Cataluña

Miguel Vicente (Barcelona Tech City): "Lanzar una compañía para venderla es un fracaso asegurado"

Miguel Vicente, presidente de Barcelona Tech City y fundador de Letsbous y Antai Venture Builder. Luis Moreno

Hace más de una década, Miguel Vicente dejó un puesto directivo bien remunerado en una gran empresa para emprender su propio proyecto, Letsbonus. Tras experimentar el éxito y vender esta primera compañía propia, decidió crear una empresa que se dedicase a acompañar a otras personas que, como él, tenían proyectos innovadores. Esa es Antai, cuna de Wallapop, CornerJob, Deliberry y muchas más. Además, fue uno de los impulsores de la asociación Barcelona Tech City, que preside y que está en pleno crecimiento.

Algunas veces ya ha explicado que emprender crea adicción. Y, en su Twitter, precisamente, se define como "emprendedor en serie".

A mí me encanta emprender. Llevo más de 10 años emprendiendo, y me encanta la adrenalina que supone lanzar una compañía desde cero, verla crecer, hacer los primeras inversiones, ver la respuesta en las redes sociales… La verdad es que no me imagino haciendo otra cosa. Después de crear mi primera compañía y venderla, pensé ¿Y ahora qué quiero hacer? ¿Un fondo de capital riesgo para seguir invirtiendo? Tenía claro que lo que me pedía el cuerpo no era eso, sino emprender. A partir de ahí, con mi socio Gerard Olivé decidimos crear Antai, donde, con otros emprendedores, creamos compañías y las ayudamos a crecer.

Fue una vuelta a empezar, ¿no? Porque además han salido muchas empresas exitosas de ahí…

Sí, y cada vez más. Lanzamos unas tres compañías al año. Ya tenemos más de 20 compañías en el portafolio. Eso es lo que nos gusta y lo que hacemos cada día. Yo siempre digo que hay que estar un poco loco para emprender, y más cuando yo lo hice hace 10 años.

Tuvo una idea que se convirtió en un gran éxito. Pero, a la vez, decidió, a los pocos años, cuando ya había hecho el recorrido inicial, venderla.

Lanzar una compañía para venderla no tiene sentido. Es un fracaso asegurado. Pero en este caso llegó la oportunidad de hacerlo y vimos que era un buen momento y que las tendencias de mercado lo permitían. La verdad es que fue una experiencia muy intensa y rápida.

Si hubiese fracasado en ese primer intento, ¿cómo cree que habría cambiado su trayectoria?

Yo creo que lo hubiera vuelto a intentar con otra. Me voy a referir a un estudio que hizo Harvard. Hicieron un análisis del éxito de los emprendedores cuando lo intentaban por segunda vez. La conclusión del estudio era que emprender, en sí mismo, con independencia del resultado, significa un proceso de aprendizaje profesional y personal tan grande que te da más oportunidades de éxito en tu segunda aventura. Estoy convencido de que, por esa necesidad vital que tenía, hubiera vuelto a emprender.

¿Cómo surgió la idea de crear la asociación Barcelona Tech City?

Eso fue en 2012. Yo estudié con beca, gracias a una ayuda del Estado. Entonces, siempre he tenido la sensación de que tenía que hacer algo para devolverlo a la sociedad y me parecía que el ecosistema en Barcelona estaba en pleno crecimiento, pero valía la pena que los emprendedores y fondos de capital riesgo se inmiscuyeran en promover la ciudad como centro de desarrollo tecnológico. Llamé a varios emprendedores que habían hecho empresas potentes en Barcelona y a varios fondos de capital riesgo. Les propuse la idea y a todo el mundo le hizo mucha ilusión.

Y eso es Barcelona Tech City...

Es una asociación sin ánimo de lucro que pretende promocionar Barcelona como centro de desarrollo tecnológico a nivel global. Hoy hay más de 800 empresas asociadas, hemos tenido apoyo público del Ayuntamiento, Generalitat, Enisa, ICF… y contamos con más de 70 partners que están unidos a la Asociación y que buscan estar cerca del ecosistema emprendedor.

El Pier01 está lleno, ha abierto el Pier03, hay más centros verticales en proyecto... ¿Cuál es el límite?

Cuando empezamos Barcelona Tech City la concebimos como punto de encuentro de los distintos agentes del ecosistema. Luego, nos dimos cuenta de que tener un espacio físico donde esa conexión de las distintas piezas del ecosistema pudiera darse físicamente iba a aportar un valor tremendo, y así surgió la idea del Pier01. Ahora, según informes internacionales, está en el Top 5 de principales hubs tecnológicos del mundo, con startups en diferentes estadios y centros de innovación de grandes empresas.

¿Hay una interacción real, más allá de estar en el mismo edificio?

Aquí la gente comparte, organizamos muchísimas actividades -más de 200 al año-, donde justo buscamos que esas piezas del ecosistema se encuentren. Al final, esos centros de innovación buscan estar cerca del talento, atraer talento a sus centros de innovación, y estar conectados a esas piezas del ecosistema. Es gente que no compite pero que se enfrenta a las mismas experiencias, y comparte ese conocimiento.

¿Y qué depara el futuro?

Queremos replicar esa misma magia, pero también de forma vertical. Esto puede hacerse en sectores como smart city, movilidad, media, fintech y blockchain. Este último ya es una realidad en el Pier03. Hoy hay más de 50.000 personas trabajando en el ecosistema en Barcelona, lo que significa que tenemos demanda para llenar tres o cuatro Piers, y en eso estamos trabajando. El proceso de gestación de un edificio como este son unos dos años. De hecho, yo digo que el Pier está terminado ahora, después de dos años de su inauguración. Queremos construir un campus urbano.

Lee la entrevista completa en la revista Catalunya

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