
Canarias ahora exporta servicios y agricultura por su baja fiscalidad y ayudas europeas pero en la antigua Roma, el púrpura era el color de la realeza, un indicador de estatus, y era cosa de los insulares romanos. Y aunque el púrpura es llamativo y bonito, era más importante en ese momento que el púrpura era caro. El morado era costoso porque el tinte procedía de los caracoles que se molían al norte de Fuerteventura, donde se encuentra Lobos, la única isla de España de gestión medioambiental privada. Por su ubicación Canarias sería límite de los intereses romanos en la fachada occidental atlántica en relación con el aprovisionamiento y explotación de la púrpura. Si buena parte de la producción textil se ubica actualmente en zonas como Bangladesh, en el Imperio Romano este papel correspondía al territorio canario a la hora de tintar la indumentaria de las clases dirigentes romanas.
Los caracoles eran capturados y después hervidos durante días en recipientes produciendo un olor asqueroso. Los caracoles, sin embargo, no son morados. Los artesanos que Roma mandaba a Canarias recolectaban precursores químicos de los caracoles que, a través del calor y la luz, se transformaban en un valioso tinte. Para la producción del pigmento, deberíamos imaginar miles de mariscos podridos dispuestos en talleres de tinte púrpura. Para tratar de recrear el tinte púrpura hay que tener en cuenta una cosa: ocho mil moluscos producían un solo gramo de la sustancia.
Para Sarah E . Bond, profesora asociada de historia en la Universidad de Iowa y directora de estudios de pregrado, sostiene que "los que trabajaron para hacer el tinte a menudo eran vistos como humildes" y que "durante el último imperio romano, estos trabajadores incluso estuvieron sujetos al control estatal". Y es que desde los diamantes hasta el carbón y la púrpura de Tiro, los trabajadores que crean artículos de lujo a menudo no disfrutaban del mismo estatus que sus productos".
¿Cómo eran esos teñidores? "A menudo eran esclavos y probablemente tenían las manos manchadas además de un olor distintivo que se les atribuía. Sin embargo, al igual que el negocio del curtido de cuero, la propiedad del negocio en sí parece muy lucrativa", subraya la profesora Sarah E . Bond. Canarias competía en este mercado con otras zonas como Berytus. Tras el emperador romano Severo Alejandrom, las leyes restringieron el uso de púrpura a la familia imperial, y los trabajadores del tinte púrpura quedaron relegados a una casta laboral que se convirtió en hereditaria y supervisada por el estado. Tras 1453 cuando Constantinopla fue capturada por los turcos y se cortó el suministro de púrpura a la Iglesia en el oeste Canarias podría haberse quedado con el negocio pero un decreto de 1464 del Papa Pablo II dictaba que los cardenales dentro del clero usarían un tono escarlata derivado de kermes, un tinte obtenido de los insectos escamosos.
Yacimiento
En la isla de Lobos hay un yacimiento, descubierto a principios de 2012, que constata la presencia de un asentamiento de origen romano dedicado a la extracción de la Stramonita haemastoma, un material muy apreciado en la época como tinte de tejidos. Los restos hallados señalan la existencia de un taller de púrpura en su emplazamiento original de trabajo, un espacio dedicado al procesamiento de estos moluscos marinos para su posterior venta en el Mediterráneo como materia prima para el teñido de color púrpura de túnicas, símbolo de prestigio y poder que justificaba que fuera un producto muy codiciado y de un elevado precio.
Los investigadores sitúan los materiales estudiados, entre los que destacan varios tipos de ánforas y restos de diversos recipientes cerámicos, como característicos de la zona del bajo Guadalquivir durante la época alto-imperial romano (siglos I a.C. a I d.C.). Los arqueólogos que trabajan en el taller romano de púrpura descubierto en el islote de Lobos (Fuerteventura) consideran que los vínculos de este enclave de Canarias con la bahía de Cádiz en los siglos I a.C. y I d.C. debieron ser "muy fuertes", a la luz de las ánforas halladas en el espacio.
Los estudios en las ánforas y restos de vajilla, encontrados durante las cuatro campañas de excavación llevadas a cabo en Lobos después de que en 2012 un turista hallara un trozo de cerámica sobre una montaña de jable (arena), han permitido documentar su procedencia en Cádiz. La bahía de la ciudad de Cádiz, Gades en época romana, fue uno de los puertos más importantes del Mediterráneo occidental y la cerámica que aparece en Lobos, sobre todo las ánforas, por la tipología y pasta con la que se fabricaron procederían de talleres de Cádiz. Las ánforas encontradas se llenaron de garum (salsa de vísceras y sangre de pescado muy apreciada por los romanos) y se llevaron a Lobos para el consumo de la población que trabajaba en el taller de púrpura que denotaría una presencia estable en la factoría canaria.