
Cuando han pasado apenas dos semanas del referéndum del 1 de octubre, ya se están cumpliendo las peores expectativas respecto al éxodo empresarial y el impacto en la economía por el miedo al desafío independentista. Grupo Planeta, una de las corporaciones que ha trasladado su domicilio social y también fiscal -según anunció el sábado- de Barcelona a Madrid, no prevé volver.
En la rueda de prensa previa a la entrega del LXVI Premio Planeta, que este año fue a parar al escritor Javier Sierra, su presidente, José Creuheras, afirmó anteayer que es una "decisión definitiva", si bien no quiso dar el portazo final, dejando abierta la esperanza a poderlo reconsiderar en el futuro. Y es que tampoco quiere disgustar a los gobernantes catalanes, al ser la primera editorial en lengua catalana, pero también lo es en lengua española, y la segunda en lengua francesa.
La marcha de la sede de Planeta supone para Barcelona perder el "centro de decisión" del séptimo grupo editorial del mundo, indicó Creuheras, que calificó la decisión de "dolorosa" y refutó las alusiones a que el traslado de sedes empresariales es un mero aspecto legal: "Me parece muy grave y un gran empobrecimiento".
Grupo Planeta, de capital familiar, no hace públicos sus resultados, pero siempre da algunas pinceladas en la rueda de prensa del que es el segundo premio literario mejor dotado del mundo, con 601.000 euros para la obra ganadora y 150.250 para la finalista -solo lo supera el Nobel de Literatura-. La facturación de Grupo Planeta en 2016 fue de 3.220 millones de euros, un siete por ciento más que el año anterior, aunque inferior a los 3.300 millones augurados por Creuheras un año atrás.
En cambio, el ebitda cerró el año por encima de lo esperado (350 millones), rozando los 370 millones. El 53% de los ingresos procede del negocio editorial -presente en más de 15 países a través de cinco lenguas-, el 43% del audiovisual y el cuatro por ciento del ámbito de la formación.
Ejercicio 2017 incierto
Para 2017, Creuheras no se atrevió a hacer previsiones. Explicó que, hasta septiembre, el negocio se estaba comportando mejor que en 2016, pero que septiembre y octubre estaban siendo "meses un poco raros", con un menor consumo general, y también en el ámbito editorial, que atribuyó a la situación política. Aunque dijo que todavía es pronto para tener cifras de impacto, reconoció que en sus librerías catalanas han detectado la mitad de afluencia y un 25% menos de ventas en la primera quincena de octubre. En el resto de España también habló de "cierto parón, pero menor que en Cataluña".
Galardón descafeinado
A fecha de hoy, la intención es que el Premio Planeta se siga entregando en Barcelona, como sucedió ayer, aunque Creuheras recordó que las tres primeras ediciones tuvieron lugar en la capital del Estado. La ceremonia es cada año un acontecimiento destacado en el calendario anual en el que se dan cita las principales figuras de la cultura y la política de todo el país, pero, de nuevo el contexto político, descafeinó en esta ocasión la lista de autoridades.
El año pasado compartieron mesa los Reyes con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, así como la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, el ministro Rafael Catalá, y el entonces conseller de Cultura Santi Vila, entre otros. Entonces evitaron hablar de política para no aguar la fiesta, pero ayer no se arriesgaron.
De Madrid acudieron el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, y la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y por parte de la Generalitat los máximos representantes fueron el conseller de Cultura, Lluís Puig, y Santi Vila, ahora conseller de Empresa.
Advertencia añeja
La decisión del Grupo Planeta de exiliar su sede fuera de Cataluña era la crónica de un traslado anunciado desde hacía años, cuando vivía el líder de la segunda generación del grupo familiar, José Manuel Lara Bosch, fallecido en 2015, y se ha concretado esta semana. El lunes, el consejo de administración acordó trasladar su domicilio social a Madrid si se producía una declaración unilateral de independencia en Cataluña. Lo argumentó por "la inseguridad jurídica que se produciría y para proteger los intereses de sus accionistas, empleados y del proyecto empresarial".
En un comunicado, concretó que no comportaría movimiento de empleados, ya que el grupo cuenta con sedes operativas en diversas ciudades de España. Y la advertencia tardó muy poco en hacerse efectiva. Fue al día siguiente, el martes, tras el discurso en el Parlament de Puigdemont, en el que asumía el mandato del 1-O de que Cataluña se constituyese en una república independiente, para seguidamente dejar en suspenso la proclamación a favor de una nueva oportunidad para el diálogo con el Gobierno central. Ante este sí pero no, el grupo hizo las maletas.
El germen del grupo fue la Editorial Planeta, fundada en Barcelona en 1949 por José Manuel Lara Hernández, emigrante andaluz que encontró trabajo y amor en Cataluña, ya que se casó con una catalana. Su hijo José Manuel Lara Bosch había manifestado en múltiples ocasiones que si Cataluña se independizaba trasladarían la sede, aunque veía imposible que pudiese llegar a darse dicho escenario. En la rueda de prensa del Premio Planeta de hace dos años, tras su muerte, su hijo y ahora consejero delegado del grupo, José Lara, suscribió las palabras de su progenitor.