Contradicciones del mercado. El severo descalabro encajado por Popular en bolsa hace que actualmente el grupo íntegro valga menos que las participadas y negocios que tiene a la venta. Su capitalización ronda los 1.300 millones de euros, después de sufrir un derrumbe casi histórico en la cotización del 18,16% este lunes, a lo que se suma otra sesión -la de hoy- para olvidar: las acciones han cerrado con un retroceso del 6,21%.
Solo el 49% de WiZink y el estadounidense TotalBank rondaría dicha valoración, sin incluir el extenso caudal de joint ventures, participadas o negocios susceptibles de contribuir a más que duplicar dicho talón si se monetizasen en su integridad.
El pesimismo instalado sobre su cotización, a falta de noticias alentadoras acerca de su futuro, y cebado por la voraz operativa desplegada por los fondos bajistas mantiene atrapado al título en una peligrosa espiral desde que se conoció, a mediados de mayo, la puesta en marcha de un proceso exprés para buscar una fusión o reeditar otra macroampliación de capital.
Pero es en apenas siete días cuando el valor bursátil del que antaño fuera envidiado como el banco más solvente y rentable de Europa, se ha reducido a la mitad -rozaba los 2.838 millones cuando el pasado día 25 inició un desplome sin tregua hasta la fecha actual-. El colapso de este lunes es el segundo peor de toda su historia, solo superado por el retroceso del 26,4% con el que el parqué encajó hace justo ahora un año el anuncio de que ampliaría capital en 2.500 millones para reparar su atribulado balance.
Las dudas de los bonistas sobre el futuro del banco también hacen mella en las emisiones de la entidad. En particular, el interés exigido a los CoCos de Banco Popular ya sobrepasa el 20%.
Vale la mitad en siete días
Paradójicamente la historia posterior de la entidad ha demostrado que aquella operación no solo fue insuficiente para digerir el pesado lastre del ladrillo que está hipotecando su viabilidad, sino que se ha convertido en uno de los escollos claves para sellar una solución vía fusión, por el miedo de los potenciales postores a quedarse el Popular a quebrantos imprevistos si los inversores van a los tribunales.
En la caída libre llega además como gasolina al fuego la desbandada de inversores significativos. La gestora Blackrock redujo la pasada semana su participación en la entidad al 1,775% desde el 4% anterior, y el lunes merodeaba en el parqué la convicción de que la renuncia al sillón en el consejo de Crédit Mutuel que, si bien se ha ligado a la ruptura de la alianza en Targobank, es anticipo de un repliegue en el capital de la entidad. Un extremo sobre las fuentes consultadas en el grupo financiero francés eludieron pronunciarse.
Expuesto a una OPA
Con el enésimo varapalo, el parqué demanda una solución urgente exponiéndole a una OPA. Entre los acelerantes figura el escaso apetito que parece despertar el banco presidido por Emilio Saracho.
CaixaBank y Sabadell se desmarcaron en el inicio y son bajas las expectativas de que BBVA, que en otras pugnas se ha caracterizado por destapar sus cartas en el último segundo, sorprenda con una oferta ganadora. El Gobierno confía en un Santander decidido a no embarcarse en una operación que donde no le salgan los números ante, al parecer, los reparos de Bruselas a que se lo quede Bankia.
La cúpula del Popular, que este martes está citada con responsables del BCE para compartir el diagnóstico de la entidad y sus vía de trabajo, apenas ha desvelado desinversiones de calado pese a que hacer caja era una prioridad para reforzar el capital. Tan solo ha recaudado 248 millones con Targobank, la financiera del Pastor y Merlín.
En la recámara le queda la filial estadounidense TotalBank, cuya venta al chileno BCI por unos 450 millones se encuentra encauzada; o un WiZink valorado en su integridad en entre 1.500 y 2.500 millones por algún banco de inversión -la mitad pertenece al Popular-.
Solo en negocios conjuntos con otros socios y participaciones industriales, la entidad mantenía al cierre de 2016 una hucha en una treintena de sociedades con un valor contable conjunto de 1.774 millones de euros -en la cifra se ha depurado la venta de Targobank-.
En esa partida se excluyen las filiales donde es el único propietario como es TotalBank, el Pastor, el negocio en Portugal o su banca privada, valorado en libros por otros 1.850 millones de euros.
El precio de colocación en el mercado normalmente excede la referencia del valor en libros de una compañía, llegando en muchas ocasiones a multiplicarlo. Podría ser el caso de la filial de tarjetas compartida con el fondo Värde Partners y que integra los plásticos emitidos por el grupo Popular, junto a los adquiridos a Citi y a Barclays en España y Portugal.
La salida en muchos casos es, sin embargo, complicada por las cláusulas contractuales firmadas en su día con el socio al que dio entrada en el negocio. Junto a las tarjetas, el Popular comparte plataforma de venta de inmuebles -Aliseda Gestión- con Värde Partners y Kennedy Wilson; opera la comercialización de seguros y planes de pensiones con el accionista significativo y aliado histórico Allianz; la red de cajeros automáticos junto a NCR en Euro Automatic o controla un 24,99% del banco Bx+ de su accionista mexicano.
Jornada frenética en las sucursales
La inquietud que sobrevuela al Popular provocó este lunes algún movimiento inusual de clientes en sucursales. Algunas oficinas registraron una afluencia superior a la habitual de personas interesadas por las dificultades del banco y la protección de sus ahorros.
Tras el descalabro sufrido en bolsa la pasada semana, era previsible cierta desazón. Emilio Saracho conminó vía email el viernes por la tarde a la plantilla a "transmitir un mensaje de tranquilidad" a los clientes preocupados e informar sobre sus líneas de trabajo.
