Cada año mueren casi cinco millones de niños menores de cinco años por causas evitables. Cerca del 60?% de estas muertes se producen en África, muchas de ellas provocadas por enfermedades prevenibles como la neumonía, la diarrea, la malaria y la meningitis. Pese a que existen vacunas y tratamientos que han salvado más de 150 millones de vidas en los últimos 50 años, el acceso desigual, la falta de recursos y los efectos del cambio climático y los conflictos armados siguen cobrando vidas.
En este contexto, en el Foro de Innovación y Acción para la Inmunización y la Supervivencia Infantil 2025, celebrado en Maputo (Mozambique), los países africanos han asumido un firme compromiso para hacer frente a la crisis de mortalidad materna e infantil que amenaza con revertir décadas de avances en salud pública en el continente. El encuentro fue organizado por los Gobiernos de Mozambique y Sierra Leona, con el apoyo de socios internacionales como el Gobierno de España, la Fundación "la Caixa", la Fundación Gates y UNICEF.
En palabras de Daniel Chapo, presidente de la República de Mozambique, "la Convención sobre los Derechos del Niño establece que todos los niños tienen derecho a sobrevivir y crecer sanos. Mozambique ha logrado notables avances en la protección de dichos derechos y ha reducido la mortalidad infantil de 201 a 60 por cada 1.000 nacidos vivos entre 1997 y 2022. Estos logros son el resultado de décadas de inversiones estructurales en salud materno-infantil, uno de los pilares fundamentales del Plan Quinquenal 2025-2029 de nuestro Gobierno".
No obstante, a pesar de estos avances, muchos países siguen lejos de alcanzar los ODS. Ante esto, los representantes gubernamentales y los socios llegaron a un compromiso conjunto que incluye medidas para fortalecer el sistema sanitario africano. Además, reforzarán el liderazgo regional mediante alianzas entre organismos nacionales y regionales, como la Unión Africana y los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades.
En el centro del compromiso se encuentra la lucha contra las desigualdades, con un enfoque prioritario en los niños más vulnerables del África subsahariana y Asia meridional. Esto incluye mejorar el acceso a servicios de salud, nutrición, agua potable y saneamiento, así como combatir factores de riesgo como la malnutrición o la contaminación del aire.
Además, se subrayó la importancia de invertir en prevención, preparación y respuesta ante emergencias de salud pública, como el cólera, así como en vigilancia epidemiológica e innovación tecnológica. Iniciativas como la Red de Vigilancia de la Salud Infantil y la Prevención de la Mortalidad (CHAMPS) fueron citadas como ejemplos de buenas prácticas para orientar políticas públicas basadas en datos.