
Imagine que llega al banco a abrir una nueva cuenta, le ofrecen una tarjeta para que pueda operar con ella pero le dicen que por 5 euros más puede ponerle la foto que quiera, o cambiar el estilo del plástico. Imagine ahora que por 10 euros más al año le ofrecen un descuento del 3% en gasolineras cada vez que la use... ¿Cuánto tendría que imaginar para llegar a pagar 500 euros al año por su tarjeta de crédito?
Hay quien tiene mucha imaginación, y los bancos lo saben. JP Morgan Chase causó sensación el año pasado con el lanzamiento de una nueva tarjeta de crédito, la exclusiva Chase Sapphire Reserve, elaborada a partir de "una combinación propia de metales preciosos". ¿El precio? Algo más de 400 euros al año. ¿Que si fue un fracaso? No. De hecho, fue tanta la gente que la solicitó, que el banco se quedó sin metales suficientes para fabricarlas.
El negocio de las tarjetas de crédito
Aunque parezca una absoluta locura, técnicamente es posible justificar el pago de 400 euros -tal vez hasta 500- por el privilegio de usar una tarjeta de crédito. Basta con ver la larga lista de ventajas, los puntos y créditos en viajes y hoteles, los regalos y las promociones.
Pero hay que hacer cuentas. ¿La usará lo suficiente para justificar la comisión o tendrá el tiempo y la paciencia necesarios para obsesionarse con las complicadas reglas y exigencias del programa de premios? Si es así, la puede solicitar. De lo contrario, para el común de los mortales, podría convenir más una tarjeta simple, sin comisión, tal vez alguna que tenga una generosa bonificación de reembolso de efectivo o una tasa de interés particularmente baja.
Pero no hemos venido a hablar de esa tarjetas ¿no? Parte del atractivo de una tarjeta de crédito premium -por llamarlas de alguna manera- es que es una tarjeta premium. Podrá no ahorrarle ni un centavo, pero hará que embarque antes en un avión o, mejor aún, que pueda dedicar su preciado tiempo a disfrutar un cóctel mientras los demás pasajeros del vuelo hacen fila para subir a bordo. ¿No es el tiempo oro?
"Pura exclusividad. El simple hecho de tener en la mano ese rectángulo metálico puede hacerle sentir especial, único, diferente. Al presentarlo, todo el mundo sabrá que se la puede permitir". Aunque suenen a frases publicitarias son en realidad las líneas de negocio de muchos bancos, que han encontrado en el lujo una manera de atraer clientes "especiales" con cuentas corrientes "singulares".
De los casi 350 millones de cuentas de tarjeta de crédito que existen a día de hoy en los Estados Unidos -en comparación con los alrededor de 275 millones de 2010-, por la gran mayoría no se cobra comisión alguna. Si bien los bancos siguen percibiendo cuantiosos ingresos fruto de intereses o comisiones.
¿Pagarían casi 100 euros más por seguir teniendo sus tarjetas Platinum los clientes de American Express? Cada cliente deberá tomar su propia decisión por irracional que parezca.
Un caso real
Mark Jackson, un joven de 27 años que vive en Scottsdale, Arizona, barajaba hasta hace poco cancelar su tarjeta Platinum. Se dio cuenta de que lo más probable era que no disfrutara al máximo de las ventajas que la comisión anual de 400 euros de la tarjeta le ofrecía. Y ahora cuesta casi 100 euros más? y Jackson no se plantea deshacerse del plástico.
Decidió que le resultaba inimaginable renunciar al acceso a las salas VIP de American Express en los aeropuertos. Ha disfrutado de las salas The Centurion en sus escalas en Miami y San Francisco. En las instalaciones de Dallas obtuvo incluso un masaje gratuito de 15 minutos.
"Es agradable mimarse", explica Jackson, que añade que "tener un lugar donde, si se tiene una hora libre, se pueda tomar un buen café o un cóctel, no tiene precio".
American Express apuesta a que la mayor parte de sus clientes actúe como Jackson y no con la fría racionalidad de los buscadores de gangas. Después de todo, tras un largo día de viaje un masaje de 500 euros podría tener sentido ¿no? Imagine, imagine...