
Social o antisocial. Son términos que muchas veces se deslizan con facilidad en la realidad catalana y con los que muchas veces se toman medidas sin recapacitar demasiado. Alrededor de estos dos vocablos ha girado la actualidad catalana durante esta semana.
Si parecía que algo había empezado a cambiar entre la Generalitat y el Gobierno, el espejismo se desdibujó con la impugnación por parte del ejecutivo de Rajoy a ciertos artículos de La ley 24/2015, conocida como ley antidesahucios y de pobreza energética.
Tras el entente Rajoy-Puigdemont, fue el jueves cuando los vicepresidentes Sáenz de Santamaría y Junqueras debían ratificar el ambiente cordial. Y lo hicieron. Pero el viernes, el consejo de ministros ha anunciado una impugnación parcial de esta ley, en los puntos que obligan a los bancos a ceder viviendas y a renegociar la deuda. Sin embargo, no ha tocado ninguno de los puntos sobre pobreza energética.
En tierras catalanas, las noticias no fueron mucho mejores. Después de la decisión del conseller de Sanidad, Toni Comín, de expulsar a los centros propiedad de Quirón de la red pública, la empresa ha anunciado esta semana un ERE de 257 personas. Comín está haciendo el camino inverso al que recorrió su antecesor, Boi Ruiz.
Pero el cambio más radical, y nunca mejor dicho, es el de la CUP. Esta semana ha dejado entrever que podrían aprobar los presupuestos a pesar de que se mantenga BCN World, pero cambiado. Una premisa que siempre había mantenido, el de la derogación del proyecto.
A nivel empresarial, Bimbo ha dado un paso adelante en su maratón para hacerse con el 100% de Panrico. Le hace falta el visto bueno de la CNMV, pero para ello tenía que desprenderse del negocio del pan de molde de la antigua compañía de los Costafreda. Esta semana ha vendido a los dueños de Cuétara y Artiach el negocio del pan de molde.
Finalmente, Caixabank anunció que negocia con Isabel Dos Santos colocar en bolsa la filial angoleña de BPI. En el primer trimestre, el banco ha obtenido un beneficio de 273 millones, si bien el resultado es difícilmente equiparable al de doce meses antes. Si se compara el resultado neto, éste disminuye un 27 por ciento debido, principalmente, a que el año pasado se contabilizó el 'bad will' generado por la compra del negocio español de Barclays, de más de 600 millones de euros.