
Después de los tres primeros días de Cumbre, las comisiones donde se fijan las primeras posiciones y se resuelven las cuestiones más técnicas, han comenzado a trabajar a pleno rendimiento. Está previsto que las negociaciones se lleven a cabo en tres fases.
En la primera de ellas, hasta el viernes, los protagonistas serán los funcionarios en sus grupos de trabajo. Una segunda a medida que los ministros vayan llegando a la Cumbre durante los tres primeros días de de la semana que viene y la fase final, dónde serán los jefes de estado los que acordarán los detalles sobre los dos asuntos principales: financiación y objetivos de reducción de emisiones.
Entretanto, el martes asistimos a la filtración en The Guardian de lo que aparentemente quería ser un primer texto de acuerdo elaborado por el gobierno danés. Gran revuelo en los pasillos para los que tuvieron ocasión de leer un documento inicial que sembraba la duda sobre la transparencia del proceso de negociación.
La tensión aumentó cuando el negociador por Tuvalu y portavoz del G77, visiblemente molesto por el hecho, manifestó su preocupación por la actitud de los países desarrollados y su falta de compromiso y la necesidad de disponer de una acuerdo legalmente vinculante para estos antes del fin de la conferencia.
Personalmente me han sorprendido de este texto dos cuestiones: la ambiciosa inclusión de objetivos de reducción -sobre prácticas business as usual- para países en vías de desarrollo y un acuerdo para la reducción global de emisiones del tráfico marítimo global (bunckering) cuando se veían casi descartados los acuerdos de reducción sectoriales.
Supongo que veremos más de estos textos filtrados durante la semana.