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Ciencia y energía se unen para descubrir los secretos de uno de los lugares más fríos del planeta

  • Hay científicos que viven durante meses en una base ubicada en la Antártida con el objetivo de estudiar casos tan interesantes como el comportamiento de una colonia de pingüinos o la actividad volcánica de la isla
Las instalaciones de la base Gabriel de Castilla se abastecen de energía eléctrica mediante paneles solares y grupos electrógenos con combustibles renovables
Nuria Hueso Gutiérrez

Hay lugares donde los veranos no son sinónimo de treinta grados a la sombra como acostumbra nuestra climatología peninsular. A 13 000 km de distancia, un grupo de españoles vive cada verano austral, de diciembre a marzo, con una temperatura que ronda entre los 0 y 4ºC. Y en invierno, mientras lees estas líneas, puede alcanzar los 60 bajo cero. ¿Imaginas qué rincón del mundo puede ser?

Una isla recóndita de la Antártida es la ubicación elegida por una treintena de científicos españoles para avanzar en sus investigaciones sobre vulcanología y biología. Hablamos de Isla Decepción, un pequeño territorio donde viven la temporada veraniega de una forma diferente. Allí, desde el refugio militar Gabriel de Castilla gestionado por el Ejército de Tierra, estos investigadores aprovechan la temporada estival desde diciembre hasta marzo para realizar diversos estudios.

El de estas campañas científicas en Isla Decepción es un ejemplo de cómo vivir en lugares extraordinarios no es solo posible, sino que es una realidad. En esta base Gabriel de Castilla, los investigadores españoles estudian desde el comportamiento de una colonia de pingüinos barbijos hasta la actividad volcánica de la isla. Proyectos que, a pesar de las condiciones extremas, continúan campaña tras campaña explorando los porqués de la naturaleza.

"La Antártida es un sitio único y tener un volcán para alguien que se dedica a los volcanes dentro de la Antártida pues lo hace más único todavía", explica Rafael Abella, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional, que ha cumplido doce campañas en Isla Decepción estudiando con detenimiento los movimientos del terreno.

Diariamente, los investigadores analizan los datos recogidos a través de estaciones GPS ubicadas en el terreno

Dentro de la rutina de Abella en la Antártida, está la labor de colocar GPS que envían datos en tiempo real sobre los movimientos de tierra y los cambios de temperatura y ofrecer datos de calidad para la comunidad científica. En semanas donde los días no dependen de fines de semana o festivos, sino de las características climatológicas, un día normal consiste en "chequear las estaciones o instalarlas, terminar el trabajo de campo y volver a la base donde hay una reunión lo que se programa lo que se va a hacer al día siguiente", detalla el científico.

Pero, para esta rutina donde las condiciones climatológicas extremas son un constante, se hace imprescindible garantizar el confort adecuado al equipo durante los meses de la campaña. Es el Ejército de Tierra el que asiste a esos investigadores del Instituto Geográfico Nacional interesados en la evolución y características de la isla. Sus miembros allí destinados velan por la seguridad y comodidad de los investigadores brindando apoyo al personal alojado, encargándose de los desplazamientos por la isla y garantizando la protección ante situaciones de emergencia causadas por los temporales.

Pingüinos barbijos en Isla Decepción

Energía solar y combustibles renovables para que todo funcione

Una estancia adecuada pasa por garantizar "todas las medidas necesarias para que puedan continuar desarrollando sus investigaciones como el Internet, la energía…". Así lo cuenta Cristina Álvarez, teniente coronel del Ejército de Tierra, que además es responsable de medio ambiente y bromatología en la campaña antártica de 2024. Para que todo funcione, "todo se lleva al detalle", comenta.

Aspectos como el abastecimiento de energía, la alimentación, la gestión del agua o de los residuos son aspectos que se registran y controlan desde la base Gabriel de Castilla. Uno de los factores a tener en cuenta en el correcto funcionamiento de cada campaña, destaca Álvarez, es la reducción del impacto ambiental. A la hora de abastecer de energía las instalaciones, se utilizan paneles solares y varios grupos electrógenos que suministran energía eléctrica durante todo el año. La teniente coronel detalla que en esta última campaña "se incorporaron combustibles renovables para alimentar los grupos electrógenos que dan la electricidad a la base". Este combustible 100% renovable suministrado por Repsol permitió el funcionamiento de la calefacción y las comunicaciones entre otras necesidades energéticas.

En Isla Decepción, el abastecimiento de energía se hace imprescindible, subraya el sismólogo del Instituto Geográfico Nacional. Aunque las campañas duren cuatro meses, los equipos de la base permanecen funcionando el resto del año. Por eso, en la última campaña "con ayuda del Ejército de Tierra y con Solar 360 montamos 24 paneles solares en uno de los módulos para dar energía con un rack de baterías bastante potente que son los que nos han permitido tener energía", explica Abella.

Estos paneles solares Solar 360 de Repsol son los encargados de almacenar la energía y distribuirla a los edificios de la base. De esta forma, cada uno de estos se abastece del suministro energético necesario para trabajar en el terreno y desde España se monitorizan en tiempo real los datos extraídos de los estudios.

Paisaje helado de Isla Decepción, junto a la península Antártica

Vivir en lugares extraordinarios y lograr descubrimientos excepcionales, es posible. Y es que descubrir lo que esconden especies únicas o rastrear movimientos sísmicos bajo el hielo requiere algo más que determinación: requiere energía, eso que hace realidad lo imposible.

Los proyectos que se desarrollan desde la base Gabriel de Castilla, en la Antártida, son prueba de que la energía impulsa el conocimiento para que incluso allí, en el último rincón del mundo, la ciencia no se detenga.

Producido por EcoBrands