Banca y finanzas

El estrepitoso fracaso de los planes de Del Valle y Saracho en el Popular

  • La crisis del banco se agudizó tras la salida de Ángel Ron
  • Los proyectos de venta o ampliación de capital acabaron en fracaso
Antonio del Valle.

"No es nada personal", espetó el inversor Antonio del Valle a Ángel Ron cuando fue a felicitarle las Navidades, pocos días después de forzar su salida de la presidencia del banco. El socio mexicano había estado maniobrando los meses previos, primero para sondear una fusión con el Sabadell y no lograda ésta, había liderado una rebelión en el consejo para desocupar de la silla a Ron, con la intención de que el nuevo equipo gestor lograra una operación más provechosa para sus intereses.

Tal vez sin Ron se recuperara la acción, duramente castigada por los rumores de la delicada situación del banco, los ataques bajistas y la guerra sin cuartel desatada en el consejo de administración. El Popular podría sondear de nuevo otra fusión o las alternativas para fortalecerse.

Pero nada de esto ha pasado. Se ha precipitado el peor de los escenarios no sólo para los grandes accionistas del Popular, sino para todos ellos, los titulares de CoCos y de deuda subordinada.

Discrepancias en el consejo

En las últimas semanas, cuando la posibilidad de que el Popular acabara intervenido al estancarse en un punto muerto todas sus opciones de supervivencia, las discrepancias en el consejo volvieron con fuerza. Saracho, el vicepresidente mundial de JP Morgan contratado en diciembre para salvar al Popular, fue cuestionado. Su prima de fichaje ascendió a cuatro millones de euros.

Crédit Mutuel, socio del Popular en la joint venture de Targobank recompró su parte en el negocio y se fue del consejo justo antes de que el barco naufragara.

El final desastroso del Popular es el fracaso de Del Valle y sus empresarios afines, de los consejeros que, primero fieles a Ron, acabaron secundando el derribo y lanzando el banco al vacío. También de todos aquellos ejecutivos que fueron contratados por el banco para enderezar el rumbo de la nave y que no supieron calibrar ni la gravedad de los problemas ni sintonizar con los mercados.

Nada ha salido bien

Desde la cuestionable gestión de Ron hasta la decepción de Saracho, nada o casi nada ha salido bien al banco.

El proyecto Sunrise, apoyado por Ron y su flamante consejero delegado, Pedro Larena, para aliviar al banco de la carga de los activos tóxicos, se vio con el paso del tiempo que era irrealizable.

La venta de TotalBank, cerrada por Ron y aprobada por el consejo en diciembre, fue paralizada por Saracho para poder analizarla. Nunca se materializó.

No hubo venta de WiZink, y los procesos de fusión y de ampliación de capital resultaron un fiasco.

Saracho, hace apenas dos meses, realizó su primera y única intervención pública como presidente del Popular en la junta. Ante sus accionistas aseguró que valía la pena luchar por el Popular y que "hay tiempo, pero no demasiado". Su radiografía del banco, y su receta para salir de apuros, una macroampliación o una fusión, fue recibida con recortes de cotización.

Su correción en las cuentas de 2016 tuvo un efecto contraproducente en los mercados, que no valoraron transparencia alguna, sino que aumentaron sus dudas sobre el alcance del agujero del banco y la posibilidad de que se em- prendieran acciones legales por la ampliación de 2016.

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