
En 1920 Canarias dio un ejemplo de su apertura comercial a través del Puerto de Las Palmas con la creación de Blandy Brothers con un capital social de 18.000 euros. La presencia de los Blandy en Canarias no era nueva pero finalmente el grupo familiar decidió establecerse en las islas a hilo de los problemas que podría generarle estar operando en Canarias y facturando en Madeira, donde comenzó en el negocio del agua. Fue quien introdujo el plátano en Tazacorte y Argual (La Palma).
El grupo inició sus operaciones en las islas de la mano de John Blandy (1783-1855) cuando llegó por primera vez a Madeira en 1807. Desde 1811, comenzó a transportar vino, comprando la propiedad que hoy alberga las Old Blandy Wine Lodges en el centro de Funchal. De ahí saltó al negocio marítimo con Canarias. El presidente de la Asociación Canaria de Cultura Marítima, José Juan Rodríguez Castillo, afirma que "aquella era una época de miserias, se salía de la I Guerra Mundial y fue un ejemplo de tenacidad y honestidad, 100 años después con la crisis del coronavirus se debería analizar el pasado de Canarias para recordar lo importante que es tener una economía abierta".
Los socios de la empresa en su arranque fueron Carlos Mauricio Blandy, John Ernest Blandy, Richard Robert Faber y Dudley Oliveira, según consta en el Archivo Histórico del Banco de España. A principios de 1921 la empresa canaria compra a su matriz las operaciones de las islas y entra en la venta de vehículos. Junto a Jacob Ahlers, Luis Pozuelo y Juan Cabrera Martín crean una entidad financiera propia. La empresa amplió sus actividades a astilleros en el puerto de Las Palmas y entra en el negocio de la energía con Elder, Dempster & Co.
La liquidez llegaba a la empresa por la vía de las exportaciones y suministros. Sebastián Grisaleña, expresidente de la CEOE de Las Palmas, promotor de comercio desde hace décadas entre Madeira y Canarias, recuerda cómo las sinergias de empresas británicas, madeirenses y canarias llevaron a cabo una historia de éxito que fue bloqueada por la política franquista, como esos aranceles con los que se empeñan las empresas canarias menos eficientes".
Para Blandy, al estar tan cerca geográficamente y compartir tantas características comunes de un puerto comercial, fue un paso natural mirar hacia las Islas Canarias para la expansión. En 1886, John Burden Blandy, nieto de John Blandy, abrió las oficinas de Blandy en Canarias ofreciendo un servicio de búnker de buques y el suministro de agua y tiendas a los buques. La oficina de Londres (establecida en1838) se hizo responsable de la compra de carbón del sur de Gales, además de negociar los contratos anuales de bunkering con los armadores en Canarias. En 1906, Blandy's fue nombrado agente de Lloyd's en Las Palmas. Blandy fue creando un grupo empresarial líder en las islas. Pero la inestabilidad política de España se llevó por delante todo. A Blandy la crisis de 1929 no le tocó hasta 1931 y, en 1935, cuando comenzaba a levantar cabeza con exportaciones como plátanos o tomates al Reino Unido, debió asumir las consecuencias de la Guerra Civil desde 1936.
A juicio de los economistas Fernando Carnero Lorenzo y Juan Sebastián Nuez Yánez el bloqueo de la dictadura dinamitó a la empresa. "Obstáculos como el bloqueo de cuentas, las limitaciones a la importación de productos extranjeros o las constantes restricciones en el tráfico de divisas que, si bien perjudicaron al conjunto de la economía canaria, fueron especialmente gravosos para los agentes probritánicos, dada la germanofilia del nuevo régimen. Esto provocaría que, durante la Autarquía, Blandy fuese abandonando de forma paulatina sus negocios relacionados con el puerto y enajenase la sección de banca, concentrando su actividad en la comercialización de automóviles y el servicio posventa para éstos".
Para Carnero y Nuez Yánez las primeras operaciones en las islas se encuentran en los acuerdos de Blandy tuvo con el comerciante italo-francés Juan Bautista Carló Guerey desde 1864 y que fue representante de Blandy en Las Palmas capital. En 1886 accedió a una parcela de suelo en el Puerto de Las Palmas para suministro de carbón mineral y un muelle de avituallamiento. De 3.000 metros cuadrados a 9.000 en pocos años. La empresa llega como portuguesa y no como británica. Su interés por las islas pudo deberse a una plaga que destrozó las exportaciones de vino al Reino Unido. El mismo planteamiento de John Milberne Leacock o Edward Baker aunque fuera del negocio portuario y donde se encontraban empresarios como Henry Wolfson Ossipof, Edward W. Fyffe, que vendía en Londres la producción canaria desde el año 1888 para las marcas Blandy, Baker & Company, The Madeira Fruit Company o la galdense Leacock & Co.