Canarias

Cuando en Canarias la nieve era un negocio

  • A finales del Siglo XVI y principios del Siglo XVII la nieve generó una cierta actividad económica que después se amplió a Arafo, en Tenerife, desde donde se exportaba a Gran Canaria y La Palma
Las Palmas de Gran Canariaicon-related

En Canarias nieva muy poco. En sitios como el Pico de las Nieves, de 1.949 metros de altura en Gran Canaria, cae una cuajada de nieve de apenas diez díaz al año. Donde sí hay abundancia en el Teide de forma accesible, pero en semanas concretas de cada año. De hecho, cuando hay nieve en Canarias las cumbres se convierten en un parque temático por lo exótico que resulta. Es cierto que su incidencia en el PIB de las islas era mínima pero en los municipios de donde nevaba era muy importante. El economista, abogado y doctor en Historia de la Cátedra del REF de la ULPGC, Salvador Miranda, "si lo comparamos con los mínimos habitantes de cumbre grancanaria y de los pagos de San Mateo y Tejeda desde donde acudían, es relativamente alto. No es de extrañar que todas las manos desocupadas en los dispersos caseríos ubicados por encima de San Mateo acudiesen a las operaciones de recolección de nieve".

En Tenerife, hasta la generalización de la producción industrial del hielo en las décadas iniciales del siglo XX, la captación de este recurso tan apreciado para la conservación de alimentos, la posterior elaboración de sorbetes o elementales finalidades terapéuticas, solo era posible en zonas de cumbre, bien a través de su recogida en depósitos naturales como es el caso de la Cueva del Hielo. Durante el deshielo, la nieve acumulada en estos recipientes excavados en el terreno, era cubierta con ramas de retama y pinocha, maderas y material piroclástico, para posteriormente ser recolectada y transportada por arrieros a lomo de bestias hasta los núcleos de población.

Durante la década de 1850 se concedió autorización para construir ocho de estos pozos en las cumbres de La Orotava. Como contraprestación, los explotadores de tales neveros debían pagar el correspondiente tributo industrial por ejercer su actividad. En Gran Canaria a finales del Siglo XVII el Cabildo hizo en la cumbre de la isla dos pozos de nieve que se trasladaba a Las Palmas capital en verano. Esa nieve se vendía después en la zona de la Catedral de Santa Ana entre 1694 hasta 1866. De hecho, surgió una profesión: el nevero. En Tenerife por su parte sí existía una corriente de esfuerzos mayores y de uso industrial para la pesca.

Esos pozos de nieve que aportan hielo a las ciudades canarias eran gestionados por peones aunque las mujeres eran las que se encargaban de su llenado y los arrieros su traslado a las capitales como Las Palmas. Para Miranda, "los verdaderos especialistas de la nieve eran los pisoneros, que se encargaban de la compactación y en distribuir las cargas de nieve por filas en el interior de los pozos, debidamente separadas por paja, y que recibían un salario un 60% superior al resto de los trabajadores".

En la Península la comercialización de la nieve era más amplio a finales del Siglo XVI y principios del Siglo XVII. En Las Palmas había poca nieve y se generó con ella una cierta actividad económica que después se amplió a Arafo, en Tenerife, desde donde se exportaba a Gran Canaria y La Palma. El Cabildo grancanario explotaba el negocio de la nieve entre 1694 hasta su venta en 1866 con los pozos ubicadas en tierras facilitadas por el capitán Alonso Navarro en La Abejerilla y La Retamilla, que se encuentra a 1.910 metros de altura y en las inmediaciones de la Caldera de Tirajana. El Llano del Pozo tiene su origen en San Mateo por albergar un espacio de almacenamiento de nieve.

En la Montaña de Izaña de Tenerife se conserva un pozo de nieve relleno de picón y dotado de peldaños para acceder a su interior. El pozo Fuente del Mal Abrigo tiene en sus inmediaciones una fuente natural utilizada históricamente por pastores, apicultores y, en general, por todos aquellos que desarrollaban algún tipo de actividad económica en este sector de las cumbres de la isla.

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