
El presente año ha dado la sorpresa. Pocos inversores esperaban que tanto la renta variable, como la fija, fuesen pasto de las pérdidas. De hecho, no se han librado ni siquiera los bonos considerado refugio por su estabilidad: el estadounidense y el alemán.
A este respecto, si la deuda americana a 10 años arrancó 2022 ofreciendo un interés del 1,5%, ahora éste se sitúa en el 3,8%. Del mismo modo, el bund inició el ejercicio en el -0,34% para alcanzar ahora el 2%.
Una situación derivada de los elevados niveles de inflación, que han obligado a los bancos centrales a llevar a cabo una de las subidas de tipos de interés más rápida de las últimas décadas, provocando un ajuste en el precio de todos los activos. No en vano, la Reserva Federal estadounidense ha aumentado los tipos oficiales desde el 0% al 3,75% en menos de un año y espera seguir subiéndolos.
En el caso de la renta fija, cuando suben los tipos de interés, los precios de los bonos actuales caen, ya que las nuevas emisiones que salen al mercado ofrecen cupones mucho más interesantes, así que las existentes pierden valor. Así, el precio de una cesta de bonos globales retrocede un 17% desde el 1 de enero. Se trata de la mayor bajada desde, al menos, 1990, que es el último dato que ofrece Bloomberg.
"El histórico desplome de los activos de renta fija ha provocado que muchos de los inversores sufran pérdidas en sus carteras de entre un 10%-15%. Hay que añadir, además, el hecho de que muchos de estos inversores, hasta hace 10 años, tendían a invertir en depósitos, pero la nula rentabilidad de estos productos en la última década les habría obligado a buscar esa rentabilidad asumiendo más riesgo", señalan desde Deutsche Bank.
No todo son malas noticias
Con estos datos encima de la mesa, la noticia positiva es que el margen de caídas debería ser limitado, ya que el precio de la renta fija recoge en gran medida las subidas de tipos de interés previstas.
Además, para los inversores conservadores que entren ahora, la rentabilidad que ofrecen algunos bonos es equiparable a la rentabilidad por dividendo que ofrecen algunas compañías con menor riesgo (siempre que los países y las empresas no incurran en impagos).
En este escenario, desde Deutsche Bank recuerdan que "en bonos como los high yield o los de países emergentes todavía existen riesgos derivados de la inminente llegada de la recesión mundial. Las probabilidades de impago podrían aumentar para los bonos corporativos mientras que los bonos de los emergentes pueden perder atractivo frente a los del Tesoro americano, mucho más rentables ahora gracias a las subidas de los tipos de interés".
Por otro lado, por primera vez aparecen oportunidades de inversión conservadoras que habían desaparecido en los últimos años como consecuencia de la política de tipos cero. "Este es el caso de los depósitos, que recuperan atractivo, de los bonos y las letras del Tesoro, o de productos garantizados", señalan desde Deutsche Bank. De hecho, según los datos de Morningstar, solo en el mes de septiembre los fondos garantizados captaron casi 750 millones de euros en España. Es la mayor entrada de dinero en un solo mes en al menos una década.
Por tanto, se ha abierto un escenario distinto para los inversores conservadores que no tiene que ser peor necesariamente. "Van a volver a disfrutar de saludables rentabilidades en productos de inversión con poco riesgo gracias al final de la política de tipos cero de los bancos centrales", indican desde Deutsche Bank.
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