
La banca española estanca su ritmo de venta de ladrillo. Las entidades reducirán este año activos tóxicos a través de ventas ordinarias por un valor aproximado de 20.000 millones de euros, cifra que supondría un 20% menos frente a los 25.000 millones desinvertidos en 2017, según señala S&P en un informe sobre las perspectivas del sector financiero español para este año.
La agencia explica la resistencia a acelerar esta desinversión en una actitud de espera por parte de los gestores de entidades, ante una posible recuperación del mercado inmobiliario, coincidiendo con un momento en el que la banca da por bien provisionadas sus carteras de activos problemáticos, y por tanto, no van a tener que destinar más recursos a los mismos.
En mitad de este escenario, el Santander y BBVA marcaron un punto de inflexión con la venta de grandes carteras a fondos de inversión. El banco que preside Ana Botín vendió este verano a Blackstone el 51% del ladrillo del Popular por 5.000 millones de euros. La operación conlleva la creación de una sociedad conjunta, a la que se traspasarán activos de la entidad adquirida por un valor bruto de 30.000 millones de euros, cuya gestión liderará el fondo de inversión.
Del mismo modo, BBVA anunció en noviembre la venta a Cerberus de activos adjudicados valorados en 13.000 millones de euros. Ambas operaciones se cerrarán este año, una vez reciban el visto bueno de las autoridades reguladoras.
S&P ve en estas grandes operaciones el camino a seguir, puesto que, de lo contrario, si la banca únicamente dependiera de las ventas orgánicas, a finales de 2018 la cartera de activos problemáticos aún representaría el 11,8% del total del crédito. Según la agencia, la cifra aún es alta -teniendo en cuenta que ya han pasado diez años desde que comenzó la recesión económica-, y sitúa en torno al 3 o el 4% el nivel razonable. No obstante, cree que las transacciones del Santander y BBVA van a provocar presión en el mercado para realizar otras similares.
Principal riesgo
Cataluña representa el principal riesgo del sector financiero español de cara a este año. A la espera de que se forme Gobierno para tener visibilidad sobre las políticas que va a acometer, desde S&P señalan que la preocupación radica en que la incertidumbre política se prolongue, afecte a los indicadores de confianza en la región y, con ello, a la economía española y a la ralentización de la evolución de los rating. No obstante, desde la agencia mantienen una perspectiva positiva y una previsión de crecimiento de la economía del 2,7%.
Respecto a las fusiones, S&P ve más posibilidad de consolidación en el sistema financiero español, especialmente entre entidades medianas. A su juicio, con este tipo de uniones ganarían en diversificación de negocio, poder de precios y les ayudarían a diluir costes fijos. Las que también están por llegar son las fusiones transfronterizas, según la agencia, especialmente en un entorno europeo que camina hacia la unión bancaria, pese al estancamiento de la constitución de un fondo de garantía de depósitos único.
2 por ciento
Es el crecimiento aproximado que prevé S&P para el stock de crédito en este año. Sin embargo, estiman un escenario casi plano a nivel hipotecaria puesto que las amortizaciones aún pesan mucho. Las carteras crediticias creadas entre 2005 y 2007 fueron muy elevadas, y aunque desde la agencia consideran que la fase de apalancamiento ha terminado, el crecimiento en este ámbito será muy moderado.