cuatro días (del 13 al 16 de febrero) a ocho aficiones dispuestas a alentar a sus equipos para salir del Martín Carpena con el trofeo bajo el brazo. Ocho clubes que cerraron su clasificación impulsados por unos proyectos económicos muy dispares entre sí, más aún entre los dos gigantes de la canasta (Real Madrid y Barcelona) y un grupo de aspirantes donde destaca el sorprendente Casademont Zaragoza como líder de la rebelión en las pistas.
Cuando en la jornada 14 Zaragoza asaltó Málaga, el humilde Casademont certificó su clasificación para la Copa del Rey a falta de tres jornadas para el final de la primera vuelta. Era la confirmación de lo que venía ocurriendo a lo largo de toda la temporada, un equipo confiado a las manos de Porfirio Fisac demostrando que con uno de los presupuestos más bajos de toda la ACB podía mirar a la cara a los grandes de la pelota naranja.
Aún tercero en la competición doméstica, a solo una victoria del Madrid y a dos del Barça, el conjunto aragonés consiguió hace dos campañas salvar la categoría in extremis y con solo diez victorias (último de la permanencia). Entonces la situación de Zaragoza era crítica y un descenso podría haber ahogado sus cuentas, pero ese objetivo cumplido sirvió para que los socios que encabeza Reynaldo Benito, presidente desde 2007, pudiesen optar a un futuro más holgado.
A la temporada siguiente, ampliación de 850.000 euros mediante y ya con el técnico segoviano en el banquillo y un presupuesto de cuatro millones, el cuadro maño seguía estando en el alambre de la supervivencia. Sin embargo, el sexto puesto en liga y las semifinales en Playoffs permitieron, ya sí, tener cierto margen económico que esta campaña se ha visto totalmente trasladado al estado del equipo con otro incremento de un millón para compensar las pérdidas pasadas. Además, la cárnica catalana Casademont y el regional Grupo Costa se han convertido en patrocinadores oficiales, dando relevo a Tecnyconta, para certificar el impulso económico que no llega desde las instituciones aragonesas.
Málaga y Valencia, sustentados por Unicaja y Roig, son la clase media que aspira a desbancar a unos Madrid y Barça deficitarios pero aupados por el potencial del balompié
El Zaragoza es uno de los equipos de la liga que menos dinero recibe de su región, la última partida de la Diputación de 220.000 euros para 15 clubes del territorio lo ejemplifica, y dista mucho de su rival en cuartos de final de la Copa. Un Unicaja local que ingresa solo por el patrocinio de Andalucía en la camiseta 290.000 euros, a los que añade los patrocinios de Málaga 2020, Costa del Sol o Benahavís para elevar su presupuesto, junto al esencial apoyo del banco malacitano desde 1991, hasta los casi 11 millones de euros.
Málaga, junto a Valencia Basket, representa la clase media del baloncesto nacional y los únicos en esta Copa que pueden 'acercarse' a Madrid y Barcelona. Mientras el presupuesto del cuadro taronja alcanza los 21,5 millones, debido al mecenazgo de Juan Roig con Pamesa y Mercadona detrás, el de blancos y blaugranas ronda los 35 gracias al soporte del fútbol, vital para la supervivencia de estas secciones que hace años dejaron de ser rentables.
Pese a la constante lucha por todos los títulos y a poseer a los mejores jugadores del continente, los dos gigantes españoles solo ingresan 15,88 (los de la capital) y 9,17 millones (los de la ciudad condal), mientras soportan unas pérdidas de 27,91 y 32,3 'kilos', respectivamente. Patrocinios como Palladium, ETFinance, Assitència Sanitària o Serveto se quedan insuficientes ante las pocas entradas de capital que aporta la venta de entradas y los derechos de televisión, por lo que ambos se ven obligados a tirar del potencial de sus cuentas en el fútbol para mantener la brecha que les separa del resto de España y les permite estar en posiciones altas en Euroliga.
Por último, Bilbao, Andorra y Tenerife se unen a Zaragoza en esa clase baja que opta a sorprender en un formato que reduce la ventaja del potencial económico. El conjunto vasco ha regresado a la categoría de oro con unos ingresos de 440.000 euros y un presupuesto de 3,6 millones (el menor de la Liga Endesa) y está cerca de olvidar su deuda con Hacienda, Caja Rural y Fogasa que ya solo se sitúa en 2,34 'kilos'.
Bajo el liderazgo de Álex Mumbrú, los hombres de negro han dejado atrás su descenso en 2017, y tras un gran curso en la segunda división se han presentado en la Copa hasta el punto de ser el único club vasco cogiendo el testigo del todopoderoso, pero irregular este año, Baskonia. Una buena planificación técnica que se ha mantenido con los sustentos regionales de El Correo, Euskatel, Seguros Bilbao y KutxaBank para hacer resurgir al público de Miribilla.
Por su parte, MoraBanc Andorra e Iberostar Tenerife, que se enfrentarán en cuartos, han basado parte de su fortaleza en las últimas temporadas en precisamente las dos entidades que tienen sus derechos de naming. Junto al banco del principado y a la cadena hotelera balear, Andorra y Tenerife gozan de una estabilidad económica que lleva su presupuesto por encima de los 5 y los 6,5 millones, respectivamente. El Cabildo ingresa 1,1 'kilos' en los canarios, mientras que en los andorranos, además de tener ventajas fiscales por el Principado, son empresas estatales como Andorra Telecom, Pyrénées Andorra o Molines Patrimonis los que ayudan a que ambos sueñen con su primera Copa del Rey.