
Hoy comienza una de las reuniones internacionales que sin duda pueden tener una mayor influencia en el diseño de los negocios de la próxima década. Cumbre del Clima de Copenhague: todo lo que tiene que saber, por José Luis Blasco.
La magnitud de la transformación que supondría un acuerdo global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como el que se propone tendría efectos sustanciales en gran parte de los sectores económicos, especialmente en los países desarrollados.
Sin embargo la comunidad de negocios se divide entre los que observan con perplejidad la velocidad a la que avanzan las negociaciones en la situación económica actual, y los que tratan ya de anticipar las nuevas oportunidades que se presentarán.
¿Cambiará el patrón tecnológico y de inversión?
Estos últimos observan como un acuerdo ofrecería una mayor certidumbre para las inversiones en nuevas energías, en cambios tecnológicos orientados a la reducción de emisiones y en incremento de la eficiencia.
Cambios sustantivos en la inversión pública y en la política fiscal las cuales se orientarían a favorecer la transformación hacia una economía baja en carbono y a penalizar la emisión de GHG (greenhouse gas o gases de efecto invernadero) especialmente en los sectores denominados difusos mediante impuestos.
De otra parte se produciría un efecto inmediato sobre la robustez de los mercados de carbono que tan solo en 2008 y su estrechez actual, movieron ya cerca de 127.000 millones de dólares según el Banco Mundial. En pocos años observaríamos el nacimiento de nuevos mercados, que una vez interconectados darían lugar a uno global considerablemente mayor.
¿Afectará el resultado de Copenhague al empleo?
En términos de empleo se habla que esta transformación crearía millones de empleos "green collar". Tan solo en EEUU el departamento de energía calcula que cumplir con los objetivos de producción de energía eólica produciría al menos 260.000 nuevos puestos de trabajo al año.
Pero no tampoco debemos olvidar la profundidad de una transformación que, de producirse, daría lugar también a nuevos episodios de deslocalización con el traslado de la producción y parte de la inversión hacia países no sometidos a límites de emisión.
Además de las consecuentes tentaciones proteccionistas por parte de algunos estados, este fenómeno denominado "carbon leakage" sería más severo en industrias que podrían considerarse estratégicas como el acero, el cemento o el papel.
El éxito de la Cumbre de Copenhague, por tanto, no solo reside en lograr un ambicioso objetivo de reducción sino también de dos importantes factores, el diseño de un marco adecuado que permita el impulso de la economía de la próxima década y por otro la necesidad de encontrar empresarios capaces de tener la visión y el coraje de hacerlo realidad.