
Es uno de los banqueros de inversión más activo y conocido entre las grandes empresas familiares españolas que han llevado a cabo una operación corporativa y entre los 'private equity' nacionales. Borja Oria se sienta con 'elEconomista.es' para hacer balance de 2024 y repasar el horizonte de Arcano para este 2025.
Borja Oria (Madrid, 47 años) es un hombre forjado en la empresa familiar que ha ido desplegándose cada vez más en la banca de inversión, primero en Rothschild y desde hace 15 años a través de Arcano Partners, la boutique de la que es socio y CEO de Banca de Inversión, con compañías familiares e inversores financieros. El pasado año cerró 30 operaciones y este 2025 aspira, al menos, a igualar la marca.
¿Cómo se ha comportado el mercado de las fusiones y adquisiciones (M&A) en este arranque de 2025?
No es fácil dar una cifra única, porque todo depende de cómo segmentes el periodo de análisis. Es algo que ya vimos en 2024: fue un año con buen volumen agregado, pero muy concentrado en unas pocas operaciones de gran tamaño, lo que hizo que el mid-market bajara en términos relativos.
En nuestro caso, el año 2024 fue un ejercicio de crecimiento respecto al anterior. Cerramos con 30 operaciones frente a las 26 de 2023. Y en este arranque de 2025, la actividad sigue en línea con ese ritmo. Si uno consulta fuentes como TTR, Mergermarket o Dealogic, los datos pueden variar, pero el mensaje de fondo es claro: hay operaciones, aunque en un entorno más exigente. Nuestro pipeline se mantiene sólido, incluso en un contexto algo más volátil por factores como los recientes anuncios arancelarios. Por ahora, no hemos visto un impacto directo en el volumen real de operaciones en el mid-market español.
¿Se están retrasando más los cierres de las operaciones?
Siempre hay muchos factores que pueden interferir en una operación, y en ocasiones basta con uno solo -como la financiación o la distancia entre las valoraciones del comprador y del vendedor- para provocar un retraso. Ya ocurrió en buena parte de 2023, y sigue pasando en ciertos casos puntuales. En nuestro caso, manejamos una muestra suficientemente amplia como para tener perspectiva del mercado mid-market español, y no observamos una tendencia generalizada de ralentización.
Algunos procesos se alargan por un 'due diligence' más exhaustivo, otros por dinámicas de financiación o ajustes internos, pero no hay un patrón sistémico. Sí es cierto que, en este entorno más sensible a los recientes episodios de tensiones arancelarias -que han incrementado la volatilidad en los mercados-, los procesos exigen un mayor grado de preparación y realismo en las valoraciones. Los 'due diligence' están siendo mucho más detallados, no solo en la primera derivada del negocio, sino también en la segunda y la tercera. Esto está haciendo que algunos procesos, en determinados casos, se alarguen algo más en el tiempo. Pero no es una tendencia generalizada, ni afecta a todas las operaciones.

¿Ha cambiado vuestra estrategia de asesoramiento en el mercado durante este tiempo por los motivos mencionados, moviéndoos a otro rango de transacciones?
No. Seguimos plenamente enfocados en el mid-market español, que para nosotros abarca operaciones entre 50 y 350 millones de euros. Eso no impide que, de forma puntual, podamos liderar operaciones de mayor envergadura, como fue el caso de IVI, que ha sido una de las transacciones más relevantes del sector salud en España en los últimos años. Lo que sí hemos reforzado es una ventaja cada vez más diferencial: el ángulo internacional que nos aporta Baird, nuestro socio global. La relación entre ambos equipos se ha intensificado hasta el punto de que nos vemos ya como un solo equipo, con procesos compartidos, cultura similar y una estrategia muy alineada. Baird también está especializado en mid-market, con una estructura de propiedad muy parecida a la nuestra: los accionistas son los propios ejecutivos, lo que genera una visión a largo plazo con el cliente siempre como prioridad, y una forma de trabajar muy similar.
¿El devenir de los procesos está llevando a ser más creativos a los asesores a la hora de estructurarlos?
Sí, claramente. Ya después del Covid-19, y más aún con el impacto de la guerra en Ucrania y la fuerte subida de las materias primas, empezamos a ver una intensificación en el uso de fórmulas como los 'earn outs', 'ratchets' y otras estructuras híbridas (p.e. "downside protection"). Herramientas que permiten cerrar el gap entre lo que el comprador está dispuesto a pagar y lo que el vendedor aspira a recibir. Ese tipo de mecanismos se han consolidado como recursos eficaces para adaptar las operaciones a entornos inciertos. No solo reducen riesgos para ambas partes, sino que también permiten dar continuidad a transacciones que, en otras circunstancias, podrían haberse estancado. Y en el contexto actual -más sensible por la volatilidad arancelaria y el reajuste de expectativas en valoración- esta creatividad estructural vuelve a ser clave. Cada vez más, los procesos requieren una arquitectura ad hoc para poder avanzar.
¿La tipología de cliente tampoco ha cambiado en este tiempo?
Nuestro enfoque se apoya en tres grandes tipos de cliente, pero si tuviera que destacar dos, serían inversores financieros -especialmente fondos de private equity- y empresas familiares. Con las participadas de private equity trabajamos de forma muy activa, y es una parte estructural de nuestra actividad. Pero si hay un terreno donde realmente destacamos, es en el acompañamiento a empresas familiares. Ahí tenemos una cuota de mercado elevada, y creo que no es casual. Nuestro modelo -un banco de inversión independiente, propiedad de sus socios- nos permite tener una visión de largo plazo que encaja muy bien con la lógica de una familia empresaria. No trabajamos con la presión del corto plazo, y eso nos permite construir relaciones profundas y sostenidas en el tiempo. Muchas veces llevamos años -seis o siete, incluso más- cerca de la familia, acompañándola, asesorándola, entendiendo su cultura, sin necesidad de que haya una operación en marcha. Y cuando finalmente surge, estamos preparados.
¿La lógica no le empuja en centrarse más en los 'private equity' que tienen un tiempo de permanencia mucho más fijado?
Es cierto que con los fondos de private equity tienes una mayor previsibilidad en cuanto a volumen y plazos: sabes que habrá una operación dentro de una ventana temporal relativamente acotada. Pero precisamente por eso muchos bancos de inversión centran ahí todos sus esfuerzos. En nuestro caso, no necesitamos elegir. Tenemos un equipo suficientemente amplio y, sobre todo, especializado por sectores, lo que nos permite dedicar el tiempo necesario también a las empresas familiares. Y eso marca una gran diferencia. Puede que con una familia no llegue nunca a ejecutarse una operación corporativa. Pero mientras tanto, estamos a su lado ayudando a explorar alternativas estratégicas, construyendo confianza y preparándonos para cuando llegue ese momento -si llega-. No tenemos la presión de corto plazo ni la necesidad de forzar mandatos.
El mercado de la banca de inversión ha crecido mucho en España en los últimos años. ¿Hay espacio suficiente para tantos operadores?
El mercado ha crecido, sí. Pero lo importante no es solo cuántos jugadores hay, sino qué propuesta de valor aporta cada uno. Y más aún en un entorno como el actual, marcado por episodios de incertidumbre global y tensiones geopolíticas. La volatilidad que estamos viendo -derivada en parte del reciente anuncio de aranceles y la posible recesión técnica en EEUU- está reconfigurando muchos flujos de capital a nivel internacional. En ese contexto, Europa y, en particular, España, se están posicionando como destinos cada vez más atractivos para la inversión. ¿Por qué? Porque ofrecen estabilidad relativa, políticas fiscales expansivas, crecimiento por encima de la media y fundamentales sólidos: baja deuda privada, superávit por cuenta corriente y marcos regulatorios previsibles. Esto explica por qué tantos nuevos operadores están abriendo oficina o reforzando presencia en España. El interés está ahí, el capital busca destino, y el número de operaciones corporativas sigue siendo elevado.
¿Cuánto facturó Arcano en su área de deal advisory en 2024 frente al año anterior?
No lo hacemos público.
¿Qué dato público aportáis para demostrar entonces vuestro crecimiento por encima del mercado?
El indicador más claro es el múltiplo medio de venta de las compañías en las que hemos asesorado. Hemos comparado nuestras operaciones con la media del sector, y el diferencial es de 1,6 veces de múltiplo de Ebitda por encima de la media. Es una diferencia significativa que, en nuestra opinión, refleja bien parte de nuestra propuesta de valor.
Ese diferencial no es casual: es el resultado de conocer muy bien los sectores en los que operamos, entender en profundidad a los inversores y construir procesos altamente personalizados. Cada transacción parte de una tesis estratégica clara, no solo de poner en contacto oferta y demanda. Y eso, en última instancia, es lo que genera valor.
¿Qué sectores fríos y calientes anticipas para este año en el mercado M&A?
Vemos una clara bifurcación sectorial. Por un lado, siguen activos —y con fuerte apetito inversor— sectores como educación, tecnología, salud, defensa, inmobiliario residencial o infraestructuras. En estos verticales, el mid-market español mantiene un dinamismo notable y las operaciones en curso no se están viendo afectadas, incluso en este contexto de mayor volatilidad. Alimentación y bebidas también está viviendo un momento interesante: tras años afectados por Covid y la subida de las materias primas, muchas compañías llegan ahora al mercado con una situación sólida y bien planteada, lo que permite estructurar procesos competitivos si se enfocan con estrategia y buen timing.En restauración, el sector está yendo bien, pero el inversor es más selectivo. Los procesos funcionan si están hechos a medida y bien preparados: hoy no basta con crecer, hay que mostrar escalabilidad y solidez.
Dicho esto, no todos los sectores evolucionan al mismo ritmo. En verticales como automoción, industria química, aceite o vino —con fuerte componente exportador hacia EE. UU.— estamos viendo más cautela. No por problemas de fondo, sino por el ruido derivado de la reciente guerra arancelaria. En estos casos, no hay cancelaciones, pero sí procesos que se ajustan o se posponen. Lo relevante es que el entorno europeo —y especialmente el español— sigue ofreciendo una base macro estable. España fue el país de mayor crecimiento de PIB en la zona euro en 2024, y las previsiones para 2025 se mantienen sólidas. La inflación está contenida, el país mantiene superávit por cuenta corriente y su deuda privada es de las más bajas de Occidente. En este entorno, y con la posible debilidad del dólar y la repatriación de capital desde otras regiones, España se está consolidando como destino natural de inversión. El capital está llegando y eso se nota en el pipeline: operaciones bien planteadas siguen avanzando con normalidad.