
Sólo seis entidades españolas lograron mejorar su rentabilidad el año pasado. Es decir, menos de la mitad de los principales grupos financieros que operan en nuestro país. Los extraordinarios y la caída de los tipos de interés han marcado no sólo los resultados obtenidos por el sector en el último ejercicio, sino también la evolución en la rentabilidad sobre los recursos propios (ROE), afectada también por el aumento de la solvencia para cumplir holgadamente con los mayores requisitos que imponen los organismos reguladores.
Los bancos que consiguieron incrementar esta variable, que vigilan de cerca tanto las autoridades supervisoras como los mercados, son Bankinter, Bankia, Sabadell, Kutxabank, Liberbank y Cajamar, pero su situación difiere considerablemente. Por ejemplo, sólo tres de ellas sitúan la rentabilidad por encima del coste mínimo de capital estimado, del entorno del 8% en la actualidad.
Bankinter no sólo aumentó el ROE, sino que se colocó a la cabeza del sistema. Es, además, el único que ha sobrepasado el 10% en esta variable, objetivo que se marcan todas las entidades para el corto o medio plazo. En concreto, el grupo que dirige María Dolores Dancausa ha llevado la rentabilidad al 10,2%.
Bankia podría haber estado en una situación incluso mejor de no haber sido por las provisiones millonarias que ha llevado a cabo para devolver el dinero a los accionistas minoritarios que acudieron a la salida a bolsa en 2011. Estas dotaciones han impedido que cumpliera con el propósito de superar dicho umbral del 10% fijado en el plan estratégico 2012-2015.
Aún así, el banco nacionalizado contaba a 31 de diciembre con la segunda mayor rentabilidad del sistema español, casi del 9 por ciento. El resto de entidades que elevan el ROE lo tienen en niveles cercanos al 5%, a excepción de Cajamar, que, pese a mejorar, presenta uno de los peores ratios del sector, del 2,56%, debido al lastre la morosidad.
El resto de bancos experimentan retrocesos, pero presentan también importantes diferencias. Así, por ejemplo, Abanca rebaja sustancialmente este parámetro por la falta de los extraordinarios en 2015, pero se coloca como el tercer grupo con mayor ROE, superior al 8%, es decir, ligeramente por encima del coste de capital.
En 2014 la filial del venezolano Banesco encabezó el ranking debido a que contabilizó una parte relevante de los activos fiscales diferidos que acumulaba como consecuencia de las provisiones y pérdidas realizadas durante la crisis por parte de las antiguas cajas gallegas. Entonces, su rentabilidad alcanzó el 47% sobre los recursos propios.
De igual modo, Unicaja se anotó un impacto positivo en sus cuentas de 2014 por la adquisición de DueroEspaña, lo que le ha llevado a mermar sustancialmente el ROE hasta el 6,5%. La entidad que registra la menor cifra en este parámetro es el Popular, de apenas el 0,8%, como consecuencia de las dotaciones extraordinarias para cubrir una eventual devolución de intereses cobrados en las hipotecas con cláusulas suelo desde mayo de 2013. Esta hucha especial contrajo sustancialmente sus beneficios del ejercicio pasado y no le permitió cumplir con los objetivos prometidos, de 400 millones.
Recuperación lenta
El sector confía en ir recuperando poco a poco la rentabilidad perdida, pero los expertos y las entidades coinciden en señalar que se tardará mucho tiempo en llegar a los números anteriores a la crisis, donde no resultaba extraño ofrecer un ROE del 20%.
El presente ejercicio se presenta complicado para el sistema, con lo que la mejora que se podría experimentar será aún leve y dependerá en gran parte de determinados acontecimientos, como la decisión que adopte el Tribunal de Justicia de la UE sobre la retroactividad total en la anulación de las cláusulas suelos hipotecarias.
Sin este posible impacto, aún así, el año 2016 ha comenzado con incertidumbres y con lastres mayores para las entidades financieras. El euríbor ha entrado en terreno negativo por primera vez en su historia, lo que amenaza los márgenes de todo el sector. En las últimas semanas, los banqueros han advertido de los riesgos que supone operar en este entorno, en el que todavía el volumen de créditos desciende a pesar del aumento de las nuevas contrataciones.
La rentabilidad será clave para que una entidad superviva en solitario en el medio plazo. De momento, el proceso de fusiones que impulsó el Banco de España en 2015 se mantiene a la espera de que la situación financiera mejore y de que haya un Gobierno estable. Las integraciones, en principio, se han retrasado hasta, al menos, 2017, según la mayor parte de los expertos.