
El volcán submarino Tagoro lleva diez años y medio fertilizando las aguas situadas al sur de la isla de El Hierro con un aporte de nutrientes comparable al que genera el afloramiento de aguas profundas del noroeste de África, el "motor" del rico banco pesquero canario-sahariano. Un grupo de investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y el Instituto Español de Oceanografía (IEO) ha publicado en la revista "Frontiers in Marine Science" uno de los resultados más destacables de las quince campañas científicas que se han realizado en el Mar de Las Calmas para monitorizar al volcán.
Las 3.300 muestras de agua tomadas en los alrededores de volcán submarino a lo largo de siete años por este equipo científico intentan arrojar luz sobre una cuestión que ha sido controvertida: Si la vida en esa zona del Atlántico, que fue arrasada inicialmente por los drásticos cambios físico-químicos que provocó la erupción de 2011, se recuperó por un ciclo natural ajeno al volcán o lo hizo precisamente gracias a sus emisiones de nutrientes.
El grupo que lideran Eugenio Fraile, del IEO, y Magdalena Santana, del Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la ULPGC, primeros firmantes de este trabajo junto a Alba González, defienden la segunda tesis y aquí aportan una serie temporal de datos que tiene pocas comparaciones con otros lugares del planeta, porque pocos volcanes submarinos han sido seguidos de forma tan intensiva, continua y desde su nacimiento como lo ha sido Tagoro.
Los autores de este artículo recuerdan que las Islas Canarias están rodeadas de aguas oceánicas oligotróficas, donde la presencia de nutrientes en los primeros 80 o 100 metros de columna de agua a veces es "indetectable". Sin embargo, al sur de El Hierro, la erupción y el proceso de desgasificación del volcán que le siguió (y que aún continúa) han cambiado drásticamente ese panorama.
El Mar de Las Calmas, candidato a convertirse en el primer Parque Nacional íntegramente marino de España, es en estos momentos un lugar donde las concentraciones de nutrientes inorgánicos en el agua superan con claridad al entorno oceánico que le rodea. En la zona situada alrededor del volcán Tagoro, los niveles de nitratos disueltos superan 8,8 veces la media, los de fosfatos la rebasan 4 veces y los de silicatos la sobrepasan en 16,3 veces.
Y si las muestras se toman no en la columna de agua, sino en los respiraderos submarinos por lo que Tagoro sigue liberando gases, la concentración de fosfatos se multiplica por 10,5 veces y la de silicatos se dispara 325 veces sobre la media. González, Fraile, Santana y sus compañeros de trabajo sostienen que el flujo de nutrientes que Tagoro ha aportado al Mar de Las Calmas durante su fase de desgasificación "es comparable con cualquier otra fuente de nutrientes en la zona, como los flujos que provienen del afloramiento del noroeste de África".
El espejo con el que estos investigadores comparan la capacidad de Tagoro de insuflar nutrientes al mar es uno de los afloramientos de aguas profundas más importantes del planeta. En la costa del norte de África, los vientos Alisios provocan un desplazamiento horizontal en la superficie del mar que facilita que emerjan millones de litros de aguas profundas, frías y cargadas de nutrientes, el "motor" que mueve uno de los bancos pesqueros más ricos del Atlántico. Desde su punto de vista, estos resultados no solo muestran que Tagoro se ha convertido en una fuente de nutrientes "adicional y relevante" en la zona marítima de Canarias, sino que deben llevar a considerar que los sistemas hidrotermales poco profundos de otros puntos de los océanos pueden desempeñar el mismo papel.