Pedro Sánchez afirma que si gana las elecciones formará gobierno en una semana y abre la mano a un pacto con Rivera. Quiere reformar la Constitución y crear un nuevo modelo de financiación autonómico.
El líder del PSOE se traía preparada su intervención. Tras escuchar las duras palabras que Pablo Iglesias un día antes ante una audiencia de empresarios españoles, quiso atemperar los nervios.
Aunque su programa es social, y pretenden derogar la reforma laboral de 2012, fue más comedido al hablar de impuestos. "Los españoles tienen que ser conscientes de que no se pueden bajar los impuestos", afirmó, "si queremos cumplir con Bruselas y no realizar recortes en los servicios básicos".
En esta partida, adelantó que el PSOE planea trasladar parte de la carga fiscal que se cobra vía IRPF hacia otros impuestos como las rentas de capital o los empresariales. Asimismo, abogó por eliminar ciertas deducciones en las cotizaciones a la seguridad social para destinar recursos a impulsar los procesos de empleo de la Seguridad Social.
Sánchez tampoco eludió pronunciarse sobre un posible consulta independentista en Cataluña. Fue muy crítico con quienes defendían el "derecho a decidir" (en referencia a Podemos) porque estaban poniendo en riesgo la estructura de España.
Él es partidario de reformar la Constitución y de que sean "los partidos", en una clara alusión a los independentistas, los que negocien. Asimismo, está dispuesto a negociar el sistema de financiación autonómico en varios aspectos: el reparto del déficit (que continuamente reclama Carles Puigdemont), la predictibilidad de los ingresos o "garantizar la igualdad de la financación per cápita ajustada a cada territorio", señala.
Respecto a Pablo Iglesias y a la ruptura de las negociaciones para su investidura como presidente del gobierno español, Pedro Sánchez explicó que el verdadero problema no eran las condiciones económicas que pedía Ciudadanos, "sino investir a un presidente socialista".