
Hay acontecimientos, sucesos, hechos que hacen historia. Que logran cambiar el desarrollo de un país. La llegada de los medicamentos genéricos a nuestro sistema sanitario fue uno de ellos.
Su incorporación al mercado farmacéutico español en 1997 supuso un punto de inflexión en muchos aspectos. Entre ellos:
- En una mejora y garantía en el acceso de los pacientes a fármacos esenciales con unos precios más competitivos.
- En la existencia de medicamentos asequibles para muchas enfermedades.
- En la ampliación de la cobertura sanitaria para personas que, en otras circunstancias, no podrían realizar un tratamiento.
- Y en el impulso al avance de la investigación y el desarrollo de nuevos fármacos. Si las patentes no caducasen, la necesidad de investigar nuevas moléculas sería mucho menor.
Los medicamentos genéricos llegaron con una clara vocación de ayudar y de aportar. Desde entonces, no han dejado de hacerlo. Y han ayudado y han aportado sin mermar la calidad, seguridad y eficacia de los tratamientos.
Veinticinco años después de que el primer medicamento genérico fuera dispensado en nuestro país, estos fármacos siguen fieles a su esencia y continúan siendo generadores de cambio.
Sin la presencia y la disponibilidad de los medicamentos genéricos, no se hubiera podido atender la creciente demanda de fármacos derivada de más pacientes que viven más tiempo, que necesitan terapias crónicas y que esperan una mejor calidad de vida.
Un cuarto de siglo en el que nos han acompañado diariamente, incluso en los momentos más adversos (véase la reciente crisis de suministros y los sobrecostes en la producción por el incremento del precio de la energía); y lo han hecho siempre aportando, tanto desde una perspectiva sanitaria como económica.
Más de nueve mil días de convivencia mejorando y garantizando el acceso de los ciudadanos a medicamentos con unos precios más competitivos, aliviando la factura farmacéutica del Sistema Nacional de Salud (SNS) y generando un ahorro sin precedentes: mil millones de euros de media al año.
Este ahorro ha permitido a nuestro sistema sanitario disponer de más recursos económicos para crear nuevas infraestructuras sanitarias, financiar la investigación y el desarrollo de nuevas moléculas, mejorar los servicios de diagnóstico y cubrir los costes de tratamientos que requieren fármacos nuevos, innovadores y generalmente más caros, entre otras cosas.
En España, desde hace veinticinco años, existen medicamentos genéricos para todo tipo de patologías y enfermedades con un precio de salida al mercado, como mínimo, cuarenta por ciento más económico que la marca de referencia. Hoy es difícil imaginar el sistema sanitario tal y como lo conocemos sin la contribución continuada de los genéricos.
Y no olvidemos que durante la reciente pandemia por COVID-19 demostraron ser una potente red de seguridad garantizando la disponibilidad y el acceso a los tratamientos requeridos tanto en los hospitales como en las oficinas de farmacia.
En este cuarto de siglo, los medicamentos genéricos también han contribuido positivamente al desarrollo del tejido industrial español y al crecimiento de nuestro producto interior bruto.
Actualmente, el sector emplea a más de cuarenta mil personas, invierte un veintisiete por ciento de su beneficio en innovación y desarrollo, exporta el treinta por ciento de su producción (principalmente a países del entorno europeo); y colabora con la productividad nacional. Siete de cada diez medicamentos genéricos consumidos en España se fabrican en nuestro país, en alguna de las veinte plantas de producción con las que cuenta el sector dentro de nuestras fronteras.
Es emocionante ver hasta dónde se puede llegar cuando todos remamos en la misma dirección. Cada vez que se prescribe, se dispensa y se toma un medicamento genérico, ganamos todos.
Entender el valor estratégico que representan los medicamentos genéricos y comprender su poder transformador a nivel sanitario, social y económico nos permite seguir creyendo y confiando en que juntos podemos contribuir a construir el mejor sistema sanitario.
El camino recorrido nos anima a mirar al futuro, si bien con cierta incertidumbre, también con ilusión.
Esa misma ilusión que hace veinticinco años alentó a la Administración a elaborar y aprobar una ley que introducía en el mercado los medicamentos genéricos. Que animó a una parte de la industria farmacéutica a comprometerse en el desarrollo y comercialización de estos fármacos en España. Que hizo que los profesionales de la salud transmitieran a la población confianza sobre la calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos genéricos. Y que la sociedad, en líneas generales, no pusiera en duda ni su prescripción ni su dispensación.
Si el medicamento genérico es hoy una conquista social, ha sido gracias a una labor compartida donde cada uno (industria farmacéutica de genéricos, gestores sanitarios, representantes políticos, profesionales de la salud, consumidores y pacientes) desde su lugar y en su tiempo ha contribuido a este presente.
No es menos cierto, que aún se puede conseguir más. Mucho más. España sigue teniendo un mercado de genéricos muy poco desarrollado en relación con el resto de los países de la Unión Europea.
Para que estos fármacos puedan seguir siendo garantes de la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario y continuar favoreciendo el desarrollo del tejido industrial español y el crecimiento de nuestro PIB, es imprescindible adoptar medidas orientadas a fomentar de forma efectiva su uso.
Solo con un mercado de medicamentos genéricos fuerte se podrá dar respuesta a las necesidades y demandas de salud. ¡Aprovechemos plenamente su potencial!
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