Capital Riesgo

Un gigante de la inversión coloca el cartel de 'se vende' en su cartera, pero las ofertas no llegan

  • Tiger Global se abre a recibir ofertas por cualquiera de sus participadas
  • No hay liquidez en el mercado y el capital privado se aprieta el cinturón
  • El sector ha pasado de la ebullición del coronavirus a la sequía actual
Foto: Dreamstime.

Un gigante de la inversión en Nueva York, Tiger Global, ha colgado el cartel de 'se vende' en su cartera. Después de haber metido miles de millones de dólares en empresas y startups durante el periodo de estímulos del coronavirus, busca compradores para su portfolio de 659 participadas. La firma ha colocado a todas ellas en el escaparate y está dispuesta a recibir ofertas por cualquiera, según la firma de análisis especializada en mercados de capitales PitchBook. Anteriormente, la compañía había intentado hacer paquetes y vender parte de sus inversiones conjuntamente, pero fracasó en el esfuerzo. Este último es un nuevo intento de buscar interesados ante las dificultades que está teniendo para encontrar compradores.

"Tiger ha intentado generar liquidez después de los meses de frenéticas compras durante el coronavirus. Inicialmente, intentó vender en un paquete porcentajes de una treintena de sus participadas (strip sale o venta por bandas)", explica PitchBook.

Tiger Global es una firma de capital privado conocida por su agresividad inversora y por su despliegue. Desde que se fundó en 2001, ha cerrado 1.279 inversiones en compañías y startups como OpenAI, la dueña de ChatGPT, Airbnb, Spotify, Facebook (Meta), Shein o ByteDance, propietaria de TikTok, entre muchas otras. Después de haber cargado su portfolio con una ristra de propuestas, ahora busca deshacerse de una parte. La compañía con sede en Manhattan se hinchó a invertir en 2021, cuando las valoraciones se inflaron, y busca desinvertir en un momento en el que los precios han corregido y en el que hay poco apetito comprador. Especialmente, en el ámbito del capital riesgo.

Otra dificultad que está teniendo Tiger es dar salida a algunas de sus participadas. Por eso, intentó hacer paquetes y vender distintas posiciones de forma conjunta. Esta estrategia sirve para mezclar los activos más atractivos y los menos atractivos en un solo, de forma que el precio de venta se compense. Normalmente, es más fácil colocar algunas de esas porciones en un pack que individualmente. Sin embargo, a la firma le ha sido imposible encontrar compradores por esta vía y ahora saca toda su cartera a la venta.

El problema de Tiger es que opera en un mercado que se ha secado. Ante la incertidumbre macroeconómica y las subidas de los tipos de interés, muchos inversores optan por esperar y ver y evitan las plazas de más riesgo, como la inversión en startups, en compañías que todavía tienen que demostrar que pueden crecer.

De hecho, la evidencia de que el capital riesgo y privado están apretándose el cinturón está en la propia actividad de Tiger Global. La compañía está seleccionando con mucho mimo dónde mete el dinero de sus clientes, pasando del despliegue a un enfoque conservador. En los primeros seis meses del ejercicio, se ha gastado 12.890 millones en 26 inversiones. El grueso, en OpenAI, donde ha hecho una excepción, entrando fuerte. Sin embargo, durante el mismo periodo de 2021, metía 32.046 millones en 152 inversiones. Ha gastado 2,5 veces y media menos.

Tiger Global es un buen ejemplo de la situación en la que está el capital privado y cómo han cambiado las cosas en poco tiempo. En septiembre de 2021, dos emprendedores españoles, Jordi Romero y Bernat Farrero, cofundadores de Factorial, un software de gestión de recursos humanos, levantaron 80 millones de dólares de Tiger Global. Después, contaron los entresijos de la operación en un vídeo de YouTube, en el que hablaban del fondo.

"Vienen fuerte", decían. Se referían a que el socio de la firma que les contactó llamó a su puerta con una oferta muy atractiva y bien atada porque no aceptaba un no por respuesta. De hecho, Factorial ni siquiera había anunciado que buscara financiación y el ticket llegó directamente sin pedirlo. "Esto no lo hace nadie más", aclara Romero.

Tiger Global no solo les ofrecía 80 millones de dólares, sino que no tenían que negociar prácticamente con los fundadores, ya que la firma había hecho un escáner de Factorial y de la competencia, de su valor, y prometían no meterse en el día a día de la empresa. Cuando fueron a buscarles, "ya habían hecho un estudio de mercado infinitamente mejor que cualquiera de los nuestros y habían hablado con nuestros clientes y con nuestros competidores", explican. Así, llegaron y besaron el santo porque los fundadores les dieron entrada en su compañía.

Por aquellas fechas, Tiger levantaba 10.000 millones de dólares al año de inversores privados, que después colocaba en las distintas oportunidades que identificaban. Actualmente, apenas son capaces de recaudar dinero. El octubre pasado lanzaron un fondo para atraer 6.000 millones de inversión y, en enero, apenas habían conseguido un tercio, según Bloomberg. Una cifra muy baja tras meses de comercialización y muy por debajo del objetivo marcado. Un vez más, falta liquidez.

La agencia también da más información sobre el perfil de Tiger. La compañía solo ha registrado pérdidas cuatro veces en sus más de dos décadas de historia y siempre se ha recuperado tras momentos complicados en el mercado. Ahora, gracias al rebote de las tecnológicas, la valoración de su cartera empieza a subir y el contexto de mayor optimismo hacia ese sector también favorece el clima de inversión. Sin embargo, su cartera todavía está muy tocada y tampoco parece una tarea fácil encontrar interesados en la misma.

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