
Caja de Ingenieros registró en 2017 el avance más discreto de sus resultados desde 2008, con 12,2 millones de euros, un 1,82% más que en 2016, pese a haber aumentado un 12,5% los clientes -que a la vez son socios al tratarse de una cooperativa- y un 5,39% el volumen de negocio, hasta 5.750 millones.
La entidad financiera con sede en la Via Laietana de Barcelona desde hace más de 50 años se convirtió en símbolo para los independentistas catalanes al no mover su domicilio social pese a la crisis política disparada en octubre, como sí hicieron otras entidades catalanas como Banco Sabadell, CaixaBank y Arquia Banca (antigua Caja de Arquitectos).
Por ello, desde los movimientos secesionistas instaron a cambiar de entidad financiera en favor de Caja de Ingenieros, y la ANC utilizó un cheque de esta cooperativa de crédito para pagar la fianza de Carme Forcadell exigida por el Tribunal Supremo.
Con todo, el presidente de Caja de Ingenieros, Josep Oriol Sala, afirmó ayer en rueda de prensa que no entran en política y que no han cambiado su estrategia, que nunca ha pasado por tomar "decisiones precipitadas" ni por "seguir lo que hace la mayoría", ni en cambio de sede ni en "hipotecas sobrevaloradas, participaciones preferentes ni cláusulas suelo".
"Ni nos vamos ni nos quedamos, estamos", expuso, y consideró que en todo caso han sido las demás entidades las que han modificado su comportamiento: "A estas alturas la pregunta sería por qué se fueron".
Caja de Ingenieros redujo un 3,8% los depósitos en 2017, pero sus directivos lo atribuyeron a un traspaso de fondos a productos de inversión; sus recursos fuera de balance crecieron un 10,46%. Sala reconoció que en octubre registraron impacto por la incertidumbre política, como todo el sistema financiero, pero que a final de año la situación estaba normalizada.
Los clientes en Cataluña aumentaron un 14% el año pasado, especialmente a final de año, y también crecieron un 8% en el resto de España, ritmo que suele ser la media de crecimiento anual de la entidad en los últimos años. Las bajas de clientes no difirieron de las de cualquier otro año, según Sala, y la cooperativa acabó el ejercicio con más de 160.000, un 12,5% más que un año antes.
El director general de Caja de Ingenieros, Joan Cavallé, atribuyó la atonía del beneficio a los reducidos márgenes por los bajos tipos de interés; a los costes de las nuevas exigencias regulatorias financieras -que calificó de "requerimientos desproporcionados" para las entidades pequeñas-, y a su apuesta por la tecnología -que supone inversiones y aumento de amortizaciones-.