Canarias

En esta base de Canarias se investiga la eólica marina del futuro

  • No hay ningún otro lugar en el mundo con tantos experimentos de renovables en el mar en marcha al mismo tiempo
Las Palmas de Gran Canariaicon-related

Si los observatorios de La Palma y Tenerife han situado en pocos años a España a la vanguardia de la astronomía, la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) está llamada a convertir a las islas en uno de los pocos lugares del mundo donde ensayar todo tipo de tecnologías marinas. Como los grandes telescopios del Roque de los Muchachos y el Teide, Plocan forma parte del listado de infraestructuras científicas singulares del país, por el potencial que ofrece para realizar investigaciones que en pocos sitios más serían posibles, como probar nuevos prototipos de aerogeneradores, desarrollar vehículos submarinos no tripulados o ensayar cómo va a responder el océano dentro de un siglo a las tensiones del cambio climático.

En este laboratorio marino la UE ha invertido en los últimos años unos 27 millones de euros. Su infraestructura icono preside desde hace justo dos año el horizonte en la costa de Telde. Se trata una torre de 31.000 toneladas de peso y 60 metros de altura, 23 de ellos por encima del agua, con todo el aspecto de un plataforma petrolífera, pero con fines muy diferentes. Pero no todo es energía. José Hernández Brito, consejero delegado de Plocan, sostiene que Canarias tiene un "potencial enorme" y "podría llegar a ser pionera en esa acuicultura oceánica, a mayores profundidades, más lejos de la costa, combinando esta actividad con la capacidad tecnológica que estamos desarrollando".

Esa gran estructura de hormigón solo es la punta del iceberg de lo que representa Plocan: un espacio de 23 kilómetros cuadrados de mar reservados, oficialmente, para todo tipo de ensayos científicos. Es como la torre de control de un aeropuerto. Llama la atención, pero lo más importante ocurre a su alrededor. Cuando termine su plan de puesta en marcha en 2021, este laboratorio marino habrá recibido una inversión de 42,81 millones de euros, financiada casi a partes iguales por sus dos socios de referencia, el Gobierno de Canarias y el Ministerio de Economía, con ayuda de fondos europeos.

Sin embargo, Plocan es una realidad desde varios años antes de que su plataforma se plantara sobre el fondo marino de Gran Canaria. De hecho, su sede en tierra, situada en el Parque Científico Marino de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en Taliarte lleva tiempo acogiendo a equipos internacionales en todo tipo de ensayos y, en este momento, está en la vanguardia del desarrollo de 'gliders' (planeadores submarinos autónomos, que recorren miles de kilómetros sin combustible, sólo con la fuerza de la gravedad y el principio de Arquímedes) y en la experimentación de prototipos de energía undimotriz, la proporcionada por las olas.

La Plataforma Oceánica se ha orientado a último eslabón de la cadena: convertir la ciencia en tecnología. No hay ningún otro lugar en el mundo con tantos ensayos de energías renovables marinas en marcha al mismo tiempo. Hay empresas del sector renovable probando prototipos de energía undimotriz y eólica marina. A poca distancia de la plataforma, se encuentra el primer aerogenerador marino de España, un prototipo diseñado por una empresa nacional cuya torre se despliega de forma telescópica. ¿Su interés? Si tiene éxito, esa tecnología española podría llegar a abaratar hasta un 30 por ciento el coste de los campos eólicos marinos.

Un prototipo de la empresa andaluza EnerOcean usa Plocan para probar el primer aerogenerador flotante del mundo con dos turbinas apoyadas sobre la misma estructura, apto para emplazamientos lejanos a la costa y con mayores profundidades, donde es inviable cimentar la torre del molino eólico en el lecho marino.

Plocan colabora, además, desde hace varios años con el Centro Oceanográfico de Kiel (Alemania)-Geomar en 'Bioacid', uno de los mayores experimentos del mundo sobre cómo pueden cambiar los océanos en el próximo siglo. Su base de Taliarte sirvió de apoyo para que Geomar ensayara de forma acelerada cómo responderán las zonas pobres en nutrientes, como las que conforman el 70 por ciento de los océanos, ante la creciente acidificación del agua por el CO2.

De una observación de ese ensayo, surgió un experimento aún vanguardista : comprobar si es posible fertilizar una zona yerma del océano y convertirla en un banco pesquero bombeando a la superficie el agua rica en nutrientes de las profundidades, como ocurre de forma natural en las grandes zonas de afloramiento del planeta (frente a la costa del Sahara, Namibia, California y Perú).

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