En el sur de Europa, donde el Mediterráneo parece dominar el paisaje, existe una cordillera que se eleva con rotundidad frente a lo previsible. Sierra Nevada se alza como un destino de contrastes y alturas escarpadas, donde las nieves eternas que conviven con las luces cálidas llaman anualmente a miles de aventureros y, sobre todo, amantes del esquí. En este entorno singular, el refugio de San Francisco ofrece una alternativa genuina para quienes entienden la montaña como una forma de vida.
Situado en los Campos de Otero, junto a los Peñones de San Francisco, este pequeño refugio de piedra parece desafiar las condiciones extremas con determinación. A más de 2.250 metros de altitud y sin acceso rodado durante buena parte del año, se convierte en el único punto de acogida en medio de una de las zonas más exigentes y espectaculares de Sierra Nevada. Un alto en el camino en cualquier época del año para quienes recorren sus rutas a pie, con esquís o cargando simplemente con el deseo de estar lejos del ruido.
La historia de este albergue comienza hace más de un siglo. Fue el primero de su tipo en todo el macizo y sirvió durante décadas como punto de partida para expediciones, estudios científicos y travesías por la alta montaña; pero el paso del tiempo y el abandono terminaron por cerrar sus puertas. No fue hasta el año 2022 cuando la Sociedad Sierra Nevada decidió devolverle su función original, rehabilitándolo con una idea clara: habitar el entorno sin alterarlo.
Hoy, quienes lo visitan encuentran un espacio sencillo pero eficiente. Un dormitorio común con capacidad para 14 personas, servicio de comidas, agua caliente, luz y enchufes. Lo interesante es que la gestión de ese confort en un entorno tan aislado proviene de energía solar y recursos naturales canalizados con ingenio. La cocina eléctrica, la bomba de presión que lleva el agua desde un pequeño arroyo cercano o los puntos de recarga para móviles funcionan gracias a paneles fotovoltaicos.
"Durante varios meses al año no puede entrar ningún vehículo, la única solución es buscar recursos energéticos para poder abastecerlo procurando que haya el mínimo impacto medioambiental", explica Juan Antonio Fajardo, presidente de la Sociedad Sierra Nevada. Y esa es la filosofía que impregna cada decisión tomada allí arriba: hacer lo máximo con lo mínimo.
Esa misma lógica de autosuficiencia energética ha empezado a extenderse por todo el macizo. Sierra Nevada, la estación de esquí más meridional de Europa, concluyó la temporada 2024/2025 con un total de 1.250.000 usuarios, un 12,5% más que la anterior. Pero más allá de esas cifras, lo relevante es el camino que ha emprendido para reducir su huella de carbono. Desde 2023, las máquinas pisapistas y las motos de nieve que surcan las laderas cada madrugada funcionan con combustibles 100 % renovables producidos por Repsol a partir de residuos orgánicos, como aceite usado o restos de poda.
Además, la colaboración entre Sierra Nevada y Repsol ha impulsado otras soluciones en esa misma línea. En el aparcamiento de la estación se ha instalado una electrolinera con 43 puntos de recarga para vehículos eléctricos y en distintas zonas se han colocado tótems solares para cargar teléfonos móviles.
El refugio de San Francisco, con sus muros centenarios y su techo inclinado cubierto con más o menos nieve dependiendo de la estación, representa un pasado que resiste, pero también un futuro que se redefine.
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