El reparto de los escaños del Parlament de Cataluña que ha dejado el 14-F deja todas las posibilidades postelectorales abiertas y a la vez ninguna segura, por lo que tampoco es descartable una repetición electoral. Si se agotan todos los plazos, la nueva cita con las urnas llegaría en la segunda quincena de julio, pero para llegar hasta ese punto hay muchos pasos previos.
Atendiendo a las posturas de los partidos con mejor posicionamiento en las urnas el pasado domingo, la política catalana sigue marcada por la división entre partidarios y contrarios a la independencia, y con PSC y ERC empatados en escaños, Pere Aragonès es el mejor posicionado para ser el próximo presidente de la Generalitat, pese a la victoria en votos de los socialistas.
Desde ERC, insistieron en el rechazo a formar Govern con Salvador Illa, y el propio Oriol Junqueras aseveró que es "imposible". Asimismo, Illa reconoció a mediodía que todavía no había hablado con Pere Aragonès, mientras que los republicanos ya habían agendado contactar telefónicamente con todos los posibles aliados del bloque secesionista -Junts y la CUP- y "soberanista" (En Comú Podem) para un "inicio inmediato de las negociaciones", según la secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta. Con la bandera de la mayoría secesionista en escaños y votos, Vilalta defendió que ahora tienen más fuerza para obligar al Estado a llegar a consensos respecto a la amnistía y la celebración de un referéndum de independencia, así como para buscar apoyos a nivel internacional.
ERC insiste en un 'cuatripartit'
Pero en su idea de Ejecutivo amplio con Junts, la CUP y En Comú Podem, los morados mantienen su veto a la formación liderada por Carles Puigdemont y con Laura Borràs como cabeza de lista efectiva, por lo que la conformación de Govern queda en manos de la CUP, que está dispuesta a dejarse querer por ERC y Junts pero que no renunciará a ninguna de sus aspiraciones.
Con Illa sin más alternativa que un tripartito imposible -al menos por ahora- con ERC y En Comú Podem, y con ERC pendiente de las exigencias de la CUP -partido con el que empezarán la ronda de contactos, según comunicaron el lunes- si En Comú Podem no cede a sumarse a una alianza de republicanos y Junts, la cuenta atrás para la repetición electoral se pondrá en marcha. Y el independentismo no teme una nueva cita con las urnas, viendo que sus resultados mejoran en cada convocatoria autonómica, pese a no ser ninguna fuerza secesionista la más votada.
De momento, la primera pugna negociadora será la presidencia del Parlament, y si ERC quiere liderar la Generalitat con Junts, la Cámara catalana quedaría previsiblemente en manos de estos últimos. El Parlament tiene hasta el viernes 12 de marzo como plazo máximo para constituirse, ya que la normativa marca 20 días hábiles desde la fecha de las elecciones para convocar la sesión constitutiva de la Cámara.

Después se abre un plazo de 10 días hábiles para que el presidente de la Cámara proponga la investidura de un candidato a la Presidencia de la Generalitat, lo que lleva al 26 de marzo a más tardar. Entonces se sometería al candidato a una primera votación y, si no lograra la mayoría absoluta de los votos, dos días más tarde se celebraría una segunda votación, en la que al candidato le valdría la mayoría simple para ser investido.
Illa está decidido a formalizar candidatura y presentar batalla a Aragonès, pero si ninguno de los dos obtuviese los apoyos necesarios tras las respectivas rondas de contactos y votaciones en primera y segunda ronda, unas nuevas elecciones serían inevitables.
Y es que a partir de la primera votación fallida a la investidura se abre un plazo máximo de dos meses para encontrar un candidato, lo que llevaría a finales de mayo, y, si no fuera posible, se volverían a convocar elecciones automáticamente, escenario que se sitúa en la segunda quincena de julio a más tardar.
Esta opción confirmaría los peores temores de los agentes económicos y sociales, que en ese caso vaticinan "otro año perdido" sin un gobierno efectivo a corto plazo y con visión de largo plazo y sin unos presupuestos autonómicos para 2021 con los que afrontar la pandemia y la necesaria recuperación posterior.